Hoy, después de mucho tiempo, he decidido tratar un tema que casi me obliga a eso que no suelo hacer por aquí, que es ponerme serio. Dentro de un orden, claro. Si me sale un gracieta, pues ahí se quedará. No ya porque este blog pretenda ser simpaticote y eso, sino simplemente porque cuando uno lleva la tontuna dentro, no tiene remedio, y ya está.
Mala época para volverse adicto a algo. En realidad, y aquí tenemos la típica trampa o paradoja del lenguaje, es el momento idóneo en el que, debido a la situación de confinamiento, se puede caer en algún que otro vicio. Y aunque últimamente hemos hablado de los que suelen molar (de lo más primario, vaya), tanto este llevado al extremo como otros casos no tan edificantes pueden devenir en enfermedades.
¡Qué desesperación! Cómo se nota la primavera, porque ni siquiera con la entrada en las fases de desescalada y por tanto viendo más cerca la posibilidad de volver a ligar a la antigua, muchos internautas han dejado en absoluto de tratar de hacer migas a través de la red de redes... También se nota la ansiedad que causa el confinamiento, por aquello que decíamos en su día acerca de qué es lo mejor para acabar con el estrés...
¿Qué? ¿Echando de menos las sesiones en vivo? Pues paciencia entonces, que todavía queda para rato… Pero ojo que las alternativas online para escuchar música electrónica pueden ser también peligrosas, aunque en este caso es otro tipo de virus el que podrías pillar…
Hoy toca volver al entretenimiento, dejando para próximas entradas los temas serios y profesionales sobre tecnología, como el de la semana pasada. Paradójicamente, y como ya dijimos en un post anterior, es al querer evadirnos cuando volvemos a mencionar el monotema en el que nos vemos inmersos estas semanas.
Menos mal que ya van dejándonos salir poco a poco, porque de lo contrario íbamos a acabar fundiéndonos con el teléfono móvil... aunque eso mismo ya lo vaticinaban algunos, e incluso era deseado por otros tantos, antes de que nos tocara quedarnos entre cuatro paredes.
Pues continuamos con la temática erótico – festiva de la anterior entrada, y ahora ya pasando de uno a dos rombos. Si es que esto de estar encerrados no puede ser bueno, por algún sitio tenemos que desahogarnos...
Hace ya tiempo que dimos por imposible separar lo de distraerse de la pandemia y del aburrimiento debido a la falta de ocio externo, por un lado, de los medios de distracción por otro: Si hablamos de las distracciones, es porque estamos hablando del confinamiento, es lo que hay. Y eso que ya estamos desescalando (yo como escalador prefiero destrepar o hacer rápel, que no es lo mismo que cocinar rape o que imitar a aquel famoso futurólogo español), y por lo tanto empezamos a ver la luz al final del túnel. Precisamente por eso, el material que quede por tratar acerca de la cuarentena hay que tratarlo ya, que en esta sociedad de la inmediatez enseguida nos quedamos desfasados, y si nos pilla la nueva normalidad a nosotros se nos pondrá cara de nueva subnormalidad.
Volvemos a vernos en la misma tesitura que en semanas anteriores: ¿Cómo paliar las muchas horas que nos sobran ahora sin poder salir fuera y, al mismo tiempo, distrayéndonos de la cruda realidad? La respuesta que traemos hoy, de nuevo vuelve a estar en la tecnología, así que uno ya empieza a pensar en teorías conspiratorias.
Hasta aquí hemos llegado. Pues claro que se puede hablar de las cosas de siempre; no porque el mundo esté patas arriba nos tenemos que ceñir al monotema. Y claro, en este blog, lo suyo (o lo nuestro) es hablar de tecnología… posiblemente el monotema del siglo XXI antes de todo esto… pero más aún durante esta vida tan casera que nos ha surgido… qué le vamos a hacer, será que para no estar tan perdidos como nuestro nombre indica al final seguimos las corrientes...
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