Y sigue la manipulación en las redes sociales

...y nosotros vamos y nos la creemos

Hoy, después de mucho tiempo, he decidido tratar un tema que casi me obliga a eso que no suelo hacer por aquí, que es ponerme serio. Dentro de un orden, claro. Si me sale un gracieta, pues ahí se quedará. No ya porque este blog pretenda ser simpaticote y eso, sino simplemente porque cuando uno lleva la tontuna dentro, no tiene remedio, y ya está.

Una vez demostrado con este ejercicio de meta-demostración que efectivamente saldría alguna chorrada, y habiéndome quitado de encima la excepción que espero que confirme la regla (aunque nunca he entendido este contradictorio dicho), me pongo ya formal, aunque intentando no llegar a seco o taciturno, pero no por falta de ganas.

Y es que el tema en cuestión, la manipulación, en general pero también en el caso de Internet y las Redes Sociales -que es de lo que vengo a hablar aquí-, es algo que puede llegar a sacarme de quicio. Y al principio me molestaban más los que manipulan, pero pronto entendí que es más grave por parte de quienes se dejan manipular. Porque al fin y al cabo esa es la razón de que el tinglao funcione, y es triste que a estas alturas, dada la percepción que debería haber de las enormes cantidades de información que todos desconocemos, pueda haber todavía tanta gente empeñada en alistarse a una opinión a las primeras de cambio que en seguir poniéndolas todas en duda hasta llegar a conocer medianamente todos los datos (si es que se llegan a conocer todos, y aun así).

Bueno pues ahora ya no tengo tan claro que sea más culpa del manipulado que del manipulador, porque uno se entera de los sofisticados métodos que cunden en las Redes Sociales y foros de Internet para reconducir las opiniones, y esa mezcla de la malintencionada inteligencia humana con la efectiva y eficiente inteligencia artificial podría estar empezando a dejarnos indefensos como ciudadanos pensantes. Eso sin mencionar la abrumadora explosión de innumerables fuentes de información, que hace que de la ignorancia por defecto de otras épocas se haya pasado a la paradójica ignorancia por exceso: Sabes tanto que no sabes nada; te lo digo tó y no te digo ná. Y que luego está Google para contestarnos a todo, ya no hace falta llevarlo todo sabido, ya no hay que estudiar tanto; ya no te pueden decir ¡haber estudiao! (Espero que se haya entendido la ironía de esto último; mira que me fastidia aclarar una ironía, pero en este caso me parecía relevante hacerlo, por la gravedad del asunto...)

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Es verdad que ya me estoy poniendo pesimista y taciturno, y que podría parecer que vuelvo a sacar mi vena tecnófoba, pero como yo siempre digo, el problema no es de la tecnología sino del uso que se le da. Un cuchillo puede servir para lo mejor y para lo peor, y con Internet pasa lo mismo. No se puede negar que las Redes Sociales pueden llegar a ser positivamente muy útiles, sin ir más lejos lo están siendo en esta época tan difícil, por por poner dos ejemplos: Para el sector de la educación, como forma de seguir interactuando con el alumnado y los padres y para que el profesorado se actualice; Y también para las empresas, que en muchos casos sólo a través de sus perfiles han podido mantener visibilidad.

Pero una vez mostrado el cuchillo para facilitar la alimentación, el resto del post me toca explicar de qué manera se utiliza para dar puñaladas, traperas, por la espalda y de todos los colores, a nuestra inteligencia. Y luego nos creemos que somos libres de pensamiento... apañados estamos... Y lo triste es que, al igual que con la parte positiva de la herramienta antes ejemplificada, la vertiente negativa también se está poniendo en práctica aprovechando esta maldita pandemia, sin escrúpulos de ningún tipo.

Estos días se ha hecho “trending topic” (para no salirnos de la temática) la noticia de la primera ocasión en que Twitter ha usado su herramienta de notificación de posibles falsedades contra la cuenta de Donald Trump. El presidente de los EEUU decía en un tuit que el voto por correo es un fraude, y la red social del pájaro azul avisaba en el mismo que no es así, enlazando a una explicación que lo desmentía con informes de varios medios. Trump se quejaba luego de un ataque a la libertad de expresión, y la polémica estaba servida. El extravagante mandatario ejemplifica como pocos este panorama, ya que ha acusado en tantas ocasiones a otros por difundir fake news como las que él ha sido acusado por lo mismo. Y claro, el inocente y respetable votante estadounidense qué va a hacer, si le llega tanta información, y toda ella calificada de “fake”, que hasta las acusaciones de “fake” también le parecen “fake”, y podría ocurrir que las acusaciones a las acusaciones de “fake” también sean “fake”, y así hasta el infinito y más allá... Lo dicho, lo sabes tó y no sabes ná...

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Lo cierto es que, como ciudadanos de supuesta libre opinión, creemos tener el tema controlado, pero nada más lejos de la realidad, y hay datos en ese sentido que me parecen preocupantes, como los que en este artículo ofrecen los asesores legales de DAS Seguros, quienes dicen que "solo un 14% de la población detecta las noticias falsas, aunque creen hacerlo 6 de cada 10 receptores. Su verificación se hace necesaria en una era digital de hiper-transparencia, pero que también por ello es un contexto de mayor vulnerabilidad". Vuelve a leerlo, sin tragar saliva. Y luego piensa en cómo está el personal en cuanto a ciertas opiniones, tanto antes como después de la pandemia.

Así las cosas, la facilidad para manipular al personal está servida. Dejando de lado los aplausos que con toda sinceridad van dirigidos al personal sanitario, cuando compiten las caceroladas acusadoras (en las que el cuchillo se ha convertido en cuchara) con los palmoteos complacientes (o acusadores de las anteriores), no vendría mal un algoritmo que cuantifique cuántos de esos golpeteos (metálicos más manuales) han sido directa o indirectamente inducidos precisamente por el uso de algoritmos y otras triquiñuelas en las Redes Sociales. A riesgo de haberme metido ya en un jardín (lo asumo), me temo que muchos. No es que los que no lo estuvieran no cuenten en la polémica, es que al menos estos creo que han tenido más oportunidad de formarse su propia opinión, y por tanto expresarla desde una reflexión probablemente más profunda y mejor formada; aunque, vuelvo a lo mismo, creo que lo normal es que una reflexión más profunda y mejor formada no lleve ni a la cacerola ni a las palmas, sino al silencio, pero eso ya es un punto de vista personal mío, y además entra más en la opinión política propiamente dicha, que no es el tema del que estamos hablando.

El caso es que estos días también ha sido polémico el asunto de los bots en las Redes Sociales con motivo de la situación actual. Tampoco me voy a posicionar al respecto, pero viene a refrendar lo mismo. Hay un artículo que se ha publicado recientemente en El País que explica cómo funcionan en general los “bots humanos”, gracias al testimonio anónimo de uno de ellos, y conviene leerlo entero para entender de lo que estamos hablando... es muy interesante y al mismo tiempo pone los pelos como escarpias, sólo de pensar en manos de qué estratagemas de manipulación estamos poniendo la democracia, por parte de todos los bandos implicados seguramente. Sólo voy a extraer el siguiente botón de muestra:

Mientras los usuarios normales en Twitter entran a la red a ver qué ocurre, estos operativos que manejan cientos de cuentas falsas tienen un plan diario. Es como si cada día un jefe mafioso lanzara un grupo de comandos a una ciudad con un plan delicadamente diseñado para hacer un conjunto de misiones concretas y sembrar el pánico sin que nadie les detecte. El objetivo es hacer creer a los ciudadanos cosas que no son verdad: no solo con noticias falsas, sino con acciones que muestran que hay más gente que cree algo de la que en realidad hay. Sería algo así como inflar encuestas. Por supuesto, a menudo se enfrentan a equipos que pretenden justo lo contrario” (…) Esto no se queda en la teoría, sus efectos tienen consecuencias en el mundo real: “La gente tiende a compartir su opinión cuando se siente arropada por la comunidad”.

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Inevitablemente, esto recuerda a cuando quedó demostrado que la manipulación en Redes Sociales influyó en el resultado del referéndum del Brexit, como ya tratamos en su día en este blog. Y, volviendo a Trump, a la sospecha de que su victoria tuvo en parte que ver con lo mismo. En esa misma entrada nos hacíamos eco de lo que dijo el artífice de la manipulación del Brexit una vez que se arrepintió: "El referéndum se ganó por menos del 2% del voto y se gastó mucho dinero en publicidad a medida basada en datos personales. Esa cantidad de dinero te compraría miles de millones de impresiones. Si te diriges a un grupo pequeño, podría ser definitivo. Si sumas todos los colectivos que hicieron campaña por el Brexit, era un tercio de todo el gasto”. Y sobre la victoria de Trump dijo esto: "Muchas de las cosas que hace Cambridge Analytica (su compañía cuando manejó las redes sociales) no son para un cliente. A Robert Mercer [copropietario de CA] no le importa si es rentable o no. Es multimillonario, no necesita dinero. Poner 15 millones de dólares al año en una empresa no es nada para él. Mucho del trabajo era moldear narrativas que la gente compraría y que harían más fácil conectar con candidatos de la derecha alternativa. La ventaja de eso es que puedes esquivar las regulaciones: eres un inversor y pones dinero en tu empresa, no es una donación política. Steve Bannon tenía una visión para la derecha alternativa. Necesitaba que los republicanos vayan del tradicional “no me gustan los impuestos” al “Obama va a robar mis armas con un ejército secreto”. Para comenzar una tendencia cultural primero necesitas a los pioneros. No vas a empezar una revolución de la derecha alternativa en San Francisco".

En definitiva, que las estrategias de creación de tendencias de opinión en Redes Sociales existen, es un secreto a voces, que seguramente se mantiene en secreto (no siempre) porque es obvio que todos los bandos rivales de opinión (partidos políticos de uno y otro lado, medios de comunicación asimismo partidistas, lobbies, grandes empresas, etc.) los utilizan, y no van a acusarse mutuamente de hacer lo mismo (para eso ya están los políticos en si mismos). Ya comentamos en otra entrada anterior cómo se hacía esto antes en los foros, venidos a menos con la explosión de las Redes Sociales, aunque sigue ocurriendo de forma similar en los comentarios de las noticias de los medios digitales, un poco a la manera de “la parte de abajo de Youtube”, que como bien dice Dani Rovira, demuestra que el infierno está precisamente ahí, abajo, donde ha estado siempre...

En definitiva, que si quieres ser realmente libre, ni fin del Estado de Alarma ni leches, lo que tienes que hacer es no fiarte de nadie... ni de este artículo... especialmente ni de este artículo... ahí te dejo con la paradoja, para que vayas y la rumies en tu coco...