Lo de los falsos técnicos de seguridad de Microsoft
Suena el teléfono en casa del Señor Fulanito de tal, a partir de ahora SF. Contesta un falso técnico de Microsoft, a partir de ahora FTM:
Suena el teléfono en casa del Señor Fulanito de tal, a partir de ahora SF. Contesta un falso técnico de Microsoft, a partir de ahora FTM:
Aunque suponemos que la mayoría de los futboleros ya respiráis tranquilos tras el susto con el que parecía que iba a tambalearse el planeta, es posible que algunos aún tengáis la mosca detrás de la oreja. Y como es probable que la otra gran competición deportiva carente de fair-play, que es la de anoche en el debate electoral, tampoco os sirva de sustituto, al final os vemos consolándoos con lo único que os queda para consolarse, que son las videoconsolas y demás plataformas de videojuegos.
Si la gracia de escribir artículos sobre los episodios de Black Mirror en este blog consiste en que nos sirva de excusa para hablar de tecnología, entonces esta va a ser una de las reseñas de Espejo Negro con menos gracia de nuestra corta historia. No porque la tecnología mostrada en Metalhead no sea interesante, sino porque la historia en este caso aporta muy poco que reflexionar acerca de dicha tecnología, salvo que se lo curre o invente el propio espectador.
Aquí están de nuevo los ya archiconocidos y prestigiosísimos exámenes tecnológicos del Pulpo, un auténtico calibrador del conocimiento digital a la altura de la formación en Harvard, Oxford y Cambridge. Vuelven tras una pausa desde el tradicional examen de febrero.
Os juro que no lo hago aposta por llevar la contraria: No me opongo intencionadamente a la opinión de los demás sobre los episodios de Black Mirror. Yo veo uno, tengo unas sensaciones, reflexiono sobre ellas, saco conclusiones, y luego ya miro en Internet lo que opinaron los demás. Y en la mayoría de los casos, me veo más fuera que el título de este blog, qué queréis que os diga.
La cuarta temporada de Black Mirror finalizó con un episodio que es, literal y metafóricamente, una tétrica exposición o muestrario de consecuencias nefastas de la tecnología, y por lo tanto una síntesis de la propia historia de la serie, y de hecho hay bastantes referencias a capítulos de todas las temporadas. De ahí la similitud en su título respecto del de la serie, que si lo dejamos en las siglas son exactamente idénticas: Casi se podría decir que Black Museum es Black Mirror, más esencialmente que en casi cualquier otro episodio.
Algunos os preguntaréis que para qué sirve esta evaluación, que ya da igual porque la humanidad se va a ir al garete… Otros diréis que vaya pesimismo catastrofista, que ahora ya se ve la luz al final del túnel, que ya ha pasado lo peor, etc. Pues sí amigos, comprendemos vuestro temor ante el desmoronamiento de la civilización que podría suponer lo del temblor en los cimientos del mundo del fútbol, pero tenemos que seguir adelante, qué le vamos a hacer…
Estas semanas está siendo inevitable la sensación de Déjà Vu respecto al Mobile World Congress, con la cancelación de la asistencia presencial al popular evento tecnológico por parte de varias compañías internacionales. El recordar lo que pasó hace ya más de un año, antes de que se declarase el Estado de Alarma, nos ha animado a repasar el punto de vista que se tenía entonces en España sobre el coronavirus, que era un poco como lo que desde hace unas cuantas semanas llevan diciendo algunos (cada vez menos) del Atleti: “Que no hombre que no, que no nos van a coger…”
Imaginad que os lleváis a vuestro hijo o hija adolescente al teatro, esa cosa para él aburrida que relaciona con otro milenio distinto del actual. Imaginad que saca su móvil y se pone a jugar al Fortnite en medio de la función. Imaginad la vergüenza y la bronca. Imaginad…
Pues sí amigos, es lo que hay: No podéis, o no debéis, o no os conviene, o no os dejan, o llamadlo como queráis, largaros estos cuatro días de puente de Semana Santa más allá de vuestra comunidad. Tampoco es que la meteorología os hubiese acompañado demasiado, pero es que eso además significa que tampoco va estar la cosa como para ir a la playa si vivís en región costera, perderse por el campo, o pasear por la calle. El consuelo, para los costaleros y demás devotos, es que Murphy no haya hecho cumplir su ley con un tiempo envidiable estando prohibidas las procesiones. Lo de los bares y las juergas dejádselo a los franceses, que están desarrollando sus cívicas aptitudes culturales e intelectuales. Así que toca quedarse en casa, mayormente.
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