La cuarta temporada de Black Mirror finalizó con un episodio que es, literal y metafóricamente, una tétrica exposición o muestrario de consecuencias nefastas de la tecnología, y por lo tanto una síntesis de la propia historia de la serie, y de hecho hay bastantes referencias a capítulos de todas las temporadas. De ahí la similitud en su título respecto del de la serie, que si lo dejamos en las siglas son exactamente idénticas: Casi se podría decir que Black Museum es Black Mirror, más esencialmente que en casi cualquier otro episodio.
Es por ello que, en un episodio concebido de manera tan intencionadamente especial, se recurra, como en el Especial de Navidad de la segunda temporada, a contar tres historias dentro de una general. La diferencia respecto de aquel White Christmas es que en este caso me ha parecido que las tres historias sí tienen fuerza por sí solas, funcionan muy bien en su breve narrativa, y eso que la duración en este caso es ligeramente menor que en aquel.
Por otro lado, creo que las ideas presentadas en esta trama son, en algunos casos, muy ingeniosas y sobrecogedoras. Es cierto que tengo alguna sensación encontrada respecto de la credibilidad de la conducta moral de algún que otro personaje, tan exageradamente reprochable en algún momento que roza lo histriónico: En lo tecnológico lo aceptas porque estamos en el terreno de la fantasía o la ciencia ficción, pero en lo humano alcanza cotas que podrían aparentar poca seriedad argumental; Y no sé que opinar porque a nivel narrativo me parece que sigue funcionando: Puedo pensar (y llego a pensar) “os habéis pasado de rosca”, pero no me salgo de la historia. Quizá es porque hay que tomárselo, a pesar de lo grave e incluso abyecto de algunos de los hechos mostrados, como si estuviéramos viendo las Historias de la cripta, y de hecho el episodio bebe mucho de ahí. Y en lo de las ocurrencias tecnológicas del científico de turno, me parece que tampoco anda muy lejos del estilo de las ideas locas de Rick and Morty. Sí me habría gustado que hubiesen explicado mejor cómo ha logrado la protagonista implementar uno de esos ingenios tecnológicos en ella misma tal y como se muestra al final, pero por lo demás me parece un episodio muy logrado.
El meollo tecnológico del episodio (OJO SPOILERS)
Las tres cuestiones tecnológicas que se muestran en las tres historias dentro del capítulo tienen el nexo común de la recreación virtual de todo o parte del eje neurálgico del ser humano, que es el cerebro. Dicha recreación se desarrolla progresivamente de forma cronológica en la trama, en plena lógica con los avances científicos, empezando por lo más concreto en la primera (traslación de uno a otro cerebro de las sensaciones), siguiendo por la traslocación de todo el cerebro (ya sea a otro cerebro o a otro dispositivo de ridícula -y “cómica”- interfaz de comunicación -el mono de peluche-), y finalizando en la tercera por la recreación total de un ser virtual o digital idéntico al humano original.
Las poco estudiadas consecuencias de la innovación sin estudio ético llevan a las grotescas y terroríficas conclusiones propias del museo de los horrores que sirve de escenario común del episodio: En la primera, superando los límites de la adicción y las perversiones (llega a ser desagradable); en la segunda, creando una especie de versión digital de los problemas de la convivencia íntima que funciona muy bien como metáfora de la realidad; y en la tercera, desarrollando una impactante recreación de la idea de un fantasma, en versión cibernética.
En definitiva, que este episodio podría ser una versión pesimista (y por lo tanto más genuinamente Black Mirror) de San Junípero (que por cierto tiene relación argumental con este), porque aunque también acaba con un final que alivia en parte lo visto, la sensación es claramente aterradora; Eso sí, con un estilo más de cómic que de trama seria tipo Cocodrilo.
En este caso coincido más, como he comprobado tras ver el episodio, con la opinión generalizada de la gente (positiva) que con la crítica especializada (que lo vapuleó), lo que por cierto también me pasó, poniendo al revés las opiniones de una y otra parte, con Cabeza de metal (por lo tanto en este caso en el lado negativo para mis gusto y el del público). Vamos, que parece que voy tendiendo más al lado ignorante del rebaño; Carlos Boyero renegaría de mí…
Nota del Pulpo: 7,5 / 10