Dice una de las muchas leyes de Murphy que cuando un titular periodístico es una pregunta, significa que la respuesta es “NO”. Yo no soy tan categórico, porque de hecho, según el artículo que vamos a tratar hoy, el título de esta entrada debería ser afirmativo. Pero sí que me gusta poner estas cosas entre signos de interrogación, como podéis ver que he hecho, precisamente porque no me gusta ser categórico.
Amigos, no cabe duda que estamos en estado de gracia. El lunes estrenamos nuestra nueva sección dedicada a Black Mirror con una reseña del capítulo Toda tu vida, que trata sobre la implantación de memoria digital en la cabeza, y hoy tenemos la ocasión de mostraros un artículo que nos ha llegado recientemente acerca de otra posible forma también tecnológica pero no invasiva (al menos literalmente) de mejorar las capacidades para recordar lo que tenemos metido en la mollera. Qué bien hilado, ¿verdad? “¡Qué listos! ¡Qué listos!”, que diría Javier Cansado.
Que siiiiii, que dije que hoy iba a escribir mi primera crítica sobre algún capítulo de Black Mirror, y ahora voy y os vuelvo a endosar otro artículo ajeno, acerca de no sé qué leches de los padres, que se deberían hacer influencers de sus propios hijos para que no la líen parda al entrar con el móvil en Internet, y bla, bla, bla… Lo sieeeeento.
Hace unos meses, cuando todavía estábamos condenados a la histórica e histérica encerrona, hablamos por aquí, en una de nuestras tradicionales y merecidamente alabadas sagas temáticas, de las relaciones online. Entonces le dimos un tono erótico-festivo, porque de eso iba la vaina, pero hoy toca abordar otra perspectiva más general y seria (tranquilos, tampoco nos vamos a poner dramáticos ni mucho menos, ¿eh?)
Toca volver a retomar las entradas temáticas, obviamente centradas en el ámbito de la tecnología, que en medio de tantas chorradas como escribimos habitualmente más nos vale seguir dando un poco la apariencia, al menos de vez en cuando, de ser profesionales del sector TI, digo yo… Y lo vamos a hacer publicando el contra – post al que hicimos sobre los tipos de malware.
Pues nada, aquí estamos, como los profesores de verdad, estresados preparando las preguntas para vuestro primer examen sobre tecnología (sobre qué iba a ser si no) en este vuestro querido blog del Pulpo...
Bueno, al fin lo he conseguido: Este fin de semana he tenido un rato para sentarme tranquilamente a ver un episodio de Black Mirror. Por otro lado, creo que ya me he repuesto del trauma de soportar el otro el día en el cine Tenet… Pero si veis que me pongo a escribir de derecha a izquierda o a decir cosas como “dábale arroz a la zorra el abad”, avisadme por favor…
Es muy triste, pero otra vez, como en la anterior entrada, voy a tener que “delegar” la mayor parte del contenido de este post (“mayor parte” es un eufemismo de “casi todo”) a los estupendos redactores de los artículos que, sin ningún tipo de vergüenza, voy a encasquetar vía “copy-paste” a continuación. Pero es que de verdad que no me da la vida!!!!!
Esto ya es el colmo. El Pulpo, ese ser que vive en el pleistoceno de la tecnología, ese gurú de la durabiliscencia programada que sigue con el Windows 95, con un Motorola 2G y aún le da vértigo echar las cartas de papel en un buzón en vez de atarlas en las patas de una paloma, no contento con habernos soltado lecciones del mundo digital a lo largo de la historia de este blog, ahora se ha propuesto examinarnos sobre nuestros conocimientos al respecto… ¿Pero esto qué es?
El lunes, con el comienzo de la nueva e imprevisible temporada 2020 – 2021, mencionamos en nuestro primer post tras las vacaciones que en breve adelantaríamos alguna de las ideas que pululan por nuestra loca a la par que genial cabeza para tratar en este nuestro querido blog. Bueno, pues al revés de lo que diría Aragorn antes de la batalla, hoy sí es ese día.
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