El Phubbing, la obsesión por el smartphone
Cuatro amigos están sentados en un banco de una plaza cualquiera. Hace un día estupendo. Todos sonríen, pero ninguno habla. Están mirando el móvil, ajenos a todo lo que pasa a su alrededor.
Una pareja en un restaurante. No se miran, no comen, consultan Facebook y responden a mensajes de Whatsapp. Cientos de personas graban un concierto mientras solo un par lo disfrutan sin mirarlo a través de una pantalla. Un joven está a punto de ser atropellado por enviar un tuit mientras cruza la calle.
Este creciente mal que llegó con la popularización de los smartphones se llama phubbing (palabra formada por la unión de phone [teléfono] y snubbing [despreciar]) y se produce cuando un individuo ignora su entorno por concentrarse en la tecnología móvil, cuando las personas nos convertimos en fantasmas errantes encadenados a la pantalla del smartphone.
En un momento en el que nos pasamos más de tres horas al día mirando el móvil —según datos de Connected Life, un estudio de la consultora TNS—, esta práctica ha llegado a convertirse en algo tremendamente molesto —y a veces peligroso— que enturbia de forma significativa las relaciones sociales y que ha llegado a generar nuevas obsesiones y transtornos como la nomofobia (el miedo a estar sin móvil).
Como reacción a dicho mal, surgió hace cuatro años en Australia el movimiento Stop Phubbing, una comunidad de usuarios que protestan por el abuso del teléfono móvil. "Muchos de nosotros lo experimentamos con frecuencia: las personas prestan más atención a sus teléfonos que a nosotros. Es un problema mundial que requiere ser discutido antes de que empeore", explica Alex Haigh, impulsor de la iniciativa.
La campaña se ha extendido con éxito a otros lugares como México y Paraguay. En otros países como España, donde aún no se han formado grandes grupos de este tipo, también comienza a notarse un hartazgo por estas malas prácticas relacionadas con la tecnología móvil, como demuestran las constantes denuncias en las redes sociales, las muchas viñetas inspiradas en la adicción al teléfono móvil (incluido el ya famoso mural de Banksy Los amantes del móvil) y el incremento del número de terminales que sólo permiten realizar llamadas.
La obsesión por los móviles es el tema central de El Individuo en la Pantalla. La Soledad del Narciso Contemporaneo, la tesis doctoral del artista valenciano Fco. Borja Estela. "Empecé a fijarme sobre todo en Japón, porque descubrí que es el país del mundo donde se tienen menos relaciones sexuales. Están tan aislados de los demás por esa relación que tienen con la tecnología que han perdido la capacidad de empatizar con el otro hasta tal punto de que ya no necesitan a esa otra persona para satisfacerse", explica Estela.
"Esos productos tecnológicos les proporcionan una ilusión de compañía, ya no necesitan a esa otra persona para satisfacer sus necesidades sociales, no solo sexuales sino también de compañía y de amistad", añade el artista.
Para su trabajo, ha tomado como punto de partida el paradigma japonés porque "ellos son cuna de la tecnología y allí ha empezado todo tres o incluso cinco años antes". Además, "es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio". Pero no hace falta irse tan lejos para descubrir el poder de absorción que tienen los smartphones en la sociedad actual.
"Vas en el metro y todo el mundo va mirando el móvil. En Valencia —que es una ciudad en la que siempre hace sol, siempre hace buen tiempo para salir, para comunicarte...— es imposible no ver terrazas llenas de gente que no están teniendo una comunicación real sino que han quedado y están tomándose algo mientras miran sus móviles. O niños que vuelven del instituto en grupo con los móviles en las manos. ¿De verdad estarán hablando entre ellos? Yo me lo creo. Puede que estén hablando entre ellos o compartiendo cosas. La comunicación real acaba como degenerada, como corrompida", cuenta Estela.
El ilustrador, cuya obra muestra a personas en lugares públicos concentradas en sus smartphones, considera que el uso compulsivo que tiene la gente con los dispositivos móviles "responde a una incapacidad de estar solo". Según Estela, aquí se produce una paradoja. "Tenemos miedo a estar solos pero tenemos mucho más miedo a la intimidad, por eso desarrollamos tecnologías que nos dan esa sensación de compañía pero sin las exigencias de una amistad real", dice.
"El problema con las conversaciones reales es que son reales, ocurren en tiempo real y no te da tiempo a editarlas, a pensar un poco, no puedes controlar tanto lo que dices. Al final todo se resume a eso, al control", añade.
Muy inspirado en la psicóloga Sherry Turkle, autora del libro Alone Together, el dibujante valenciano cree que sería positivo crear más espacios donde no haya nada de tecnología, donde se recuperen las conversaciones, y enseñar a nuestros hijos que estar solo no es necesariamente malo, "porque fomenta nuestra imaginación y creatividad y también nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos", algo fundamental para construir la identidad individual.
Con su obra, Borja Estela no pretende demonizar el uso de los smartphones, tan solo que la gente se dé cuenta de esa relación a veces enfermiza que se tiene con el móvil en un momento en el que "la omnipresencia de las pantallas asusta" y lleva a pensar en algunas de las inquietantes distopías imaginadas por la ficción, desde Wall-E, Her o Un amigo para Frank hasta otras más oscuras como las de la serie Black Mirror.
Artículo escrito por Daniel G. Aparicio, y publicado en 20minutos.es