Drones y robots para controlar el coronavirus
Cuántos futuros imaginados se han hecho realidad en los últimos tiempos. Parecería que ciertas cosas no se esperaban, pero lo que no se esperaba es verlas en la realidad, cosa que sí nos había mostrado la ciencia ficción. Una de ellas es la robótica, otra los vehículos controlados de forma remota, otra la videovigilancia y el fin de la privacidad, e incluso otra las apocalipsis víricas. Pues sí, lo estamos viviendo todo ahora, sin leer a Assimov o a Philip K. Dyke.
La misma tarde que se decretó en España el estado de alarma, se hacía viral un vídeo en el que drones de la policía madrileña alertaban a los ciudadanos de que debían quedarse en casa. Los drones se incorporaban así desde el primer día a la lucha contra el coronavirus. Pero su papel, y el de los robots, ha ido ganando cada vez más peso. «La robótica se usa en el área de la salud desde hace más de treinta años, pero ahora su presencia se ha hecho más evidente gracias a la gran cantidad de funciones que pueden desempeñar los robots sin exponer a personas», señala Pierre Bourdin Kreitz, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC, que cita entre esas funciones desde la limpieza a la dispensación de medicamentos, pasando por la desinfección de hospitales y otros centros, la realización masiva de tests PCR «e incluso el abastecimiento de comida u otros productos que puedan enviarse por mensajería», añade.
Se refiere a robots como Roxo, el robot repartidor de FedEx, o Scout, como fue bautizado el de Amazon. Pero también existen otros, como Moxi, diseñado para reducir las cargas de trabajo del personal del área de enfermería mediante la entrega y recogida de suministros y ropa de cama; los robots de desinfección UVD, que utilizan luz ultravioleta para matar microorganismos dañinos y que, a raíz de la aparición del COVID-19, darán servicio a más de 2.000 hospitales en China, o los drones que se han integrado a la Operación Balmis de la Unidad Militar de Emergencias (UME) de las Fuerzas Armadas Españolas, que han pasado de usarse para tareas agrícolas a desinfectar grandes superficies desde el aire para acabar con el coronavirus.
No son las únicas funcionalidades que los drones pueden aportar en la lucha contra la actual pandemia. Como explica Jordi Sandalinas, abogado, comunicador y profesor colaborador de la UOC en el seminario Drones y derecho, también sirven para la localización y captación de información en forma de datos. «Deberían ser capaces de realizar todo aquello que el sensor adaptado al hardware en cuestión les permita hacer. Así, un dron con un sensor adecuado debería poder visualizar parámetros bioquímicos», explica. Incluso comienzan a desarrollarse los llamados «drones pandémicos». Tal como publicaba The Robot Report, estos drones podrían detectar condiciones infecciosas en espacios multitudinarios mediante sensores térmicos y sistemas inteligentes que controlen la temperatura y la frecuencia cardiaca, entre otros parámetros.
La inteligencia artificial, cuyo sistema fue precisamente el primero que alertó de un posible foco de infección del virus en Wuhan el 31 de diciembre de 2019, también se está aplicando a la lucha contra el coronavirus. Como explica el profesor Pierre Bourdin, el análisis de datos en epidemiología permite desarrollar modelos y simulaciones que ayudan a entender la evolución de una patología y su dispersión entre la población. Y también posibilita tareas como la que está llevando a cabo el grupo de investigación Internet Computing & Systems Optimization (ICSO), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC, junto con la empresa Fhios Smart Knowledge, que desarrolla algoritmos inteligentes para optimizar la logística en la recogida a domicilio y el reparto en hospitales de material sanitario elaborado de forma altruista por particulares.
El coste de la robótica sin ética
Según los expertos, todo este avance tecnológico que está permitiendo reducir el riesgo de parte del personal que trabaja en primera línea de la pandemia es imparable. Sin embargo, estos advierten que es necesario incluir ciertos controles éticos para que el progreso tecnológico no acabe yéndose de las manos. «Estamos en un momento en el que urgen respuestas, no hay forma de escapar de esa presión. Pero habría que añadir determinados controles que vayan más allá de la emergencia», señala Pierre Bourdin. En su opinión, las cadenas de decisiones sobre la tecnología que debe utilizarse contra el COVID-19 deben incluir «filósofos, historiadores y profesionales de áreas diferentes a la ingeniería que ayuden a reflexionar para evitar consecuencias desastrosas a pesar de las buenas intenciones. Sentimos el peligro, y eso nos hace estar dispuestos a aceptar grandes restricciones de libertad que podrían tener consecuencias negativas en el futuro», recuerda.
En opinión de Jordi Sandalinas, «el bien más importante y preciado del ser humano es el derecho a la vida, lo cual supone el bien jurídico a proteger sin hacer distinciones. En ese contexto, cualquier tecnología destinada para salvar vidas es bienvenida», afirma. Sin embargo, coincide con Pierre Bourdin al destacar que hay ciertos límites que no deben sobrepasarse. Y cita como ejemplo el uso de drones para detectar personas, que «debe ir acompañado de un protocolo de actuación de acuerdo con la ley. La tecnología debe estar amparada y regulada por unos valores éticos y morales. No podemos hablar de "detectar personas" como si estuviéramos hablando de "detección de elementos hostiles". Todo debe ser estudiado al milímetro», señala. El profesor colaborador de la UOC recuerda que tampoco debemos olvidar el derecho a la intimidad, a la protección de datos de carácter personal o el derecho a la vida y la libertad de las personas, que se encuentran entre los derechos y libertades fundamentales.
Por otra parte, Bourdin afirma que todos los avances de la robótica o la inteligencia artificial deben ser únicamente un apoyo. «En ningún caso, un robot o un algoritmo pueden sustituir a una persona. El objetivo es que funcionen como soporte para el personal, de forma que tengan más tiempo para aumentar la calidad del cuidado. Una lección de la crisis que estamos atravesando es, sin duda, la necesidad de personal para el sistema sanitario y los servicios públicos en general», señala el profesor de la UOC.