Digitalizando la educación
La pandemia ha actuado como un acelerador de cambios sociales que, aún siendo en muchos casos previsibles, ha logrado establecerse y naturalizarse de una forma sorprendentemente rápida. El más evidente de ellos es la transformación digital que hemos experimentado durante el último año.
No solo hemos dedicado más tiempo que nunca al ocio digital o redes sociales para hacer frente al confinamiento, sino que las empresas de nuestro país han demostrado una increíble capacidad de adaptación, llegando a aumentar hasta un 74,2% el número de empleados teletrabajando con respecto al año anterior, según un reciente estudio del Adecco Group Institute.
Pero si hay un ámbito que se ha visto involucrado de lleno en esta transformación, ha sido el de la educación. La práctica totalidad de los centros educativos de nuestro país, desde Infantil hasta la educación universitaria, se ha visto obligada a introducir soluciones digitales a las necesidades del momento, como las clases telemáticas para alumnos a distancia.
Todo ello, a pesar de que la situación de nuestro país en términos de digitalización partía de una posición bastante precaria. Según el informe Pisa de 2018, sólo el 51,5% de los centros educativos españoles contaba con plataformas de aprendizaje online, y sólo un 33,1% de los docentes aseguraba contar con tiempo suficiente para preparar sus clases integrando soluciones tecnológicas.
Es una evidencia que cada vez es más necesario mejorar la formación en aptitudes tecnológicas del alumnado. No sólo para contar con nuevos recursos que permitan mejorar su experiencia educativa, sino porque también las aptitudes digitales son más necesarias, tanto en el ámbito privado como en su futura incorporación al mercado laboral. Hacer frente a la brecha digital es más necesario que nunca.
Ventajas de la digitalización de la educación
A priori, la brecha digital no es una problemática que enfrenten los adolescentes españoles. De hecho, según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) elaborada en 2020, el 91,5% de los jóvenes entre 10 y 15 años había empleado un ordenador durante los últimos tres meses, un dato que se elevaba hasta el 94,5% en cuanto al uso de internet. En 2006, el primer año en que se elaboraban estas preguntas, la cifras se situaban en el 74,4% de usuarios de ordenador y el 72,2% para quienes usaron Internet.
Sin embargo, la labor de padres y centros educativos pasa no solo por trasladar la educación hacia un entorno online, sino aprovechar las múltiples posibilidades que ofrecen estas nuevas herramientas para el enriquecimiento del proceso educativo.
En primer lugar, impulsa el aprendizaje activo y colaborativo. Los alumnos, a través de la interacción con diferentes herramientas, programas, simulaciones y modelos desarrollarán un aprendizaje más interactivo y participativo, en el que la investigación pasa a ser parte fundamental de su desarrollo, frente a metodologías tradicionales como la memorística. Por otro lado, permite aprender a distancia y en diferentes contextos. Las barreras espaciales se diluyen al tiempo que se multiplican las posibilidades de acceder a fuentes de conocimiento en otros puntos del planeta, además de contar con una mayor flexibilidad de horarios.
La digitalización ha demostrado facilitar la comprensión de conceptos, a través de procesos estructurados. El acceso a hipervínculos que amplían la información, gráficas y esquemas animados, facilitan la retención de los alumnos y multiplican el número de recursos. Además, posibilita que los alumnos puedan mantener un ritmo más personalizado y adaptado a sus necesidades. A través de aplicaciones digitales, los alumnos pueden tener un plan educativo hecho a su medida, lo que favorecerá que nadie se quede atrás en la consecución de objetivos.
“La revolución tecnológica a la que asistimos debe convertirse en pilar de la transformación digital de la educación, garantizando un acceso más ágil y efectivo al conocimiento y fomentando la creación de espacios educativos innovadores y flexibles. Aunque también es importante impulsar otras competencias no tecnológicas como el pensamiento crítico, la creatividad, la empatía y la capacidad de liderazgo, valores igual de necesarios en la sociedad actual”, concluye Edurne Berdún, jefa del Departamento TIC de Secundaria y Apple Distinguished Educator del grupo Brains International Schools.