Apple convierte en previsible la ausencia de sorpresas
Apple se caracterizó durante las décadas anteriores por sorprender en sus presentaciones de nuevos productos. De ahí pasó a la ausencia de sorpresas, por mucho que hace un año anunciase el Apple Watch como un nuevo capítulo en su historia. Este miércoles confirmó, en la keynote del iPhone 6s, iPad Pro y demás, que ni siquiera la falta de sorpresas es ya sorprendente, lo que reflejaron los inversores con una nueva caída.
Esta tercera etapa de los eventos antes estrella -en cualquier caso todavía mediáticos-, de Apple, en los que de antemano se espera que no haya mucho más de lo ya esperado, está absolutamente lastrada para el efecto sorpresa por las filtraciones previas. Una estrategia en la que, más allá de analizar la responsabilidad de la propia compañía a la hora de evitar o no esas revelaciones, el gigante de la manzana tal vez está perdiendo potencial de marketing, la clásica “magia” de lo imprevisible en la que tanto se esmeraba Steve Jobs. Los amantes de la tecnología antes se sentían como los niños en la noche de Reyes; ahora se sienten como el chaval que ya sabe quiénes son los Reyes Magos.
Ya se sabía que los iPhone 6s y 6s Plus tendrían cámara de 12 megapíxeles con capacidad para grabar vídeo 4K y tecnología táctil FourceTouch (cuya única novedad es que aquí se llamará 3D Touch y tendrá 3 niveles de presión distintos). Ya se sabía que el iPad Pro tendría una pantalla de gran tamaño, en concreto de 12,9 pulgadas (incluso antes se llegó a esperar que llegase a las 13). Tampoco sorprendieron las novedades en torno al Apple Watch y Apple TV. Lo único que tal vez llamó un poco la atención fue la presencia de Microsoft en el evento para presentar una nueva versión de Office para iPad. Pero en el fondo se intuía que no iba a haber sorpresas.
Por lo tanto, y aunque no pocos aficionados hablen de decepción ante la presentación del miércoles, esa decepción ya empieza a ser rutina, no debería decepcionar. Sin embargo, los inversores no perdonaron la frialdad y volvieron a vender en vez de comprar. Resulta curioso que algunos analistas aseguren que la nueva caída de la cotización se debe a que las expectativas antes del evento eran muy altas.
Pero lo cierto es que la evolución de la cotización de Apple en las últimas semanas va en consonancia con esa idea, ya que previamente venía subiendo su valor. Aunque también habría que preguntarse si esas mejoras en las cotizaciones, más que las expectativas, valoraban los datos filtrados en los -tal vez mal llamados- rumores.
Recopilando y resumiendo: La mayor cotización de los valores de Apple fue de 134 dólares por acción en abril de 2015. En vez de continuar con la tendencia alcista de muchos meses atrás, el valor empezó a bajar, llegando en julio a los 124,98 dólares, a pesar de que las ventas seguían subiendo; algunos analistas apuntaban precisamente a la dependencia del iPhone que se ha generado la propia compañía a sí misma. Con el estallido de la crisis económica en China (de la que Apple también depende cada vez más en sus ventas) la cotización se desplomaba en agosto hasta los 92 dólares por título. Tim Cook lograba apaciguar a los inversores con unas declaraciones vía email afirmando que su crecimiento en China está asegurado, y el valor remontaba hasta los 107,5 dólares.
Ya en la semana de la presentación, las acciones estaban a 109 dólares por título, y el día anterior al evento habían subido hasta los 112. Tras la keynote, bajaban otra vez, esta vez casi 2 dólares por título (un 1,92%), cerrando en los 110,15.
Más allá de la influencia del valor sorpresa en la publicidad mediática de Apple de cara a su valoración, hay otras diferencias con respecto a los tiempos de Jobs, algo más relacionadas con la propia tecnología, aunque en la parte que toca sobre todo al diseño. El gigantismo que parecen experimentar sus dispositivos ya está asumido, al ritmo general de todas las marcas de tecnología de consumo, pero va en una dirección muy distinta de la filosofía del entonces considerado visionario Jobs. Ahora además han presentado el Apple Pencil, el lápiz óptico del que también renegaba el fundador del gigante de la manzana.
En cualquier caso, nadie duda que las tecnologías de Apple siguen estando en un nivel de excelencia difícilmente alcanzable para otros. Y de una gran utilidad para la sociedad, como muestra la idoneidad del iPad Pro de cara a aplicaciones médicas y de sanidad. Cualquiera que viese con detenimiento la parte de la presentación en la que una doctora mostró las posibilidades que ofrece este dispositivo para profesionales y pacientes o por ejemplo embarazadas entenderá el valor que esto tiene.
Otra cosa es el valor que se espera de Apple, y que en muchos casos depende más de la imagen que de la propia utilidad de sus tecnologías, “San Benito” que en cierta medida también se han buscado ellos mismos. En cualquier caso, habrá que esperar al 25 de septiembre, fecha de lanzamiento de los nuevos iPhone en EEUU y otros países (a España llegará probablemente a mediados de octubre), para comprobar la verdadera aceptación, y luego esperar su evolución, así como la de la bolsa.