Un estudio de RSA revela falta de madurez de la grandes empresas en ciberseguridad
RSA, la división de seguridad de EMC, ha presentado su estudio Cybersecurity Poverty Index, que reúne los resultados de una encuesta realizada entre más de 400 profesionales de seguridad en 61 países. El estudio permitió a los participantes autoevaluar la madurez de sus programas de seguridad frente a ciberataques tomando como referencia el NIST Cybersecurity Framework, CFS.
El informe ofrece una valiosa visión global sobre la manera en que las organizaciones valoran su madurez y prácticas de ciberseguridad en general entre empresas de diferentes tamaños, mercados y geografías. Si bien las organizaciones más grandes suelen ser consideradas como las que cuentan con más recursos para diseñar una defensa cibernética más potente, los resultados de la encuesta indican que el tamaño no es un factor determinante del nivel de preparación en cuanto a ciberseguridad y casi el 75% de los encuestados reconoció que su nivel de madurez en lo que respecta a la seguridad informática es insuficiente.
Esta falta de preparación en general no es sorprendente, ya que muchas de las organizaciones encuestadas sufrieron incidentes de seguridad que dieron lugar a pérdidas o daños en sus operaciones en los últimos 12 meses. El área más preparada en las empresas resultó ser la de protección, y en concreto el desarrollo de soluciones preventivas, a pesar de la idea generalizada de que las estrategias y las soluciones preventivas solas son insuficientes frente a los ataques más avanzados.
Además, la mayor debilidad de las organizaciones encuestadas está en la capacidad de medir, evaluar y mitigar los riesgos de la ciberseguridad, y el 45% de los encuestados afirma que sus capacidades en esta área son "inexistentes", o "ad hoc", y sólo el 21% reconoce que está preparado en este aspecto. En este escenario resulta muy difícil o imposible justificar en algunos ámbitos la necesaria prioridad a la actividad de seguridad y a la inversión, una actividad fundamental para cualquier organización que quiera mejorar sus capacidades de seguridad.
En contra de lo que se podría suponer, el estudio revela que el tamaño de una organización no es un indicador de madurez de sus programas de seguridad informática. De hecho, el 83% de las organizaciones encuestadas con más de 10.000 empleados puntuaron sus capacidades como menos "desarrolladas" en el grado de madurez total. Este resultado sugiere que la experiencia de las grandes organizaciones en cuanto a las amenazas avanzadas les hace ser conscientes de la necesidad de una mayor preparación. Las bajas puntuaciones que las grandes organizaciones se han dado a sí mismas indican que entienden la necesidad de pasar a desarrollar soluciones y estrategias de detección y respuesta para una seguridad más potente y madura.
También son muy reveladores los resultados de las organizaciones de servicios financieros, un sector a menudo citado como líder en el mercado en términos de madurez en seguridad. A pesar de su experiencia, las organizaciones de servicios financieros encuestadas no se autocalificaron a sí mismas como la industria más madura, y sólo un tercio se puntuaron como bien preparadas. Los operadores de infraestructuras críticas, el público objetivo inicial para el CSF, tendrán que hacer avances significativos en sus niveles actuales de madurez. Las organizaciones del sector de Telecomunicaciones se clasificaron con el más alto nivel de madurez; el 50% de los encuestados afirmaron tener capacidades desarrolladas o avanzadas. Las administraciones públicas se situaron en el último lugar en todos los mercados en la encuesta, con sólo el 18% de los encuestados calificándose como desarrollados o favorecidos. Los niveles más bajos de autoevaluaciones de madurez en mercados que son maduros en otros ámbitos, demuestran una mayor comprensión del panorama de amenazas avanzadas y de la necesidad de desarrollar capacidades mejoradas para ponerse a la altura.
El informe pone de manifiesto que el nivel de madurez de las organizaciones en Norteamérica se sitúa por detrás de las regiones APJ y EMEA. Las organizaciones de APJ consideran que tienen estrategias de seguridad más consolidadas, con un 39% que se clasifican como desarrolladas o por encima del nivel de madurez global, mientras que solo el 26% de las organizaciones en EMEA y el 24% en Norteamérica se posicionan como desarrolladas o aventajadas.
Amit Yoran, presidente de RSA, la división de Seguridad de EMC: "Esta investigación demuestra que las empresas continúan invirtiendo grandes cantidades de dinero en firewalls de nueva generación, antivirus y protección contra malware avanzado con el fin de detener las amenazas avanzadas. A pesar de la inversión en estas áreas, incluso las grandes organizaciones no se sienten preparadas para hacer frente a las amenazas. Creemos que esta dicotomía es el resultado del fracaso de los modelos actuales de seguridad basados en la prevención para hacer frente a las amenazas. Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar en cuanto a seguridad, comenzando por reconocer que la prevención por sí sola es una estrategia fallida y se necesita una mayor inversión en una estrategia basada en la detección y la capacidad de responder a las amenazas".
Metodología
Para evaluar su madurez en ciberseguridad, los encuestados autoevaluaron sus capacidades tomando como referencia el NIST Cybersecurity Framework (CSF). El CSF proporciona una guía basada en las normas, directrices y prácticas existentes para reducir los riesgos cibernéticos, que fue creada gracias a la colaboración entre la industria y gobierno. El CSF fue desarrollado inicialmente en Estados Unidos con el fin de ayudar a reducir los riesgos cibernéticos en una infraestructura crítica, pero en la actualidad lo utilizan organizaciones de todo el mundo ya que ofrece un enfoque priorizado, flexible, repetible y rentable para la gestión del riesgo cibernético. Por tanto, se ha convertido en una referencia clave para evaluar la seguridad cibernética y el nivel de madurez en la gestión de riesgos en cualquier organización.
Las organizaciones han calificado sus propias capacidades en los cinco parámetros clave establecidos por el CSF: identificar, proteger, detectar, responder y recuperarse. Para las valoraciones, se ha utilizado una escala de 5 puntos, el 1 significa que la organización no tiene capacidad en un área determinada, mientras que el 5 indica que tiene prácticas bien consolidadas en un área concreta.