Digitalización y electrificación
La electrificación es nuestro presente y también nuestro futuro. Se trata de un desafío tecnológico que está transformando la sociedad, haciendo posible la transición de las energías fósiles a la electricidad limpia, reduciendo las emisiones al medio ambiente y aumentando la competitividad y eficiencia de los procesos tecnológicos.
La electrificación es un paso de gigante hacia la optimización tecnológica y el respeto medioambiental. Es el gran paraguas que va a dar cobertura a los avances hacia la descarbonización de nuestra sociedad.
Esta revolución supone que desde el campo de la ingeniería se desarrollen nuevos dispositivos que generan movimiento, o calor, o servicios a las personas utilizando exclusivamente electricidad. Y dentro de este proceso, la digitalización se presenta como una herramienta fundamental para conseguir este reto. Hablar de digitalización es hablar de mayor grado de información para el ciudadano, de mayor libertad para tele controlar nuestros dispositivos y de mayor eficiencia en la utilización de los diferentes sistemas que son necesarios para que todos dispongamos de electricidad de calidad en nuestras casas.
Aunque la digitalización del sector eléctrico comenzó en la década de los 70 del siglo pasado, es en los últimos años cuando el desarrollo y la implantación de la tecnología digital, especialmente gracias al uso de internet, está transformando el modelo actual de oferta, demanda, consumo y producción.
"Las redes eléctricas, las instalaciones renovables de generación, las casas inteligentes o las nuevas soluciones eléctricas de movilidad nos llevarán a las smart cities, ciudades que usarán las tecnologías digitales para ofrecer servicios interactivos y eficientes a la ciudadanía y que contarán con una capacidad de proceso de datos enorme, así como de algoritmos que nos ayudarán a tomar decisiones rápidamente. Gracias a la digitalización conseguiremos maximizar todo el potencial de la electrificación. Es más, sin el concurso de la digitalización, muchos de las tecnologías que se están desarrollando ahora mismo y que se desplegarán en el futuro, no serían posibles", afirma Juan Virgilio Márquez, portavoz del Foro para la Electrificación.
Big data y algoritmos
Si hablamos de distribución de la energía eléctrica, es inconcebible no hacer referencia a los contadores inteligentes. Donde antes se medía solamente el consumo, ahora se ofrecen múltiples posibilidades, se permite la lectura remota, la reducción del tiempo de interrupción del suministro o el conocimiento exhaustivo de los consumos horarios, entre otros aspectos.
A nivel mundial, los edificios consumen alrededor de la mitad de la demanda eléctrica. La implementación de la digitalización a través de termostatos, iluminación inteligente, electrodomésticos con capacidad de almacenamiento de energía, algoritmos predictivos del comportamiento de los usuarios, etc, va a ser clave para la eficiencia de esa demanda.
En cuanto a la comercialización, el big data y los algoritmos asociados hacen posible que el cliente tome decisiones sobre el consumo de manera inmediata, ayudando a convertir las viviendas en inteligentes, al mismo tiempo que sostenibles. Los flujos de información derivados de la digitalización permiten comparar los consumos con los de los vecinos, ayudando a optimizar los recursos. Incluso los canales sociales se están convirtiendo en elementos esenciales de atención al cliente y abren un nuevo espectro a la hora de contratar de manera rápida y económica diferentes proveedores o nuevos servicios.
El Internet de las Cosas (IoT, en sus siglas en inglés) y su demanda asociada de energía, que recoge, procesa, almacena y transmite datos, se presenta como una de las claves que puede permitir el control energético. Actualmente se estima que alrededor de 27 billones de dispositivos están conectados a la red de datos en todo el mundo. Electrodomésticos, relojes, ropa, turbinas eólicas, automóviles... El crecimiento es exponencial ya que hace apenas tres años eran 8,4 billones los dispositivos conectados, según la International Energy Agency.
"Hay una buena razón que explica este aumento: el valor de los datos y las posibilidades que ofrecen al ciudadano. Los dispositivos conectados facilitan información sobre su estado, el comportamiento del consumo o los procesos del entorno. Además, facilitan la posibilidad de controlarlos en remoto y en tiempo real", añade el Foro para la Electrificación.
En el caso de las instalaciones de generación renovables, los sensores instalados e interconectados permiten disponer de información en tiempo real sobre el recurso existente, el rendimiento de los sistemas, sus niveles de estrés, construyendo una imagen completa de toda la planta y de su operación. De esta manera, el personal encargado puede optimizar el rendimiento de las instalaciones y adelantarse a posibles averías, a través del análisis de los algoritmos.
Cada vez más se están dando casos de centros de procesamiento de datos que construyen en sus inmediaciones plantas renovables para suministrarse de electricidad que garantice su funcionamiento, a precios competitivos y sin emisiones, lo que implica una especie de círculo virtuoso.
"En los próximos años, gracias a la digitalización, las tecnologías sobre las que se está apoyando el avance de la electrificación crearán nuevas combinaciones entre ellas, y permitirán establecer una relación más cercana e inmediata con el consumidor. Sin duda, veremos progresos en la aplicación de la inteligencia artificial para ganar eficiencia y cubrir las necesidades de los usuarios. Un mundo de nuevas posibilidades que desarrollará nuevos sistemas de valor añadido, convergiendo el mundo físico y el digital", concluye el Foro para la Electrificación.