La protección de los entornos industriales, un reto estratégico
Los albores de la industria del futuro plantean nuevos riesgos en materia de ciberseguridad: la proliferación de ciberataques está poniendo en riesgo las infraestructuras industriales y los servicios críticos.
Efectivamente, desde que a finales de 2009 se produjese el primer ciberataque contra una instalación industrial, las embestidas contra este tipo de infraestructuras no han cesado. Además, el desarrollo de la Internet Industrial de los Objetos (IIoT), la creciente digitalización de las fábricas o la Inteligencia Artificial están favoreciendo que las redes industriales (OT) estén cada vez más conectadas, y, por ende, más expuestas ante el malware.
A tenor de esta situación derivada, principalmente, por la multiplicación de los puntos de entrada a las redes OT, proteger eficazmente los entornos industriales sensibles se ha convertido en un reto estratégico, en el que no solo basta con dotar de mayor seguridad a estos entornos, sino que también es necesario conocer de dónde proceden las principales fuentes de ataque para poder hacerlas frente.
La triada del mal-ware
A día de hoy, las principales fuentes de ataque contra el sector industrial provienen especialmente de tres grupos:
• Los competidores, a través del juego del espionaje industrial;
• Los ciberdelincuentes, con ataques masivos (como WannaCry); y
• Los estados hostiles, a través de la ciberguerra.
En todos los casos, la motivación es la misma: la obtención de un beneficio, ya sea en forma de ventaja competitiva, como en el caso de los primeros, como ganancia económica (ciberdelincuentes) o bien como un medio para debilitar el país que acoge la industria atacada.
En cuanto a la forma de atacar, esta difiere según provenga de un grupo u otro. Así, mientras los competidores suelen valerse de su propio conocimiento (el entorno industrial es el mismo) para lanzar ataques dirigidos contra equipos concretos, los delincuentes cibernéticos, que no disponen de esa información, apuntan a objetivos más generales, pero que saben, contienen algún fallo de seguridad (Windows XP, cámaras IP, routers, etc.).
Al respecto de la amenaza de los estados hostiles, ésta sigue siendo la más difícil de comprender. Frente a un atacante que dispone de medios financieros y humanos generalmente superiores a los de su objetivo, es complicado integrar este riesgo estadísticamente muy bajo. Especialmente cuando los equipos de seguridad y ciberseguridad de una organización industrial están acostumbrados a clasificar y gestionar los riesgos en función de su probabilidad para desencadenar un incidente.
“La sensación de que el sector industrial, otrora ajeno a casi cualquier peligro cibernético, se enfrenta a nuevos riesgos en materia de ciberseguridad, no ha hecho más que acrecentarse. Da igual si provienen de competidores, organizaciones criminales o incluso de estados hostiles, las amenazas que pesan sobre este sector son numerosas y deben ser evitadas”, afirma Borja Pérez, Country Manager de Stormshield Iberia. “Elegir una solución de seguridad de vanguardia diseñada pensando en OT puede proteger a estas industrias contra todo tipo de amenazas cibernéticas. Es el momento de dar un paso adelante en seguridad”.