Estereotipos sobre las competencias de las mujeres en TIC
El profesorado de primaria y secundaria en formación tiene interiorizados estereotipos de género que podrían mermar el número de vocaciones de sus futuras alumnas por las carreras científicas y técnicas.
Así lo indican los resultados preliminares de un estudio del grupo de investigación Género y TIC, GenTIC, del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
El próximo 25 de abril, se celebra el Día Internacional de las Niñas en las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) para alentar a las jóvenes a dedicarse profesionalmente a carreras de este ámbito. Pese a los avances de las últimas décadas en materia de género, las mujeres continúan infrarrepresentadas en las llamadas profesiones STEM, que engloban ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, y que tradicionalmente han sido de dominio masculino.
En este sentido, la situación no ha mejorado mucho. Según los últimos datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en España en el curso 2017-2018 solo el 28% de las personas matriculadas en ingeniería son mujeres, una cifra que solo ha crecido cuatro puntos en la última década. Las carreras de este ámbito con menos representación femenina son la ingeniería del automóvil, con solo un 7% de mujeres, la ingeniería de computadores, con un 11% y la informática con sólo un 12%. Aunque en ciencias la proporción entre ambos géneros se ha igualado, en algunas ramas, como la física, las mujeres continúan siendo minoría: en 2017-2018 representaron un 26% de las personas matriculadas.
El impacto de los estereotipos
Tanto las mujeres como los hombres son igualmente capaces de dedicarse a cualquiera de estas carreras. La diferencia la marcan los estereotipos arraigados en la sociedad sobre las aptitudes y competencias de cada género, como por ejemplo que las mujeres tienen mejores habilidades comunicativas y los hombres son mejores en cuanto a la abstracción y el cálculo. Eso hace que muchas chicas no se sientan aptas para desarrollar una carrera en profesiones relacionadas con el cálculo y la tecnología.
«Los y las estudiantes necesitan presentar un rol congruente con el modelo sexual de la sociedad, un modelo que también puede trasladarse a las competencias y habilidades. Para los chicos es congruente estudiar carreras científico-técnicas, pero para las chicas no», declara Maria del Carmen Gallego, investigadora del grupo de investigación GenTIC del IN3 de la UOC.
Uno de los factores que perpetúan los estereotipos de género entre los niños y las niñas son sus propios profesores y profesoras. «Hay estudios que muestran que existe una actitud diferente ante los niños y las niñas por parte del profesorado. El profesorado que muestra estas creencias tiende a incentivar a los chicos a que aprendan más ciencia que las chicas, quizá de forma inconsciente. Eso contribuye a que haya profesiones tan sesgadas», señala Gallego. Los estereotipos no solo repercuten en la motivación, sino también en la percepción que las pequeñas tienen de sus propias capacidades y en los resultados que finalmente obtienen. «Todavía no hay una conciencia de la importancia de los estereotipos en el echo de que los niños y las niñas acaben eligiendo unos estudios u otros», añade Gallego.
Sesgos inconscientes
En busca de cuantificar el problema, María del Carmen Gallego estudia la extensión de los estereotipos de género entre los estudiantes del grado de Educación Primaria y del máster universitario de Formación de Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas, que serán los futuros profesores, así como la presencia de estos sesgos en la formación que reciben. En el marco del proyecto ESTEREO, ha realizado entrevistas en profundidad a veinticuatro estudiantes de ambos géneros de Universidades de Barcelona.
Los resultados preliminares muestran que el profesorado en formación todavía tiene interiorizados estereotipos de género en cuanto a las capacidades de los niños y las niñas. «La mayoría de estudiantes, sean chicas o chicos, del grado y del máster de educación siguen atribuyendo mejores capacidades a las niñas para la educación, las ciencias sociales y las humanidades, y a los niños para los números, la tecnología, la informática, las ciencias experimentales y todas aquellas tareas abstractas y técnicas», informa Gallego. «Lo más sorprendente es que no son conscientes de tener estos estereotipos y de lo que pueden llegar a influir en el alumnado, en la percepción de sus propias habilidades, en sus intereses y en sus notas», añade la investigadora.
Falta formación en perspectiva de género
Además, las entrevistas han constatado que no existe una formación específica en perspectiva de género dentro de los planes de estudios de los futuros profesores, lo que hace más difícil que ellos mismos puedan detectar y revertir los estereotipos. Los primeros resultados también destacan la falta de referentes femeninos en profesiones relacionadas con la ingeniería y la tecnología en los libros de texto, tanto de primaria como de secundaria. Sin embargo, con la tendencia creciente de que cada profesor elabore su propio material didáctico, los sesgos que ellos y ellas puedan tener cobran incluso más relevancia que los de las editoriales, argumenta Gallego.
«Es fundamental empezar a realizar talleres de formación de expertas y expertos en perspectiva de género, para el profesorado infantil, de primaria, de secundaria y, por supuesto, universitario», defiende María del Carmen Gallego. Según esta investigadora, es crucial que las proporciones de hombres y mujeres en las profesiones STEM se igualen. «Las profesiones que se dirigen más marcadamente a las mujeres, como las que implican el cuidado, los niños o la limpieza, se asocian a un estatus y un salario más bajos. Las profesiones STEM, que los estereotipos dirigen más a los hombres, se asocian a un alto prestigio y un salario mayor».
«Además, estamos en la era tecnológica y digital. Necesitamos más mujeres implicadas en construir esta nueva realidad para neutralizar la tecnología sexista de hoy y del futuro. No podemos quedarnos atrás», concluye Gallego.