La ciberresiliencia marca la digitalización del sector financiero
Las entidades financieras y bancarias españolas siguen inmersas, como prácticamente todos los sectores, en continuos procesos de transformación digital, a medida que las tecnologías informáticas continúan su imparable innovación.
Y es que la creciente digitalización del sector financiero en España ha multiplicado los riesgos de ciberseguridad, obligando a las entidades a adoptar estrategias de gestión del riesgo más proactivas, automatizadas y alineadas con las nuevas exigencias regulatorias. En este escenario, marcado por la entrada en vigor de DORA, las organizaciones deben garantizar la resiliencia digital de extremo a extremo, asegurando la continuidad de las operaciones, la protección de datos de los clientes y el cumplimiento normativo en un entorno altamente dinámico.
La aplicación de DORA supone un punto de inflexión para el sector financiero español, que debe integrar controles avanzados de ciberseguridad, monitorización continua de riesgos, planes de respuesta a incidentes y mecanismos de supervisión de proveedores tecnológicos críticos. “DORA no es solo un requisito regulatorio, es un catalizador que obliga a elevar la resiliencia digital a un nivel estratégico y transversal. Las entidades ya no pueden limitarse a reaccionar; deben anticipar y gestionar el riesgo de forma continua”, señala Raúl Guillén, Cybersecurity Strategy Evangelist en Trend Micro Iberia.
Diferentes informes advierten de que España se encuentra entre los países europeos más afectados por ciberincidentes y que el sector financiero se posiciona como uno de los principales objetivos. A esto se suma un aumento notable de las brechas originadas en la cadena de suministro, un punto crítico que DORA también obliga a supervisar con mayor rigor. “Estamos viendo superficies de ataque más amplias, más distribuidas y altamente interconectadas. Sin visibilidad total y sin capacidades de detección y mitigación automatizadas, las entidades quedan expuestas”, apunta el experto.
Desafíos de ciberseguridad en los servicios financieros
La expansión acelerada de la superficie de ataque constituye el primer gran desafío para la industria financiera. La adopción de nuevas plataformas digitales, servicios en la nube y modelos colaborativos multiplica los activos expuestos, especialmente cuando intervienen proveedores externos y fintechs, elevando el riesgo tecnológico.
En segundo lugar, el cumplimiento normativo, con DORA a la cabeza, está generando que las entidades deban fortalecer la gobernanza del riesgo digital, automatizar auditorías y controles continuos, supervisar a terceros y demostrar resiliencia. Esto exige soluciones que centralicen políticas, agilicen procesos y aporten trazabilidad completa.
El tercer gran frente al que se deben enfrentar las organizaciones financieras es el auge de la inteligencia artificial. Aunque la IA mejora la eficiencia y el análisis de datos, también abre la puerta a nuevas vulnerabilidades, desde ataques a modelos generativos hasta fraudes avanzados impulsados por IA. Por ello, su adopción debe integrar seguridad desde el diseño.
La migración a la nube impulsada por la búsqueda de agilidad y eficiencia. No obstante, la gestión de identidades distribuidas, datos sensibles y entornos híbridos requiere mayor visibilidad y automatización para prevenir y responder a riesgos de forma eficaz.
Por último, los sistemas legacy, que aún son esenciales para muchas operaciones financieras. Su obsolescencia dificulta la actualización y aumenta la exposición a vulnerabilidades, por lo que su protección y modernización progresiva se convierten en un elemento crítico para la resiliencia operativa.
“El sector financiero español tiene por delante una transformación estratégica en materia de ciberseguridad. Los desafíos son numerosos, pero también lo es la oportunidad de consolidar un modelo de seguridad resiliente, proactivo y plenamente alineado con DORA y el resto de los marcos regulatorios. La clave está en anticipar, automatizar y proteger cada capa del ecosistema digital para sostener la confianza del cliente en un entorno cada vez más complejo”, concluye Guillén.