
Inteligencia Artificial y creatividad
Cada vez hay más presencia de la Inteligencia Artificial en la literatura, tanto en la generación automática de textos como en su uso como herramienta para autores.
Este avance ha abierto un debate creciente que cuestiona el papel de la creatividad y los posibles efectos sobre la autoría y los derechos de propiedad intelectual.
En este contexto, Francisco José García-Ull (foto), profesor de Análisis de Datos, Privacidad, Ética e Inteligencia Artificial de la Universidad Europea, opina que “es un avance tecnológico de gran relevancia. Pero, en perspectiva, no creo que signifique para la literatura más de lo que significó, por ejemplo, el procesador de textos”.
El experto recuerda cómo, con la llegada del procesador de textos, se naturalizó la eliminación del error. “Antes, con la máquina de escribir o escribiendo a mano, si te equivocabas, el error quedaba ahí. Con el procesador, aprendimos a borrarlo, a olvidarlo. La Inteligencia Artificial continúa ese camino, nos empuja a buscar siempre el dato preciso, a quitarle valor al error”, señala. Frente a esa tendencia, el profesor de la Universidad Europea insiste en que la literatura es un espacio de incertidumbre, donde la “creatividad emerge de la imperfección”.
Sobre el futuro del consumo cultural, García-Ull anticipa que el público general acogerá con entusiasmo los textos generados por Inteligencia Artificial, en una sociedad cada vez más homogénea en gustos y formas de consumo. “Vivimos en una cultura donde prima la inmediatez, la comodidad y la uniformidad. La Inteligencia Artificial encaja perfectamente en este ecosistema de producción masiva y repetitiva. No solo será aceptada, será celebrada”, asegura el experto.
No obstante, augura que siempre existirán lectores que buscarán la autenticidad de los libros escritos por personas. García-Ull señala que “siempre quedará gente rara, románticos, bohemios, locos, que buscarán libros escritos por personas. Libros impresos, viejos, rotos, feos y arrugados. En la sociedad de la imagen y lo bello, se convertirán en objetos casi obscenos. Quizás el último bastión de lo humano frente a la máquina”.
Javier Camacho, profesor de Ética e Inteligencia Artificial de la Universidad Europea, advierte que la integración de la IA en el mundo cultural plantea importantes retos éticos y jurídicos. “Para garantizar que las obras generadas por IA respeten los valores éticos y culturales, debemos centrar nuestros esfuerzos en tres pilares: transparencia, diversidad y mantener al ser humano en el centro del proceso”, explica. También insiste en la necesidad de diversidad en los datos de entrenamiento para evitar sesgos y enriquecer los contenidos. Y agrega que la supervisión humana especializada seguirá siendo indispensable para garantizar la calidad de los textos: “la IA debe ser una herramienta que potencie la creatividad, no que la reemplace”.
En cuanto al concepto de autoría, Francisco José García-Ull es contundente, “no creo que haya que redefinirlo. Una máquina no encaja en esa definición. Barthes decía que el autor muere en el texto, pero para morir, antes hay que estar vivo. Desde su perspectiva, el proceso creativo no consiste en predecir o repetir patrones, como hace la IA, sino en buscar, explorar y enfrentarse a lo imprevisible”.
Por otro lado, Javier Camacho plantea que “el reto está en encontrar marcos normativos que reconozcan tanto la contribución humana como la tecnológica y equilibren los intereses de todos los agentes implicados”. A lo que añade, que “los libros del futuro podrán escribirse con ayuda de nuevas tecnologías, pero deberán seguir cumpliendo su función esencial: conectarnos con ideas, emociones y perspectivas que amplíen nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos”.