Cómo ser competente digital
La necesidad de ser competentes digitales, de saber utilizar y gestionar la tecnología, es imperiosa. Así lo afirman expertas en este ámbito, que recalcan que, aunque antes de la pandemia ya existía una desigualdad digital, la crisis sanitaria ha hecho evidentes las grietas en muchos hogares.
Un estudio del Centro Reina Sofía marca como «muy bajo» el nivel de competencia digital de la mitad de las familias desfavorecidas españolas, y sitúa en un 14% los jóvenes no universitarios que no tienen internet en casa o dispositivos suficientes. El 8% de la población, según un informe del Gobierno, jamás ha utilizado la red.
«Se están haciendo esfuerzos por minimizar la brecha, pero se ha puesto de manifiesto la necesidad imperiosa de digitalizarnos», afirma Teresa Romeu, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Sin embargo, la competencia digital no supone solo «conocer las herramientas», sino también «saber usar la tecnología adecuada en cada situación», afirma Montse Guitert, también docente de estos estudios. La administración debe «crear escenarios favorables» para que la ciudadanía se vea capaz de adquirir y gestionar estos conocimientos, sugiere la docente.
En el sector educativo es fundamental abordar este reto, ya que, según un estudio de la OCDE, alrededor de un 40% de los docentes europeos no se consideraban preparados para utilizar tecnologías digitales, y más de un tercio de los estudiantes de 13 y 14 años no poseían un nivel básico de competencia en este ámbito, en datos de un informe de la Unión Europea. También en el ámbito laboral debe avanzarse, sostiene la experta, para poder afrontar la «transformación digital» que se ha acelerado con el coronavirus.
«La manera de relacionarnos, de acceder a la información y de comunicarnos es una realidad que va más allá del simple uso de la tecnología y que se convierte en un sistema de relación social, profesional, académica», insisten las expertas, que consideran que es fundamental, además de la formación, tener una «visión crítica». Cualquiera de nosotros puede disponer de un teléfono móvil, un ordenador o una tableta e incluso saber manejarlos, pero ser competente digital es mucho más. Para adquirir los conocimientos necesarios, apuestan por incorporar las vertientes metodológica y tecnológica. «Solo abordando las dos caras de la misma moneda garantizamos su plena adquisición y empoderamos a la persona sobre el porqué de usar una determinada herramienta», afirma Teresa Romeu.
¿Cómo nos debemos convertir en competentes digitales? Existen cinco puntos clave, según las expertas:
• Ser flexibles y curiosos. «Dado que las tecnologías evolucionan constantemente, nos situamos en un escenario de constante cambio», explica Guitert, quien descarta la adquisición de un conocimiento inamovible y permanente. «Necesitamos personas que se adapten al cambio continuamente, con capacidad y actitud para innovar de manera constante, que se cuestionen las cosas y reflexionen sobre ellas», añade Romeu, que señala que las personas con estas competencias son curiosas y «exploran» las nuevas tecnologías y las integran en su día a día.
• Superar las tres brechas digitales: acceso, uso y calidad de uso. Las docentes reclaman que la administración ayude a superar las brechas de acceso a la tecnología, pero también las de uso y calidad de uso. Opinan que es en el ámbito laboral donde más se detectan estas dos últimas. La persona trabajadora cuenta con los medios necesarios para su labor, pero no tiene los conocimientos adecuados. «Es fundamental abordar la formación y la actualización», explica Guitert.
• Aplicar y compartir. La persona competente digitalmente utiliza las TIC para «expresar su creatividad y mejorar su actuación profesional». Y no solo lo hace de manera individual, sino que también es capaz de «conectar, comunicar y colaborar» con otras personas en entornos digitales. En estos escenarios virtuales, apuntan las profesoras, tiene una «actitud digital cívica» y, conociendo los riesgos de la tecnología, puede «proteger sus datos personales y tomar medidas de seguridad apropiadas».
• Actualizarse en colaboración y usando canales diversos. No hace falta adquirir las competencias digitales en un escenario digital, aunque podría ser lo óptimo, apuntan las expertas. «El compartir nuestras dudas con colegas, por ejemplo, nos permite aprender entre iguales a partir del contexto en donde tienen su aplicación estas competencias digitales», ponen como ejemplo. «Podría parecer obvio que la actualización de las competencias digitales debería ser vehiculada a través de una formación en línea, pero consideramos que los canales deben ser cuanto más diversos mejor», explica Romeu. Así, enumera que las competencias digitales se adquieren por cursos en línea, en una jornada presencial, en un congreso, en una tertulia con amigos, utilizando recursos abiertos en internet, etc.: un sinfín de oportunidades de aprender y poner en común en cualquier entorno «familiar, social y laboral». «El aprendizaje no es individual, sino que se aprende entre iguales de forma colaborativa y en distintos contextos», concluye Guitert.
• Personalización. Las profesoras advierten de que no todas las personas requieren unas mismas competencias digitales. Lo que es «obvio», dice Guitert, es que actualmente «todos necesitamos un nivel». A partir de ese mínimo, «global», cada uno puede avanzar hacia la «especialización» en una competencia u otra. Una de las razones es la laboral, dependiendo de los ámbitos profesionales. «La actualización debe dar respuesta a las necesidades reales de cada uno», argumenta Romeu.
La pandemia también ha servido de revulsivo para muchas personas en la digitalización. Así lo constató la Comisión Europea, que ha realizado una consulta pública, en la que el 95% de los entrevistados considera que la crisis sanitaria ha supuesto un «punto de inflexión» en estos conocimientos. Más del 60 % se enorgulleció de haber mejorado sus capacidades digitales y más de la mitad mostró su intención de ampliarlas. Así pues, se cumple la máxima que tienen las expertas: «formarse y actualizarse constantemente».