El vigía convertido en espía
Las cámaras de seguridad son uno de los dispositivos disuasorios más comunes a la hora de hacer frente a los criminales. Aunque hay de distintos tipos, a nivel general son relativamente baratas y fáciles de instalar.
Al final, un sitio vigilado siempre es menos atractivo para el delincuente que uno en constante observación.
Sin embargo, las noticias de los últimos días sobre el hackeo de la cámara del chalet de Pablo Iglesias han dejado claro que las cámaras de seguridad pueden presentar una brecha de seguridad muy importante. Un hacker lo suficientemente habilidoso puede tomar el control del dispositivo y convertir un elemento de seguridad en una herramienta criminal.
En otras palabras, nuestro vigía se convierte en un espía.
La verdad es que la mayor parte de las cámaras de vigilancia comerciales son relativamente fáciles de hackear. El problema es que a menos que se haga una búsqueda activa es muy difícil detectar si han sido hackeadas. Pero esto no significa que debamos renunciar a su uso.
Cómo es habitual en la ciberseguridad, sencillamente tenemos que ser un poco precavidos para asegurar nuestras cámaras de vigilancia. Desde All4Sec, empresa española de ciberseguridad, recomendamos seguir los siguientes pasos:
1. Realizar una comprobación inicial. Debemos asegurarnos de que nuestra cámara no ha sido ya hackeada y para ello debemos prestar atención a los siguientes signos. Primero, comprobar si la cámara hace ruidos extraños. Algo bastante obvio pero que se nos puede escapar. Después mirar si la cámara gira de forma anormal o en horas extrañas. Sobre todo, si está apuntando a un lugar específico o siguiendo a alguna persona de la casa. A continuación, comprobar si hay una luz LED parpadeando o encendida. Si está parpadeando es que alguien está intentando hackear la cámara y si está encendida, esto indica que la cámara ha sido activada. Si no hemos sido nosotros entonces es probable que haya sido hackeada. Y por último, vigilar el flujo de datos de la cámara. Los flujos anómalos en la actividad de tráfico las redes, sobre todo cuando se dan picos excesivamente altos, suelen ser señal de hackeo.
2. Comprar cámaras de seguridad con cifrado avanzado. Pueden ser un poco más caras pero la final lo barato, sobre todo cuando se trata de seguridad, acaba saliendo más caro.
3. Asegurar tus cámaras con contraseñas. Una de las reglas más básicas de la ciberseguridad, pero nunca está de más recordarla. Sin embargo, es importante que nosotros diseñemos nuestras propias contraseñas. Las que vienen por defecto son extremadamente fáciles de hackear.
4. Asegurar el router de nuestra red doméstica. El router es el nexo de transmisión de datos de nuestro domicilio. Cualquier fallo en su protección afectará a todos los demás dispositivos conectados, incluidas las cámaras.
5. Controlar el número y tipo de dispositivos que se conectan a tu red. Es muy común que un dispositivo en apariencia inocente actúe como troyano e inserte malware en nuestra red sin que lo sepamos.
6. Actualizar el firmware de las cámaras. Las actualizaciones existen por una razón, los cibercriminales siempre están encontrando nuevas formas de acceder a nuestros dispositivos y una cámara sin actualizar es una cámara desprotegida.
7. Instalar un buen antivirus y firewall. A margen de todas las protecciones anteriores el firewall y el antivirus serán los principales muros contra programas maliciosos y criminales.
Pero, ¿qué hacer si ya nos han hackeado? El proceso es bastante directo. Primero debemos reiniciar el sistema para “expulsar” al criminal, después debemos cambiar la contraseña y los demás ajustes de seguridad, por último, hacer un escaneo completo del sistema con el antivirus para asegurarnos de que el criminal en cuestión no ha dejado ninguna sorpresa desagradable como malware.
Las cámaras de seguridad, como cualquier otro dispositivo de seguridad, existen para protegernos. Por desgracia como todo dispositivo tecnológico este puede ser hackeado y usado en nuestra contra. Aun así, no estamos indefensos, tomando las precauciones debidas podemos asegurarnos que nuestras cámaras sean vigías leales y no espías maliciosos.