Primer año de la entrada en vigor del GDPR
A lo largo de estos últimos doce meses, el reglamento GDPR ha mostrado dos aspectos clave: es muy específico y “muerde”. Expone de forma clara a quién presta servicio, quién debe cumplirlo, qué requiere y cuáles son las penalizaciones y sanciones en caso de incumplimiento.
Por eso, la gente ha empezado a considerar que la privacidad de los datos es un derecho humano básico, exactamente igual que la libertad de expresión.
Básicamente, el GDPR funciona. El resultado es que podemos esperar más sanciones, multas más elevadas y un mayor esfuerzo por desvelar si se ha producido un incumplimiento. También seremos testigos de un cambio en el modo en que las empresas usan los datos personales, que constituyen una parte vital de los negocios en la era digital. Los datos que se recopilan hoy podrán ser explotados para obtener información mañana que permita crear mejores experiencias para los usuarios, desarrollar productos que realmente hagan frente a las necesidades del mercado y que premien la lealtad de los consumidores.
A medida que los usuarios son cada vez más conscientes de sus derechos, se reduce la tolerancia hacia las empresas que recopilan datos sin respetar su privacidad. Por lo tanto, las empresas que no cumplan con la confidencialidad de los datos, que no incluyan la privacidad como un elemento más de su cultura de empresa, se enfrentarán a la opinión negativa de los consumidores además de a importantes sanciones de los reguladores. Cumplir con el reglamento GDPR es un proceso continuo y no debemos aspirar a conseguirlo solo para evitar las sanciones. Las empresas deberían sentirse orgullosas cuando entienden, gestionan y protegen los datos ya que el cumplimiento es en realidad un paso más en el camino para ser una empresa impulsada por datos.
Danny Allan, vicepresidente de estrategia de producto, Veeam