Espejo Negro T3, EP4: San Junípero

Tecnología paradisíaca... o no

Me está bien empleado. No contento con meterme la semana pasada con el Día de San Valentín, este miércoles reincidí en mi asocial aversión al empalagoso Día de los Enamorados con otro post en plan hater. Pero el zas en toda la boca me lo ha dado el último episodio que he visto de Black Mirror, que resulta que le ha tocado ser el más romántico por el momento.

Que esa es otra: la casualidad. Parece que esta serie aparece en mi vida con precisión milimétrica para oponerse a todas mis reticencias con las fechas señaladas. Me ocurrió con el Especial de navidad, y me ocurre ahora (de manera mucho menos obvia porque el episodio no alude a San Valentín ni lo pretende) con la historia de amor que relata San Junipero.

Y ojo cuidado, que no queda ahí la cosa: Resulta que al Pulpo le ha tocado la fibra este capítulo. No digo que se haya puesto tontorrón, pero le ha parecido “mu bonico”. Lo que no quita que él seguirá fiel a su rebeldía anti – convenciones, le pese a quien le pesa. Faltaría más.

Pero sí amigos, debo reconocer que San Junípero me ha parecido un muy buen capítulo, en la buena línea que me estaba transmitiendo ya la tercera temporada, pero en este caso hasta el punto de que no sólo me parece el mejor de la misma, sino incluso de todo lo que llevo visto del Espejo negro hasta ahora, que son ya 11 episodios. Además, por una vez y sin que sirva de precedente, parece que coincido con la opinión generalizada que hubo cuando se estrenó.

Es curioso poner en relación ese TOP 1 con varias ideas generales que iba teniendo acerca de cuándo Black Mirror me gusta más y cuándo menos, porque hay alguna que otra contradicción en este caso. En lo que se refiere a la tecnología, que es lo que nos atañe en este blog, hasta ahora la mayoría de mis favoritos solían ser más realistas que de ciencia ficción. San Junípero empieza aparentando realismo, incluso siendo la primera vez que se ambienta en el pasado (años 80) en vez del presente o el futuro (más o menos distópico), pero luego deriva hacia una de las tramas más claramente especulativas o fantásticas de la serie, y el asunto informático en este caso es muy interesante y da para mucho, como haré en la sección correspondiente de abajo.

Lo que creo que hace la narrativa muy interesante en este capítulo es el hecho de que el aspecto tecnológico y de ciencia ficción sea introducido a mitad del metraje o incluso antes, en vez de jugar con el típico giro de guion final que te vuela la cabeza, al que nos han habituado en esta serie, y que suele impresionar bastante pero que muchas veces llega tan tarde que ya apenas da para disfrutarlo, mientras antes me he sentido todo el rato indiferente, como me pasó en Oso blanco. En San Junípero aparece dando una pista con la escena del reloj digital en la mesilla de noche, y a partir de ahí se va aclarando poco a poco y con fluidez, lo que no deja de asombrar, pero permite digerirlo con mucha más sutileza de la acostumbrada. Y cuando al fin entendemos el porqué de que se haya desarrollado tal tecnología, definitivamente nos damos cuenta de que estamos ante un gran capítulo, con un trasfondo mucho más profundo que la aparente frivolidad de las primeras escenas (que por supuesto es totalmente intencionada y acertada). Y lo que también hace tan notable al episodio son los guiños de esos primeros minutos para quien lo vea por segunda vez.

El meollo tecnológico del capítulo (OJO SPOILERS)

datacenter

Si el Pulpo se pone en plan graciosete, lo que nos dirá es que San Junípero es el Imserso 3.0. Ahora bien, si se pone más filósofo, la metáfora más acertada podría ser que esa ciudad virtual es el Reino de los Cielos de los ateos… Aunque maticemos lo de ateos…: Para que la gente de San Junípero pueda disfrutar de esa realidad virtual una vez que ha amochado, también deberían explicarnos cómo han hecho para convertir el cerebro biológico en una memoria virtual pero siendo la propia persona original la que lo está sintiendo todo realmente. Por que sí, vale, se podría especular con una memoria digital que contenga todo lo que contiene nuestro cerebro, pero como mucho sería esa propia memoria artificial la que lo experimentaría, nunca el propio cerebro original… ¿o sí?  Es un poco como lo del teletransporte, que teóricamente regenera celularmente a tu ser en otro sitio pero después de que el “tú” original se haya deconstruído…: ¿El que está al otro lado eres tú o un clon de ti…? Tal y como lo plantea el episodio, esa tecnología es realmente vida después de la muerte, pero la vida de uno mismo, no de un clon, al menos en lo cerebral, lo que de nuevo nos lleva al campo de las creencias… O eso o especulan con que el cerebro sí se pueda mantener biológicamente con vida eternamente, cosa que no explican en la trama y de hecho más bien no parece que sea así, a tenor de esas “cápsulas” de memoria que vemos al final almacenadas en centros de datos. Si hay un punto criticable del capítulo podría ser esa falta de concreción en ese sentido, pero en el fondo me parece muy poco relevante comparado con todo lo demás que nos están contando.

Sí que podría criticar algún hater (y aquí el Pulpo está más moderado que nunca) el hecho de que un episodio de Black Mirror tenga final feliz. Ahora bien, ¿es estrictamente feliz o es interpretable? No me refiero a la historia en sí, que es obvio que concluye optimista, sino a lo que hay detrás, y aquí entro en la parte ética de la tecnología. De repente un capítulo de la serie no nos asusta sobre los peligros de la tecnología, sino que aparentemente hace una apología de lo que podría ser el paraíso gracias a ella. “¿Quién no querría vivir esto?”, dice una de las protagonistas, pero resulta que su pareja le responde con el incontestable argumento que nos lleva a la escondida interpretación negativa del episodio: Por mucho que estés en una realidad virtual ideal, estás en ella con los recuerdos de tu vida real pasada, y esos no te van a dejar nunca, aspecto complicado para los que no vivieron de manera precisamente ideal. En ese “cielo” digital que es San Junípero hay también una especie de “purgatorio” o incluso “infierno” de personas atrapadas en la mugre emocional, que es el garito de carretera. Curiosamente, una de las protagonistas se refiere a la gente que frecuenta ese lugar como “almas perdidas”… De nuevo la religión acechando en la trama, como una especie de persecución a los que han querido sustituir la fe trascendente por un paraíso tecnológico. Por lo tanto, las ironías y las dobles lecturas no faltan en el capítulo, y no hace falta que nos lo presenten con un final crudo, que en casos como el capítulo Caída en picado no funcionaba tan bien. Un final aparentemente feliz no significa necesariamente un final complaciente, y de hecho puede ser tan reflexivo como uno pesimista.

A mí personalmente lo que más me toca la fibra de San Junípero es el aspecto de la vejez, acrecentado por vivencias familiares por las que he pasado recientemente. Esa edad en la que se juntan la pérdida de capacidades físicas y mentales con el miedo al final y el asalto de los recuerdos y la nostalgia, pero todo ello se desea tapar con distracciones que parecen un regreso al pasado, una segunda o tercera juventud… De nuevo el Pulpo haría un chiste sobre cambiar, en la escena de la sala de baile de Tuker´s, a los avatares virtuales por sus cuerpos reales, y tendríamos una escena de una discoteca de Torremolinos con un autobús del Imserso aparcado en la calle. Fuera de bromas, esta historia es también una verdadera metáfora de eso mismo, que se suma a la alegoría sobre las expectativas de cara al final de la vida… o de lo que podría (o no) haber después. Lo dicho, de los capítulos con más asuntos sobre los que reflexionar. Sobre si la tecnología llegará a intervenir en ello, sobre cómo lo hará, y sobre si merecerá la pena o todo lo contrario, son temas demasiado profundos como para concluir, sin más, que este es un capítulo optimista. Por eso va a ser mejor la sutileza que la distopía chunga que lo da todo por hecho, mira tú…

 

Nota del pulpo: 8,5 / 10