¿Cómo lo veis?: O bien he vuelto a pasarme por el forro mi supuesta rebeldía con tal de buscar clicks fáciles con motivo de San Valentín, o bien, como también intenté la semana pasada, es otra excusa para colar la sátira ante tamaña campaña (vivan las rimas) de endulzamiento excesivo para que os paséis por Zara o el Corte Inglés a desembolsar lo vuestro con el objeto de evitar una crisis de pareja. O ambas cosas, que es lo más probable, lo que me hace aún más hipócrita.
…Pero no, no es hipocresía. Por un lado porque, si vivimos de esto, tenemos que subir las visitas al albur de la actualidad, por pura necesidad. Y por otro porque, en cualquier caso, lo que mi troleo expresa es exactamente lo que pienso, así que bienvenidos los fans del Día de los Enamorados porque si logro cambiaros de opinión (harto improbable) me sentiré muy realizado, y si no al menos os habré tocado las narices, y bienvenidos los que pensáis como yo porque aquí tenéis vuestra trinchera amiga.
Pero es que, además, el artículo que os traemos hoy vuelve a servirnos para burlarnos de toda la tontuna esta del ligoteo digital, dados los riesgos de estafa online que puede haber detrás. Y conste que ya advertimos de los peligros de engaño en este tema en el tercero de los artículos de la mencionada entrada de la semana pasada. Y es que en Internet se engaña, lo que en las personas lleva al desengaño, y ese desengaño significa que lo que llamabais amor era un engaño, no os digo más…
Y es que además este nuevo estudio es presentado desde una perspectiva que nos da para la risa (que es lo que nos mola en este blog): Resulta que más de un 20 % de los perfiles en aplicaciones de coqueteo podrían ser bots maliciosos… Vamos, que, con un poco de “suerte”, habéis ligado con un robot… ¡Enhorabuena! Y encima un robot malicioso. Es decir, tipo Terminator, pero el de la primera película, que luego ya en la segunda también se puso en plan humano y tontorrón, y eso que es la peli buena. Pues nada, a salir con Schwarzenegger, y no precisamente con intenciones románticas (ni lujuriosas) por su parte…
…Que también te digo, ya hay gente que va buscando eso mismo: Tener un novio (o más habitualmente novia) robot. Pero literal, sin metáforas: Compañía sexual robótica. Efectivamente, es una tendencia que existe y se va consolidando, materializando lo que hace unos años sugirió Black Mirror en aquel episodio del que ya os hablamos. En concreto, en el artículo del primer enlace de este párrafo, se habla de Harmony, una muñeca sexual con inteligencia artificial que cuesta nada menos que 8.000 dólares. Un “beta-tester” (vaya cometido, ojo), asegura que ha sido para él "una experiencia alucinante", y que la robot “está programada para dar a los hombres exactamente la respuesta sexual que pueden desear de una mujer con la que están teniendo sexo"… Pues nada, menudo San Valentín os váis a perder pudiéndooslo montar con un cacharro… En fin, cómo debe estar el personal para que estas cosas proliferen...
Bueno, que nos vamos por las ramas. Los bots de los que habla el artículo en el que nos centramos hoy son, evidentemente, y como bien sabéis dado vuestro elevado conocimiento cibernético, algoritmos que crean perfiles falsos en Internet. Aclarado esto, os dejamos con el estudio referido, y, lo dicho, ya estáis tardando en aflojar el monedero teniendo en cuenta lo poco que queda para el 14 de febrero. Al final, vais a cabrear a vuestro robot…
¿Estamos «ligando» con robots en las apps de citas?
Las apps de citas, como Tinder u OkCupid, están en alza. Desde hace años tienen millones de usuarios en todo el mundo y hasta se ha estudiado que un 39 % de las parejas estadounidenses se han encontrado en línea, según un estudio de la Universidad de Standford y de la Universidad Estatal de Arizona. Pero la pandemia les ha hecho llegar a récords, con crecimientos de hasta un 12 % entre febrero y marzo de 2020 en Reino Unido. Seguimos buscando el amor en internet, pero ¿sabemos quién está al otro lado?
Al margen de las conexiones por gustos o aficiones, muchos usuarios y estudios advierten de que los bots se están colando en los perfiles con consecuencias, a veces, delictivas. Tras fotos, sobre todo de mujeres, y poca información personal se esconden robots que remiten a la persona a otras webs, algunas de pornografía, o incluso de phishing, donde roban datos de tarjetas bancarias. Match, el grupo que engloba varias app de este tipo, como Tinder, aseguró en 2019 que «capta y neutraliza» al 85 % de perfiles falsos «antes de que se activen» y que, después, en el plazo de un día, eliminan el 96 %. Y no solo eso, Tinder califica de «porcentaje relativamente pequeño» el que ha llevado a los usuarios a ser «víctimas de actividades delictivas».
Pero la sensación generalizada de los suscriptores de esta red social para ligar es distinta. Desde 2017 hay denuncias particulares surcando la red hasta que algunos investigadores se han puesto manos a la obra. Y los datos concluyen que un 23,4 % de los perfiles son bots, según un estudio de profesores de la Universidad de Arizona. Durante tres meses, en 2018, un experimento puso en Tinder 6 perfiles, y de los 623 contactos que quisieron entablar una conversación con ellos, 146 no eran personas. Y sacaron una conclusión interesante: «Son capaces de camuflarse entre usuarios normales: tienen 60 amigos de Facebook de media, utilizan fotos reales y tienen perfiles completos, por lo que es muy complicado detectarlos».
El investigador del equipo SOM Research Lab, formado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e ICREA, Jordi Cabot, advierte de que, en general, los bots han mejorado con el paso del tiempo. «Es un poco el juego del gato y el ratón. Al principio se podía engañar más fácilmente a los usuarios, con lo que los bots eran más simples, pero a medida que el usuario es más consciente, tienen que ir mejorando», alega el experto. Y así lo hacen, y cada vez «disimulan mejor su falsa identidad». Según él, hay muchos consumidores, «más avezados», que verifican si la foto es «robada» en páginas como TinEye, aunque hasta para esto, alerta, hay trucos: «Con los avances de la inteligencia artificial, un bot puede simplemente generar una imagen falsa para un perfil que parezca realmente verdadera».
Los robots también aprenden
No hay que olvidar, explican los expertos, que los bots tienen distintos usos y uno de ellos es el que propicia los encuentros entre personas en estas plataformas de citas, lo que se llama un recommender system. Este tipo de sistemas, explica Cabot, se usan tanto para buscar pareja con gustos similares como para que plataformas audiovisuales, como Netflix, recomienden películas o series de manera individualizada.
Además, pueden adquirir conocimientos para ir más allá, añade el investigador: «Pueden aprender de tu feedback, es decir, la app te recomienda posibles personas afines y, según si aceptas o no, va aprendiendo más de tus gustos y mejora las recomendaciones futuras». Las compañías defienden este uso como básico para el propio sistema y, de este modo, se desmarcan de las denuncias con respecto de que son ellas mismas las que crean los perfiles falsos para tener más suscriptores. Los bots, dicen, «son el corazón de nuestro servicio; de hecho, ¡es probablemente la razón de que te guste utilizar nuestros productos!». Pero también prometen más control dentro de la app con un «servicio pionero» para detectar fotos falsas.
Consejos para no ser engañado
Mientras las dudas crecen entre la comunidad de personas que buscan pareja de manera virtual, empresas como OkCupid lanzan recomendaciones para evitar que los usuarios caigan en engaños. «No enviar dinero o compartir información financiera» es el consejo fundamental en las conversaciones iniciales, que se une al hecho de no clicar en enlaces a webs que sean spam o «sitios comerciales que intenten venderte productos o servicios».
Los expertos, por su parte, ofrecen un truco ante estas supuestas personas: preguntar algo muy concreto para intentar poner a prueba al bot. Con cincuenta millones de personas registradas en todo el mundo y diez millones de suscriptores activos al día, como es el caso de Tinder, algunos consideran que estos sitios de citas, como el resto de redes sociales que son «gratis», pueden tener «dificultades con respecto a perfiles falsos, bots con spam o usuarios peligrosos». Y, en la línea de defensa de que los bots ayudan a las personas a conectar, investigadores de Stanford también plantean una cuestión: «No está claro que estas representaciones falsas sean más comunes en las citas online de lo que lo eran en la era preinternet».
Con nuestras interacciones sociales cada vez más dependientes de una pantalla, el investigador Jordi Cabot apunta a la aparición de app como Zodier, que busca pareja con los mismos sistemas de recomendaciones utilizados por Tinder, pero directamente en un canal de comunicación, como, por ejemplo, Telegram. Así, dice, es «más cómodo», porque aporta «una nueva funcionalidad» a este sistema de mensajería. Quién sabe si en algún momento, como imagina el experto, cada persona tendrá su propio chatbot programado como «avatar virtual personal». «Después de conectar online, serían los propios chatbots los que entablarían una conversación para conocerse mejor y solo después de este filtro las personas pasarían a una comunicación real», señala Cabot.