Conversaciones absurdas con respuestas automáticas de Gmail
La entrada que os he preparado para hoy no os va a dejar indiferentes: O la odiaréis (que es lo más probable) o la amaréis. En el lado negativo, os podrá parecer que estoy como una cabra, o bien que me aburro demasiado, y en cualquier caso que hay que ser un sinvergüenza para que a uno le paguen por escribir cosas como ésta. Ahora bien, si hay algún marciano que se lo toma por el lado positivo, puede que me encumbren como un genio del Taller de la Literatura Potencial, y que he trasladado alguno de los excéntricos Ejercicios de estilo de Raymond Queneau al mundo del correo electrónico (¡qué pretencioso!).