Educar en educación digital
La vuelta al cole está llena de incertidumbre, pero si algo sabemos es que la tecnología y lo digital van a seguir jugando un papel clave.
La vuelta al cole está llena de incertidumbre, pero si algo sabemos es que la tecnología y lo digital van a seguir jugando un papel clave.
Junto al serial sobre la guerra entre Trump y Twitter, se ha desarrollado ya un nuevo culebrón con el presidente de los Estados Unidos entre los protagonistas, y no hay que buscarlo ni en HBO ni en Netflix, sino que, como aquél, está ocurriendo en la vida real. Se trata de la tramitación en varios países como España del impuesto digital o tasa Google.
El colapso de la Administración de Justicia tras los meses de parálisis producidos por la pandemia de COVID-19 ha llevado al propio Consejo General del Poder Judicial a elaborar un plan de choque para afrontar esta situación tras el fin del estado de alarma.
Los aeropuertos son uno de los sectores más afectados por la pandemia internacional COVID-19 y se enfrentan a un escenario complejo que exige más flexibilidad, capacidad de adaptación e innovación que nunca, para recuperar la confianza de los viajeros y garantizar su seguridad.
El confinamiento y el teletrabajo impuestos para frenar el avance del COVID-19 han acelerado las dinámicas empresariales de digitalización de procesos, y uno de los sectores que más ha constatado este cambio de tendencia es del Marketing.
Al fin ha llegado. Llevábamos semanas comentándolo, mientras parecía que no iba a ocurrir nunca, pero era un hecho que iba a pasar: eso que se ha dado en llamar la nueva normalidad ya está aquí. ¿Y ahora qué? ¿Qué van a hacer las empresas? Porque una cosa era adaptarse al confinamiento del estado de alarma, si es que podías, y otra es desenvolverse a partir de ahora. Según un estudio, parece claro que las empresas quieren transformarse digitalmente más rápido que nunca, acudiendo al concepto de metodología agile.
El fomento público de la innovación tecnológica, clave para la competitividad de la empresa privada española.
Si la excesiva cantidad de emails que recibimos habitualmente en nuestras cuentas corporativas ya suele ser una molestia durante el trabajo, los niveles a los que se ha llegado en este período debido al teletrabajo han rozado, o incluso superado, lo inabarcable. Sentimos tener que volver a referirnos con esto a otro nuevo máximo en una curva, como hicimos ayer, pero ese ha sido de nuevo el caso, y además en este caso, valga la redundancia, no sabemos ni cuando se va a superar el pico. Y si es un problema para los empleados, lo puede ser también para las propias empresas.
Imaginemos por un momento que el hombre del tiempo sólo nos soltara un montón de datos sobre presiones atmosféricas, dirección de los vientos dominantes, o separación entre las líneas de isobaras y, acto seguido, diese paso a la información deportiva. Salvo que fuésemos expertos en física, nos quedaríamos como estábamos, sin poder decidir si vale la pena salir el fin de semana al campo o a la playa. Al parecer, esto es lo que sigue ocurriendo en muchas empresas con respecto a los datos de negocio que manejan.
Ya lo hemos dicho varias veces, pero no por ello deja de seguir siendo cierto, salvo nuevos imprevistos: Cada vez queda menos para la finalización del Estado de Alarma. Pero, como también se ha repetido en todos los ámbitos, el riesgo sanitario sigue ahí, como también sigue ahí la opción de continuar evitándolo en la medida de lo posible gracias a, entre otros métodos y herramientas, el teletrabajo. Y como también está latente la impresión de que, independientemente de la pandemia, el trabajo en remoto tiene una serie de ventajas en las que vale la pena reparar de cara al futuro o a la, llamémosla, normalidad real, la que volvamos a tener cuando de verdad todo esto haya pasado, incluyendo el virus.
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