Las empresas se encaminan hacia la última fase de la revolución de los datos
Se caracterizará por generar y distribuir de forma rápida y pragmática la inteligencia derivada de la información.
Se podría hablar de tres fases en la revolución de los datos. La primera ha sido el Big Data que recoge el período en donde se produjo una aceleración por disponer de toda la información, sita en muchísimos archivos, en una única “piscina de datos” de fácil acceso. Este paso lo han experimentado no sólo empresas y organismos públicos, que han invertido ingentes cantidades de dinero en este proceso, sino también las propias personas físicas que, gracias a una tecnología cada vez más accesible, les ha permitido almacenar en un mismo sitio, con altos niveles de seguridad, todos sus ficheros y disponer de dicha información personal de forma mucho más sencilla y rápida.
En palabras de José Luis Cortina, Presidente de NEOVANTAS, “esta primera fase ha conseguido reducir sustancialmente el caos al que caminábamos con cada vez más y más información en silos desconectados, pero al final de la misma ha disparado el interés por extraer valor de las “piscinas de datos” que de forma rápida emergen tanto a nivel individual, principalmente empresas de todos los sectores, como a nivel más global de las “piscinas de datos” que suponen las distintas redes sociales más y más interconectadas”.
Esta primera fase ha dado lugar a una segunda, que es la denominada Inteligencia Artificial. En el fondo se trata de diseñar y poner en marcha algoritmos que se alimenten de la información, ahora más fácilmente disponibles, para elaborar algo de interés y, en muchas ocasiones, también de valor concreto. Así, en el sector financiero proliferan herramientas de credit scoring que, de forma automática, permiten autorizar o no solicitudes de préstamo por parte de los clientes. Igualmente, en el sector farmacéutico y de salud en general la explotación de la información está permitiendo avanzar con celeridad en la detección de enfermedades, así como en el análisis de elementos para su tratamiento eficaz.
“Sin embargo, esta etapa está proporcionando un nuevo caos al dispararse la generación de inteligencia, en muchos casos desordenada y sin control, de las “piscinas de datos” cada vez más fácilmente accesibles por cualquiera. De ahí que, en estos últimos años, se hayan disparado los requisitos para el uso de información y proteger así a las personas de su utilización fraudulenta y para objetivos no deseados”, destaca José Luis Cortina.
La tercera y última fase de esta revolución de los datos, que aún no ha acuñado un nombre, es la que va a situarnos de verdad en un nuevo escalón dentro de la evolución de la humanidad. A nivel empresarial, esta tercera fase es la que impulsará lo que se está bautizando como transformación digital y que aún le cuesta tomar forma de verdad y mostrar todos sus impactos en ingresos, costes y calidad. En concreto, esta tercera fase perseguirá la distribución de la inteligencia, derivada de toda la información que la entidad disponga, tanto estructurada como no (ej.: grabaciones, videos, emails, blogs), a todos los niveles de la organización de forma inmediata. Esta capacidad bien implantada permitirá a la entidad conocer en cada momento la situación de las distintas variables clave, entenderlas rápidamente y dibujar medidas de mejora eficaces, aunando las directrices de actuación desde la cúpula organizativa hasta los puntos donde se deben ejecutar las medidas. Además, permitirá con celeridad disponer de los resultados derivados y de las palancas para su optimización.
“Ya empiezan a emerger herramientas que se podrían enmarcar en esta tercera fase y que terminarán de darle forma y nombre. En este sentido, los próximos años serán apasionantes para configurar un mundo que esperemos sea mucho mejor”, concluye José Luis Cortina.