De todas las veces en que un episodio de Black Mirror me ha parecido mejor que la opinión generalizada que se tuvo de él, Cocodrilo es en el que más puedo entender ese desagrado de los demás, lo que por un lado me lleva a tener opiniones encontradas sobre el mismo, pero por otro me hace pensar que el mensaje que yo percibí no fue comprendido por todos.
Este tercer episodio de la cuarta temporada no gustó debido a su historia deprimente, caracterizada por la crudeza, la violencia (más conceptual que explícita, aunque lo segundo también), y la crueldad. Especialmente lo último alcanzó un punto polémico con el deleznable acto criminal final, y la pregunta de si era necesario llevar tan lejos la actitud de la protagonista. Ahí es donde yo me quedo con la duda de si el capítulo habría expresado exactamente lo mismo sin ese último y escalofriante detalle, pero el hecho es que la sensación final que deja el trasfondo de la historia me resultó apabullante y de necesaria reflexión, y tengo la sensación de que no habría sido tan sobrecogedor si el personaje no hubiera alcanzado ese punto tan extremo de psicopatía. Siendo mucho más grave que lo que hace al final la adolescente del anterior episodio, Arkangel, y que sí me pareció fuera de lugar -como mínimo estéticamente- dentro de la lógica de la historia, creo que en este caso subraya mejor el mensaje, por desalmada que sea la acción, o precisamente por ello. Además, el que una obra muestre violencia no significa que haya que estar a favor de ella o de sus protagonistas, todo lo contrario; no ocurre aquí el síndrome de manipulación que hasta cierto punto pudo llevar a algunos a disculpar a Walter White hasta ciertas alturas de Breaking Bad, o al menos dudarlo.
Porque si de algo va este episodio en términos tecnológicos, y ese es el trasfondo final que creo que no se captó, y que me parece de los más sagaces e inquietentes del Espejo Negro, es del remedio potencialmente más peligroso que la propia enfermedad, consistente en creer que un sistema para invadir la privacidad de la memoria de la gente para obtener pruebas policiales, o periciales, o de agencias de seguros, no va a causar actitudes todavía más criminales en quienes tradicionalmente tratan de borrar a toda costa las pruebas de sus delitos. Cocodrilo habría sido antaño el clásico thriller en el que los homicidas eliminan testigos sin andarse con miramientos. Si a ese tipo de personaje tradicional se le añade la distopía habitual de Black Mirror, que en este caso conlleva que las investigaciones van a llegar hasta el mismo cerebro de los posibles testigos, lo que puede provocar que se revelen cosas independientes que por la vía clásica nunca habrían aflorado, entonces el grado de paranoia al que llegarían esos criminales podría elevar su frialdad y psicopatía hasta niveles insoportables, como los que vemos en el capítulo. Es más, determinadas personas que en principio están alejadas del mundo criminal y que nunca habrían caído en él, pero que potencialmente tienen características psicológicas proclives a ello, en un mundo vigilado digitalmente hasta ese extremo también podrían tal vez desarrollar ese tipo de actitudes ante la amenaza de que se descubran actos en principio menos graves de su vida. Es más, ¿quién puede estar seguro de que en una sociedad que, aun sin intención, incentivara esa paranoia, casi cualquier persona podría acabar comportándose como un psicópata por pura supervivencia, o por no caer de su estatus al infierno? ¿Es la protagonista de Cocodrilo una personal abyecta per sé, o podría haber sido una persona aparentemente normal y corriente, incluso prestigiosa, durante toda su vida? Lo que me parece más que probable es que no se habría visto en la tesitura de llegar tan lejos si las investigaciones no fueran tan invasivas como sugiere la distopía, independientemente de algún posible fallo de guion que se pueda percibir en el capítulo. E independientemente, también, de su responsabilidad en sus imperdonables decisiones, pero que posiblemente habrían sido otras menos graves (no por ello legítimas) en la era pre - tecnológica.
También se criticó de este episodio que copia la esencia de la tecnología ya mostrada en el de la primera temporada, Toda tu historia. Pues no sé qué problema hay en ello: podría serlo si el argumento fuera por los mismos derroteros, si no contribuyera con nada nuevo, pero no solo hace eso, sino que es radicalmente distinto. A mí ya me pareció que aquella idea daba para historias totalmente diferentes, y en Cocodrilo estuvo muy bien aprovechado. Desde otro punto de vista, también podría alguien decir que la primera escena de este capítulo recuerda, aparte de lo obvio de Muerte de un ciclista de Juan Antonio Bardem, a Norman Bates hundiendo el coche en el pantano tras el crimen de “su madre”, pero tampoco Alfred Hitchcock había inventado la rueda en la mítica Psicosis, y lo de “deshacerse del muerto” era tan viejo como las novelas negras, pero eso no es óbice para que no se pueda revisar la idea si puede haber algo nuevo que aportar. En la era tecnológica, este asunto adquiere un tinte muy preocupante, que es justo lo que en el anterior párrafo he opinado que explica el meollo del episodio. Y volviendo al parecido de la tecnología con Toda tu historia, hay que matizarlo un poco: En aquel episodio de la primera temporada, se trataba de una memoria informática implantada en la cabeza; en Cocodrilo es un sistema cibernético para acceder a la memoria cerebral, natural o biológica, como queráis llamarla; Es muy distinto, desde varios puntos de vista, y por ejemplo cambia el aspecto de la objetividad de la memoria digital respecto de la subjetividad y distorsiones de la memoria real (véase el dentista que confunde el color del chubasquero de una persona).
Asimismo, tampoco gustó a algunos que el desarrollo de los hechos se vuelve previsible. Eso yo también lo percibí, y en algún momento me bajó un poco el interés, pero a la larga acabé sintiéndolo como una prueba de la lógica interna del guion, lo que demuestra que este es coherente y bien elaborado. No creo que las ficciones tengan que ser necesariamente sorprendentes en cada minuto del metraje, siempre que eso no devenga en un cierto grado de aburrimiento o indiferencia para el espectador, problema que sí me pareció algo más patente en Arkangel (en el que por cierto la cuestión tecnológica va también sobre algo relacionado, de nuevo con la privacidad de por medio). En Cocodrilo, además, el final no es esperable en absoluto, y al margen de que lo del hámster pueda llegar a chirriar, la controvertida vileza final de la protagonista, aunque sea muy dura (acepto que excesivamente dura) deja un poso que desde luego te aleja totalmente de la indiferencia de un guion previsible.
En definitiva, que no lo voy a colocar junto a los mejores episodios de Black Mirror debido a esa misma sensación de aspereza tal vez exagerada que todos han recalcado, pero sí muy cerca de ellos por la agudeza y oportunidad de su mensaje, junto a la perfecta narrativa y la brillante interpretación de la actriz principal Andrea Riseborough, de las más memorables de toda la serie para mi gusto.
Y como veis, la temática oscura del capítulo no me ha dado para colar ni un solo chiste… hasta ahora…: Lo dejo para el final, porque haberlo hecho antes habría provocado en esta entrada algo parecido a lo que el buque encallado ha provocado en el Canal de Suez.
Nota del pulpo: 7,5 / 10