Otra vez, la tercera temporada de Black Mirror ha vuelto a convencerme positivamente en otro de sus capítulos, y otra vez disiento de otras opiniones. Infravalorado en España, mejor considerado fuera de nuestras fronteras, Men Against Fire me ha parecido uno de los episodios más acertados, inquietantes y reflexivos de la serie.
Con una narrativa casi perfecta (no entiendo cómo en un par de reseñas de prensa españolas de toda la antología de la serie se puede poner en último lugar a un guion prácticamente sin fisuras), un planteamiento tecnológico muy interesante que diseccionaremos abajo, y un trasfondo ético/moral realmente potente, lo único que reconozco que no está a la altura de lo demás es la intensidad emocional, que no es que esté ausente, pero que si hubiese alcanzado las cotas de El himno nacional de la primera temporada, Cállate y Baila de esta misma tercera, o el predecesor San Junípero, podría haber sido el mejor de Espejo Negro. En cualquier caso, lo pongo muy cerca del podio hasta el momento.
Desde los primeros minutos del capítulo se me ocurren pocos fallos o defectos, si bien todavía no acabo de sentirme afectado anímicamente por lo que ocurre. Se van dando pistas sobre el trasfondo moral que se tocará luego desde un punto de vista inesperado (el habitual giro de guion de la serie), en una trama que junta el ambiente bélico distópico con el debate sobre el racismo que me recuerda a District 9. La temática se va volviendo interesante, y si no acaba de alcanzar una intensidad psicológica elevada a pesar de la tensión de los hechos (casi de terror), es quizá porque los personajes deberían haber estado algo más desarrollados, especialmente el protagonista.
No obstante, cuando empezamos a sospechar lo que le está ocurriendo a ese personaje principal, y más aún cuando se nos confirma y se nos explican los porqués, el episodio adquiere un nivel argumental brillante, que justifica todo el capítulo, y que funciona no sólo como otra distopía tecnológica de Black Mirror, sino también como metáfora o reflejo de nuestro mundo real. Pero para entrar en la mandanga tecnológica, y para poder hacer spoilers, abrimos como es habitual la subsección correspondiente:
El meollo tecnológico del episodio (OJO SPOILERS)
El primer detalle que me llama la atención es que, estéticamente, hay un punto en común con otro de los episodios que más me gustan de la serie, aunque por lo demás es bien distinto, Toda tu historia, ya que la tecnología implantada provoca en la gente que los ojos se queden en blanco mientras la están utilizando. Vamos, que parecen drogaos perdidos, como la gente con el móvil cuando viaja en metro. Así pues, ¿quiénes son los zombies: las cucarachas o los humanos adictos a la tecnología…?
Cuando finalmente se nos revela que esa tecnología, conocida en esta historia como “La máscara” (pero con mucha menos gracia que la peli de Jim Carey), hace ver a los soldados una especie de “realidad virtual” selectiva que acentúa la fobia hacia los “enemigos” a los que tienen que eliminar, me cuestiono por enésima vez el porqué de la expresión “realidad virtual”, que personalmente creo que sería más honesta si se cambiara por “falsedad realista”… pero claro, de esa forma no vendería, ¿verdad?
Abro un paréntesis para hacer un inciso ahora que estamos hablando de la revelación final. Una escena cuyo diálogo (más bien monólogo) adquiere otro significado mucho más potente (si cabe) visto por segunda vez es la de la militar tratando de convencer al religioso que esconde a "cucarachas" en su casa. Una vez más, Black Mirror dando puntada con hilo.
En definitiva, se trata básicamente de una mentira creada digitalmente. La Ciencia de matar, pues, acaba siendo básicamente mentir para matar, como bien expresa hacia el final de la historia el protagonista. A partir de ahí, la relación con lo que ocurre en el mundo real en las guerras (soldados que evitan disparar al enemigo, o desvían el tiro para no darle, o si no lo hacen acaban traumatizados el resto de su vida, etc.), refleja una realidad tan cruda como la peor de las distopías. Y en este caso la distopía consiste en que la tecnología haría más inmoral aún al remedio que a la enfermedad (justo al contrario que en San junípero), pero al no sentirlo se llevaría mejor (¿no es precisamente por eso por lo que es inmoral…?)
Nota del pulpo: 7,5 / 10