Pues va a ser que no es conspiranoya...

Vulnerabilidades por doquier

Lo siento amigos, pero ya iba tocando un post más serio, menos jacarandoso o menos lúdico que los últimos, y así nos ponemos más o menos acordes con la pasión propia de estos días, faltaría más.

Y hoy la cosa va sobre los riesgos para la seguridad de los cada vez más y más dispositivos inteligentes que la revolución digital nos está trayendo. Abundamos así en una pregunta que ya nos hicimos en el blog hace tiempo (tema que, obviamente, ni mucho menos nos hemos inventado nosotros): El temor a que toda esta tecnología pueda volverse en nuestra contra, ¿es fundado o es conspiranoya? En aquella entrada, recordamos, hablábamos de que no eran tecnófobos sino al revés, gurús y líderes de la industria, los que se protegían de los riesgos: Mark Zuckerberg de Facebook poniendo la clásica pegatina para tapar la webcam de su PC, o Tim Cook de Apple evitando que sus sobrinos usen dispositivos (en este caso, bien es cierto, para evitar el abuso de la conexión).

Bueno, pues hoy volvemos a mostrar motivos para llegar a la conclusión de que los temores están lejos de ser conspiranoya o tecnofobia. Por un lado, en este artículo se nos habla de los riesgos de seguridad de los llamados “cobots”, robots colaborativos propios de la automatización industrial. Para entendernos, son esos brazos robóticos que vemos en muchas fábricas por ejemplo soldando piezas, y que cada vez son más autónomos e inteligentes. Lo interesante del asunto es que ocurre igual que los que comentábamos en el párrafo anterior: son unos fabricantes de dichos robots los que han reconocido las muchas vulnerabilidades que estos tenían.

Se trata de dos startups alavesas, Acutronic Robotics y Alias Robotics, especializadas en robótica y ciberseguridad, respectivamente, las que han revelado los peligros de no proteger los robots colaborativos o cobots. Es la primera de ellas la que diseñó uno de dichos dispositivos, y antes de lanzarlo al mercado lo sometieron a un análisis de seguridad por parte de la segunda, y el estudio reveló múltiples debilidades, hasta 27 (dos de ellas críticas y seis con un alto grado severidad), amenazas que, por su tipología, muy probablemente son compartidas por todos los brazos robóticos del mercado y que, por tanto, ponen en duda la seguridad de estos dispositivos.

robots_colaborativos_hackers

Claro, aquí es cuando cualquiera se pregunta: Si esto es lo que reconocen los propios fabricantes, primero ¿cómo dudar de ello o llamarlo conspiranoya? Y segundo, ¿qué no harán los fabricantes que no hacen este autoanálisis y lo hacen público? Y por si quedan dudas, así nos lo explican estos especialistas: La mayor parte de los robots colaborativos existentes en el mercado “son totalmente inseguros”, y lo que es peor, a la mayoría de los fabricantes de cobots, simplemente no les importa. Aunque claro, siempre queda pensar (otra forma de posible conspiranoya o no) que esto es una buena maniobra comercial para auto – otorgarse un crédito que restan a su competencia.

En cualquier caso, el problema puede ser serio, porque estamos hablando de vulnerabilidades críticas que podrían representar importantes amenazas a los clientes finales si no se mitigan a tiempo.

Otro caso llamativo ha ocurrido recientemente, y ha tenido mucha más trascendencia mediática, con la famosa cámara de videovigilancia del chalet de Pablo Iglesias que fue hackeada. Al respecto de esto, desde la compañía de ciberseguridad All4Sec lo dejan bien claro: “La verdad es que la mayor parte de las cámaras de vigilancia comerciales son relativamente fáciles de hackear. El problema es que a menos que se haga una búsqueda activa es muy difícil detectar si han sido hackeadas”. Pues eso, conspiranoya poca. Y poca broma, que diría Vicente del Bosque sobre el colesterol.

Para tranquilizar un poco la sensación de apocalipsis tipo Terminator a la que parece llevar todo esto, inlcuiremos también lo que recientemente ha dicho Jacinto Cavestany, Consejero Delegado de BT en España, acerca de otro de los miedos recurrentes y como vemos no tan desencaminados, la sustitución de empleados por robots: “Creemos firmemente en que la tecnología sirve y servirá para mejorar las capacidades humanas en lugar de reemplazarlas. No se trata del hombre contra la máquina, sino de personas y máquinas que trabajan juntas para abordar los problemas más complejos con los mejores resultados posibles. La clave para conseguirlo está el empoderamiento de las personas, para sacar el máximo partido debemos ser capaces de aportar lo que queda fuera del alcance de las máquinas: pasión, empatía, creatividad, pensamiento crítico, o trabajo en equipo”.

Sea lo que fuere, lo que sí nos congratula es el ejemplo de autocrítica de la empresa de robótica alavesa a la que hacíamos referencia antes… ¿notáis la diferencia con el también aludido Mark Zuckerberg, que cada vez que entona el mea culpa por los escándalos de Facebook anteriores aparecen dos o tres nuevos casos? No, amigo Mark, si se dice que no volverá a ocurrir es para que realmente no vuelva a ocurrir.