Regresa el Espejo Negro. Temporada 6 Episodio 1: Joan es horrible

Volvemos a nuestros orígenes como críticos de ficción tecnológica

Ha ocurrido, amigos: Volvemos a tener nuevos episodios de Back Mirror. Es más, es la primera vez que este que escribe asiste a nuevas entregas de la popular serie de ficción sobre tecnología de Charlie Brooker, en el momento de su estreno. Y es que todas las temporadas anteriores las vi (y las reseñé en este blog) con al menos un año (caso de la quinta temporada) de retraso. Vamos, que ahora ya si puedo ir de “fan” (si quisiera, que no es el caso).

Esto da lugar a un curioso galimatías: La serie que nos introdujo en el mundo de las reseñas de ficción (tanto de series como de películas) en este blog, ahora debería quedar como una subsección de la sección del Seriéfilo Tecnológico (a su vez derivada de la previa el “Pulpo Boyero”), surgida a raíz de aquella. Bueno pues no, el Espejo Negro va a seguir siendo el Espejo Negro, se lo ganó a pulso y es un caso aparte, en el que reseñamos todos y cada uno de los episodios por separado (cosa que no hacemos con el resto de series), que para eso son historias autoconclusivas y con personajes propios.

En una serie que ha interpretado su propia visión – casi siempre distópica – del desarrollo de la tecnología digital que en paralelo hemos ido experimentando en los 12 años que han pasado desde el estreno de la primera temporada, el primer episodio “Joan es horrible” aglutina varios conceptos tecnológicos acordes al 2023 al que hemos llegado: Plataformas de streaming, algoritmos, deepfakes, espionaje a través del smartphone y computación cuántica. Y lo hace con un estilo que sigue la marca de la casa de la serie británica: Una historia sorprendente e inquietante con toques de humor.

La tendencia tecnófoba, por tanto amigable con los Pulpos en la nube, sigue presente en Black Mirror, y se atreve esta vez a satirizar nada menos que a la propia plataforma de streaming que nos la brinda, la todopoderosa (ahora algo menos que antes) Netflix. Cuestiona la validez del modelo de los algoritmos que recomiendan contenidos los más afines posibles al espectador, llevándolo al extremo (como es de esperar), al tiempo que pone en tela de juicio la pérdida de la privacidad en internet, sin obviar que buena parte de la culpa es de los propios usuarios. Quizás no sea, sin embargo, un crítica feroz (no vaya a ser que los jefes de Netflix se enfaden), y el tono satírico pero más o menos blanco (salvo el marrón -que no se ve pero se supone- de cierta escena) edulcora la crítica, lo que provoca aquello que ya notamos en otras temporadas de la serie: Que sí, que mucha detracción a la tecnología, que no nos va llevar a nada bueno, pero luego no es más que una serie de entretenimiento, y en la vida real no pasa nada, no hay de que preocuparse, hay tiempo para comer de sobra. Es esa idea que quedó reflejada en el final del capítulo Quince millones de méritos de la primera temporada, con esa comercialización y por tanto banalización de la reivindicación anti esclavitud tecnológica.

El capítulo me parece que cumple en general bastante bien; no es de los mejores de la serie pero se acerca más a estos que a los peores; está ligeramente por encima de la media para mi gusto, vaya. Eso sí, sus defectos tiene: Aunque funciona por lo inusual y atractivo de la historia, su ligera tendencia a la narrativa realista (en la forma, chocando con el contenido) hace que ciertos comentarios y chistes de los personajes resulten un poco absurdos, propios de una tradición de humor británico que aquí no está en primer plano y por lo tanto descoloca. Por ejemplo, un personaje que hemos visto que tiene una plataforma de streaming y que por tanto ha aceptado las locas condiciones de “privacidad”, no puede echar en cara a otro personaje exactamente eso mismo. Por no hablar de que los personajes se sorprendan más de lo que pasa en la serie que están viendo que de lo loquísimo que es que tal serie se haya podido realizar. Es verdad que al final hay un brillante giro de guión (marca de la casa Black Mirror) que, bien pensado, podría justificar ese tratamiento poco consistente en esos diálogos, pero por un lado no me queda claro que sea verdaderamente intencionado o simplemente hayan querido colar (mal) unos chascarrillos para aliviar la trama, y por otro lado, toda esa parte ya te la has tenido que comer con patatas antes de llegar a ese final: El efecto “arreglar al final” de episodios clásicos como Oso blanco o Hang the DJ, aunque en este me parece menos grave lo que había que arreglar (si bien el final de Hang the DJ era aún más brillante).

¿Llegaremos a algo parecido en el mundo real? Bueno, si mezclamos la falta de personalidad de tantos productos de plataformas de streaming con la exposición que mucha gente de a pie hace de su propia vida en internet, y le añadimos unas gotas de la inteligencia artificial que nos lleva flipando desde hace algunos meses, igual no está tan lejana esta nueva interpretación digital del Show de Truman… Ya veremos.

 

Nota del Pulpo: 7 / 10