Por mucho que os empeñéis, en nuestro caso el problema no es la nomofobia. Da igual que volváis a publicar artículos en prensa sobre el tema, porque además es casi el mismo texto que ya nos enviasteis en una nota de prensa hace año y medio. Es el smartphone lo que nos aterra a los tecnófobos, no su ausencia.
La gente lo pasa mal si pierde la cobertura o el 4G o se queda sin batería en el teléfono móvil durante un rato; para nosotros el TOC es que suene una llamada o un aviso de mensaje para recordarnos que el cacharrito existe y lo tenemos ahí: entonces empieza nuestra ansiedad y nuestras taquicardias. Que, por cierto, ya os vale con las expresiones, porque no contentos con lo de nomofobia, os sacáis de la manga eso del Battery Anxiety, que no me queda claro si da más rabia que lo digáis en inglés o que aclaréis lo que significa (vaya traducción más difícil). Mira que os gusta fliparos, sin reparar en la autoparodia.
A nosotros no nos engañaron con lo de tener un teléfono inteligente hasta hace bien poco (apenas año y medio), por culpa de una de esas apasionantes aventuras burocráticas en las que no quedaba claro si todo se podía resolver a través de un ordenador conectado a Internet o bien era necesario tener un dispositivo móvil que admitiera visionado de códigos QR. Hasta ese momento, cada vez que cogíamos el transporte público sentíamos vergüenza propia y ajena al ver a todo el mundo abducido como zombies con sus smartphones mientras nos atenazaba el miedo a que de repente sonara nuestro dumbphone 2G de teclas físicas y diéramos la nota. Ahora, seguimos sin querer formar parte de esa imagen distópica de gente en los trenes y autobuses conectada en masa y a todas horas como si estuviera controlada por el Gran hermano de 1984, y mantenemos nuestro ya actualizado teléfono guardadito en el bolsillo, muy dignos nosotros en nuestro rictus revolucionario y contracorriente (como si alguien fuera a fijarse en ello). Eso nos crea una ansiedad inversa, la de esperar medio cabreados a ver si unos cuantos guardan su móvil en su bolsillo para que el hecho de sacarlo nosotros no nos haga formar parte de un rebaño. Pero nada, no hay forma, y la mala leche se va acumulando por dentro, mientras pensamos a gritos “¡borregos!”. Ale, ponedle nombre a esa fobia, sabios psicólogos de la rama tecnológica…
Una cosa si nos hace sentir más sanos. Me ocurrió el otro día: Salí a la calle sin darme cuenta de que no llevaba el móvil (iba a estar varias horas fuera), y al percatarme hice el ademán de darme la vuelta para volver a casa. Dicho ademán no me ocurría cuando tenía el anterior teléfono prehistórico. Pero el hecho de que se quedara en un ademán, y yo siguiera adelante sin llevar encima el yugo digital, me hizo sentir el dulce sabor de la libertad, amigos.
En fin, si os empeñáis en seguir mandándonos los susodichos artículos y notas de prensa repetidos (o casi), advirtiendo de las actitudes psicológicamente extrañas (cuanto menos) que está asumiendo la mayoría de la gente en esta era digital, al mismo tiempo que nos seguís vendiendo la moto de compraros vuestros dispositivos tecnológicos, pues vale, seguiremos publicándolos, participando en vuestro juego de “queremos concienciar contra lo mismo que estamos haciendo”, faltaría más. Pero hagámonos a la idea de que no va a haber gabinetes de terapeutas suficientes para tanta chaladura como la que se está creando. Avisados estamos.
¡No sin mi móvil! Los jóvenes españoles (81%), los segundos a nivel europeo que más sufren nomofobia
No cabe duda de la importancia que ha adquirido el smartphone en nuestra vida diaria, tanto, que se ha convertido en una extensión de nuestro cuerpo. De hecho, desde hace años se habla del término nomofobia, que hace referencia al miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin nuestro teléfono. En este sentido, un estudio de OnePlus, compañía de telefonía móvil, sobre la nomofobia, desvela que los jóvenes españoles de entre 18 y 35 años son los europeos que más padecen esta afección (81%), sólo superados por los italianos (82%).
Con este estudio, la compañía busca conocer el uso que le damos a nuestros dispositivos y concienciar sobre la necesidad de tener una relación sana con ellos. Entre las principales conclusiones que se desprenden del estudio, destaca el hecho de que el 89% de los jóvenes españoles reconoce que necesita tener siempre el móvil en su mano, bolsillo o a la vista. A esto hay que añadirle que los españoles prefieren renunciar a quedarse sin bebidas alcohólicas (43%), patatas fritas (33%) o chocolate (23%) antes que quedarse sin su móvil.
“El smartphone juega un papel fundamental en la sociedad europea actual, tal y como lo demuestran los datos de nuestro estudio. Debido a su presencia casi total en todas sus actividades diarias, los usuarios necesitan poder confiar en que sus dispositivos van a estar preparados y no les van a dar ninguna sorpresa inesperada”, señala Tuomas Lampen, Jefe de Estrategia Europea de OnePlus.
Battery Anxiety: ¿qué es y cómo nos afecta?
En los últimos tiempos, la relación dependiente con nuestros dispositivos ha derivado en la evolución de nuevas tendencias de comportamiento relacionadas con la nomofobia. Este es el caso de la ansiedad por la batería (del inglés, battery anxiety), que hace referencia al malestar que sienten algunos usuarios cuando advierten que su teléfono se está quedando sin batería. De hecho, en algunos casos severos de dependencia, algunas personas no salen de casa si ven que su teléfono móvil apenas tiene batería. Por otra parte, según los datos del estudio de OnePlus, la mitad los españoles admiten que recurren a móviles de familiares o amigos cuando tienen batería baja o buscan bares o restaurantes para cargar sus móviles, ya sea preguntando al personal (32%) o buscando ellos mismos enchufes disponibles (34%).
Como resultado, la capacidad de carga que tienen estos dispositivos se ha convertido en una de las funcionalidades más valoradas por los usuarios a la hora de adquirir uno. Sin ir más lejos, el 64,6% de los españoles apuntan a la batería como la característica que más aprecian a la hora de elegir un nuevo smartphone.