Desde que la tecnología abrió la caja de pandora del control parental, se hizo más visible que nunca la tradicional tipología de los padres hiper – protectores, también denominados más recientemente “hiperpadres” (que la verdad es que suena a superhéroes) e incluso “padres helicóptero” (que ya no sabría decir ni a qué suena…). Vamos, que era algo que llevaba ahí toda la vida, pero que el mundo digital ha potenciado y visibilizado aún más, como ocurre con lo del discurso del odio y las redes sociales.
Hay que acotar por un lado el control parental sobre los propios dispositivos, y por otro el control sobre la vida real. El primero surge al surgir la tecnología y para evitar el uso inadecuado de la misma por menores (aunque podría asimilarse a lo que antes era evitar que los niños vieran ciertas películas o revistas, por ejemplo). El segundo digamos que sustituye a la Vieja del Visillo, y por lo tanto convierte a la tecnología en el propio remedio como forma de cotillear la vida de los hijos fuera del hogar, no vaya a ser que la líen parda.
Sobre ambos conceptos se trata en el segundo episodio de la cuarta temporada de Black Mirror, pero con preponderancia en el segundo: El espionaje 4.0, en este caso materno. Las consecuencias de sobreproteger así a una hija se acaban mostrando claramente en Arkangel, elevadas a la enésima potencia por las capacidades ilimitadas de la tecnología. Pero ojo, que a la inversa tampoco es lo ideal: Cuando se toca el primer concepto de control parental antes explicado, en este caso desactivándolo y dando la posibilidad a la niña de ver, con sólo 9 años, todo lo que hay en Internet, sin ningún tipo de filtro, los efectos tampoco resultan precisamente alentadores, como cabría esperar. Y claro, el cambio radical de actitud (primero control absoluto, luego libertad total, y finalmente intromisión en la vida de una adolescente), no es que sea una montaña rusa muy recomendable.
Y es que ser padres es una cosa muy difícil, hay que reconocerlo. Pero si a eso le añadimos lo de estar como pulpos en la nube, pues ni te cuento. Si además las tecnologías siguen evolucionando y se acabara llegando a lo que este capítulo de la serie vaticinó hace apenas poco más de tres años, entonces podríamos echarnos a temblar. Porque una cosa es que haya gente lo suficientemente inteligente como para gestionar de manera razonable estos asuntos, y otra muy distinta es esperar dicha inteligencia de todo el mundo… Además, la madre protagonista no es precisamente tonta, otra cosa es su estabilidad emocional, que esa es otra.
Es cierto que, si bien no al nivel de desarrollo que propone el episodio (esta vez en la vertiente futurista de la serie), la tecnología como hemos dicho ya se está usando para que los padres controlen más a sus hijos. Eso hace que buena parte de lo que vemos en Arkangel, aunque me parezca un buen capítulo, me haya resultado un tanto obvio y previsible. Funciona bastante bien como crítica a lo que ya está ocurriendo, pero al explorar las posibilidades tecnológicas se queda quizás un poco corto. No así en las consecuencias dramáticas de la historia, las cuales, más bien al contrario, llegan a un punto catártico ante el cual sentí rechazo, porque a pesar de estar motivada a lo largo de la trama (insensibilización simbolizada por el perro ladrador) la reacción final de la chica ante su madre, no me quedé diciendo “claro, se veía venir”, sino más bien “igual os habéis pasado cuatro pueblos”: Lo único poco previsible del episodio resulta ser de una saña exagerada y por tanto desagradable, y sin que con ello mejore el mensaje, en mi opinión.
Pese a lo dicho en el anterior párrafo, Arkangel me ha parecido interesante en su argumento, muy coherente y fluido en su narrativa pese a no ser de los episodios más largos (en ese sentido es, de hecho, de los que mejor aprovechan el metraje de toda la serie), muy bien dirigido por parte de Jodie Foster, e igualmente interpretado con brillantez por parte de su elenco actoral. No me parece de los mejores debido a los defectos apuntados, pero está más lejos de ser de los peores, eso seguro.
Finalmente, y volviendo a las cuestiones digitales, se me ocurre que la misma aplicación podría dar lugar a episodios sobre otros temas igualmente polémicos y escabrosos: El control que se ejerce sobre la pareja sería el más recurrente y no por ello desdeñable, lo que pasa es que ya fue tratado, de otra forma ligeramente distinta en lo tecnológico en Toda tu historia, un capítulo para mi gusto aún mejor. Sin embargo, imaginemos en estos días convulsos llenos de tramas ocultas que los votantes pudiéramos ejercer el control de Arkangel sobre los políticos, ¡qué distinto sería el mundo, ¿no?! Sería el Arkangel de la transparencia…Lo malo es que obviamente alguno diría que eso no está bien, que “o Arkangel o libertad…”. Por si a alguien le ha dolido, pondré otro ejemplo menos grave para distender la cosa: Que los hinchas de fútbol controlaran con Arkangel a los árbitros y al VAR… El VAR del VAR, vaya… Bueno, no sé yo si esto serviría para distender… En fin, mejor me callo y me despido hasta la próxima… Pero portaos bien, que el Pulpo os vigila, ojo…
Nota del Pulpo: 7 / 10