El cinéfilo tecnológico: El gran hackeo (2019)

Documental sobre el escándalo de Cambridge Analytica

Ha llegado el momento de volver a tratar el género documental dentro de esta sección de reseñas de películas sobre tecnología de nuestro querido blog. Y lo hacemos con una que a algunos les podría parecer que hemos tardado demasiado en traer por aquí, aparentemente desactualizada y olvidada en medio de un mundo que posteriormente ha dado y sigue dando muchos otros tumbos, seguramente más graves que el tratado por este trabajo.

Pues negamos la mayor. Primero, porque en el año de estreno de El gran hackeo, 2019, aun no existía esta sección de reseñas en el Pulpo, y en cuanto llegó la pandemia al año siguiente, el escándalo del uso ilegal de datos de Facebook por parte de Cambridge Analytica para condicionar resultados en elecciones y referéndums ya quedó un tanto diluido. Pero, sobre todo, porque a pesar de la sensación de que la preocupante actualidad global no tiene relación alguna con el tema de esta película, en realidad la tiene y mucha, hasta el punto de confirmar los temores de los protagonistas del documental de cara al futuro.

El film disecciona el mencionado caso de Cambridge Analytica desde el punto de vista de tres personas que, en aquel momento, colaboraban para sacar a la luz las mucho más que cuestionables prácticas de esa compañía de minería y análisis de datos que, hablando en plata, se pasó por el forro la privacidad en Internet de millones de personas. Es un escándalo del que se habló largo y tendido, y en repetidísimas ocasiones, lo que provoca que a muchos les pueda parecer que el tema ya estaba muy visto. Aquí mismo hablamos sobre ello más de una vez. Sin embargo, cuando uno piensa en lo que ha ocurrido tras su estreno en Netflix, lejos de verlo como un asunto eclipsado por desgracias más graves como antes he dicho, se da cuenta de hasta qué punto son evidentes ciertas conexiones entre noticias y actitudes de ciertos grupos de gente e incluso gobiernos con esos hechos catastróficos, en similares términos a los que relata el documental, como más adelante explicaré.

Para muchos que, para mi gusto, infravaloran la película en las populares páginas web de aficionados al cine y series (o más bien aficionados a opinar -o desahogar mala leche- sobre cine y series), ésta no revela más de lo que ya nos habían explicado cientos de veces en las noticias del proceso contra Cambridge Analytica. Por el contrario, a mí me parece que el documental viene muy bien no sólo para entender de manera más reposada y reflexiva (frente al periodismo “urgente” y no digamos al clickbait) todo lo que ocurrió y sus consecuencias, a corto y largo plazo (especialmente nefastas sobre todo a largo plazo), sino sobre todo para acudir a él posteriormente y no olvidar lo que nos estamos jugando con estos temas, precisamente sobre lo dicho del largo plazo. En ese sentido, creo que forma un tándem necesario de concienciación digital junto a El dilema de las redes sociales.

Por otro lado, este film aporta un punto de vista diferente al de las noticias que fueron destapando el escándalo cada vez que los testigos declaraban en la investigación. Al estar rodado al mismo tiempo que se llevaba a cabo el proceso, muestra los momentos en los que se descubre el pastel. Por ejemplo, una de las protagonistas es la exdirectora de Cambridge Analytica y colaboradora en la campaña de Donald Trump para las elecciones de 2016, Brittany Kaiser, que ahora testifica para sacar a la luz el escándalo. En el documental asistimos al momento en el que ella misma descubre, atónita, el documento que demuestra que Cambridge Analytica seguía teniendo los datos personales de 30 millones de usuarios de Facebook que ya habían asegurado haber borrado.

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En la película se califica al sistema que intentan imponer tecnologías como las de Cambridge Analytica como “cleptocracia digital”. Y a las estrategias utilizadas por las mismas como armas de nivel de uso militar. Y lo segundo no es una hipérbole, sino literal: son los mismos métodos de manipulación psicológica que los ejércitos usan contra sus enemigos. Si eso es lo que se está haciendo con la gente para que ocurran cosas como el Brexit, podemos ir despidiéndonos de ser dueños de nuestro destino como sociedad, o de lo poco que pudiéramos seguir siéndolo. Por otro lado, es un riesgo que trasciende a ideologías concretas: Si los, de momento (y a saber), “buenos de la película” ven que sólo pueden volver a ganar a los “malos” con esos mismos métodos, al final todos los usarán, se aceptará como lo normal, y entonces desaparecerá definitivamente lo que quede de democracia (término que, sin embargo, se seguirá usando como eufemismo).

Y ahora paso a mencionar esos detalles del mundo “apocalíptico” en el que vivimos desde hace dos años, que revelan un uso poco ético de la informática digital para posicionar las opiniones y actitudes de la gente frente a las crisis que estamos viviendo, y que hacen tan oportuna la revisión de El gran hackeo. Empezando por la pandemia, ¿alguien cree que no se ha potenciado a través de las redes sociales la proliferación de múltiples grupos negacionistas del virus, o de antivacunas? ¿o que no se ha polarizado de forma similar a la ideológica en política el debate sobre el deber u obligación de vacunarse? Siguiendo por el mandato del (así lo sentenció la justicia) ayudado por Cambridge Analytica a ganar Donald Trump, ¿no recordamos ya cómo esa administración ha utilizado después las fake news para seguir aplicando ese sistema cleptocrático, incluso para no aceptar su derrota en las siguientes elecciones, llevando al viral y patético asalto al Capitolio, ejemplo de insurrección populista que tanto recuerda a escenas mostradas en El gran hackeo? Y finalizando con el momento actual, ¿se atreve alguien a dudar de la posibilidad de que el gobierno ruso haya tratado de manipular por la misma vía a su población para hacerla partidaria de la invasión de Ucrania? Y no sin relevancia al respecto, en el propio documental ya se mencionan contactos de Rusia con Cambridge Analytica por aquellos tiempos… Pues eso, como para decir que el tema está desfasado. Ahora bien, ¿cuáles son las Cambridge Analytica que hacen ahora el trabajo...?

Algo que hace todavía más preocupante todo esto es pensar que el famoso reglamento RGPD de protección de datos se empezó a aplicar antes incluso de que se estrenase El gran hackeo, y no parece que podamos estar ahora mucho más seguros de que ya no se use nuestra información personal de manera fraudulenta, o como mínimo ilegítima, o como mínimo perjudicial para preservar una sociedad democráticamente sana y madura. Es más, puede que incluso esos intentos por legislar provoquen que los tiros salgan por la culata. Por ejemplo, al no tomarnos la molestia de revisar las cookies en cada página web y en cada app móvil (por tener siempre tanta prisa por usarlas, ya que "sin ellas no podemos vivir"), damos consentimiento precisamente a vivir en una sociedad cada vez menos preocupada por el concepto de privacidad. Y sin la privacidad, la democracia se resiente, porque ya no pensamos nosotros, sino los algoritmos que nos dicen lo que tenemos que seguir pensando. La tecnología nos conoce mejor que nosotros mismos, y convertimos los datos sobre nuestros intereses en su gasolina: Nos convertimos en la mercancía de la cleptocracia. Ahora ya somos los ciudadanos, y no nuestros ordenadores o smartphones, los que hemos sufrido El gran hackeo.

 

Nota del Pulpo: 8 / 10