Mucho se está hablando de si 2021 ha empezado en plan catastrofista, lo cual parece, ya lo hemos dicho, un zasca en toda regla por haber deseado tanto su llegada como supuesta solución numérica de los desastres de 2020, pero hay algo que también ha puesto patas arriba el mundo en el mes de enero que hoy mismo hemos dejado atrás y no se ha comentado tanto. Ni tercera ola, ni decepciones con la distribución de las vacunas, ni asalto al Capitolio, ni Filomena, ni temblores en Granada (mal presagio fue coger el nombre de esta ciudad para denominar a un artefacto explosivo…).
No amigos, nada de eso es relevante, olvidadlo. Lo más impactante que ha ocurrido en el inicio de este año es, y hay de aquél que no esté de acuerdo con esta categórica afirmación, que la quintaesencia de las tecnologías digitales de consumo se ha tambaleado en su trono, ahora ya no tan firme e inviolable: WhatsApp podría estar viendo el inicio de la posible caída de sus días de gloria. Ya lo dejó claro uno de los que lo están petando este 2021, Elon Musk, cuando sugirió que os pasarais todos a Signal (y en una semana los usuarios de ésta se multiplicaron por 5…).
Como me conocéis bien, habréis captado sobradamente el sarcasmo en el párrafo anterior, y aunque sea muy poco elegante aclarar las ironías, no me queda más remedio que hacerlo, puesto que muchos os preguntaréis cómo narices va a explicar la historia esta un tecnófobo anclado en el siglo XX como el Pulpo… Pues no vais desencaminados en vuestras dudas, porque de hecho no soy yo quien os lo va a aclarar, sino los expertos que sí están puestos en el tema y que sí consideran importante lo que le pase a la plataforma de mensajería líder. Por lo tanto, una vez más, delego en la magia inconmensurable del copia-pega (cuarto de siglo y nadie ha inventado todavía ninguna maravilla informática más liberadora que esa…) para dejaros con un estudio al respecto de toda la mandanga esta…
¿Signal o Telegram pueden acabar con el reinado de WhatsApp?
El pasado 7 de enero, el físico y emprendedor tecnológico Elon Musk, primera fortuna del mundo según Forbes, lanzó un tuit: «Usa Signal». Seguramente no todos sus seguidores, que ascienden a 42,4 millones, siguieron su consejo. Pero lo cierto es que una semana después, la aplicación de mensajería instantánea pasaba de 10 a 50 millones de descargas, según publicaba la plataforma en su Twitter. En esa misma semana, Telegram, otra conocida rival tanto de Signal como de WhatsApp, también alcanzaba otro récord al aumentar en 25 millones de usuarios en solo 72 horas. Y estas cifras indicaban que el tuit de Musk no era la única razón por la que aplicaciones de mensajería instantánea diferentes a WhatsApp estaban incrementando su número de usuarios.
¿Qué está ocurriendo? Según los expertos, todo es una reacción al anuncio de WhatsApp que comenzó a circular a principios de año, en el que informaba de cambios en sus condiciones de privacidad por los que anunciaba que compartiría los datos de sus usuarios con su propietaria Facebook para usarlos en todos sus servicios. Aceptar las condiciones antes del 8 de febrero resultaba necesario para seguir usando el servicio. Pero las reacciones de los usuarios le han hecho dar marcha atrás, y el pasado viernes aplazaba la aceptación de su nueva política hasta el 15 de mayo. Según los expertos, detrás de esta decisión se encuentra el hecho de que cada vez existe mayor conciencia de la necesidad de que se respeten nuestros datos, y el usuario empieza a ejercer su poder. «Es muy saludable que haya gente que se plantee dejar de usar los servicios de una aplicación para evitar comprometer sus datos», afirma Pierre Bourdin, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC. «Es el poder que tiene el usuario: si amenaza a las grandes compañías con dejarlas si no se respeta su privacidad, su política puede cambiar. De lo contrario, seguirán comerciando con ellos».
Los no afectados, también en contra
Su opinión coincide con la de César Córcoles, también profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación y director del máster de Desarrollo de sitios y aplicaciones web de la UOC, que afirma que es una gran noticia que los usuarios sean cada vez más conscientes de su derecho a la privacidad. «Es muy positivo que cuando salte uno de estos avisos, al menos nos planteemos qué está pasando al usar una aplicación, ya sea de mensajería o no», afirma, y añade que un punto que lo demuestra es que, a pesar de que los usuarios europeos no se vean afectados por el cambio de condiciones que plantea WhatsApp al estar protegidos por el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea, también en el continente europeo los usuarios han dicho «basta». Al menos, eso parecen indicar las cifras de Telegram, ya que, de los 25 millones de nuevos usuarios, el 27 % procede de Europa.
Y es que, como explica César Córcoles, investigador del grupo Technology Enhanced Knowledge and Interaction Group (TEKING) de la UOC, el hecho de que no nos afecte el cambio de condiciones no quiere decir que WhatsApp no recoja datos de sus usuarios, incluidos los europeos. «Lo hace desde antes de 2021, y eso va a seguir siendo igual. De hecho, WhatsApp recoge más datos que Telegram, y, a su vez, Telegram recopila más datos que Signal», señala, e indica que aunque las tres necesitan datos de sus usuarios, la diferencia está en a cuántos y cuáles de ellos acceden y qué uso hacen de ellos. Eso sí, ninguna de las tres tiene acceso al contenido de los mensajes que intercambiamos, porque utilizan protocolos de criptografía muy seguros, «pero sí saben que cruzas mensajes con tu madre, tu pareja o un compañero de trabajo con una cierta frecuencia, y en el caso de WhatsApp, también pueden acceder a otros datos, como tu ubicación aproximada», explica Córcoles.
Es la razón por la que, si unos amigos del usuario se van a Londres de vacaciones e intercambian varios mensajes con él, la aplicación podría utilizarlo para ofrecer a ese usuario publicidad que crea que le interese, por ejemplo, relacionada con unas vacaciones en Londres. «No es porque estén hablando de Londres, sino porque WhatsApp sabe que el usuario está hablando con alguien que se encuentra en Londres», ilustra el investigador de TEKING.
¿Cuál elegir?
El cambio de escenario que supone que los usuarios valoren cada vez más el hecho de no tener que ceder sus datos para poder usar una aplicación implica que las plataformas que tienen acceso a más datos pueden perder usuarios en favor de otras. Porque, como explica Pierre Bourdin, «yo puedo asumir que lo que comparto sea público, pero no el hecho de que, por tener una aplicación, esa aplicación tenga información sobre mí y pueda comerciar con ella».
¿Por qué opción decantarse si valoramos realmente nuestra privacidad? La respuesta no es sencilla. «No hay ninguna aplicación totalmente segura: eso en el mundo de la informática no existe», responde Bourdin. Sin embargo, una fórmula para orientarnos acerca de qué grado de respeto por la privacidad tiene la aplicación que usamos es informarse acerca de cómo gana dinero esa plataforma.
«Ninguna aplicación es gratis aunque no paguemos por ella con dinero, pero todas, hasta la más sencilla, tienen coste, porque su montaje y mantenimiento necesitan inversión. Puede que la mantenga una ONG sin intención de beneficio económico, pero, en general, necesitan ganar dinero, porque hay una infraestructura para que ese mensaje que enviamos llegue, y estamos hablando de muchísimos millones de euros para aplicaciones de esta escala», afirma César Córcoles, que explica que esa obtención de ingresos puede venir de distintas fuentes, ya sea de los metadatos de sus usuarios, de fundaciones que financien al menos parte del mantenimiento o de otras estrategias comerciales. «De momento, WhatsApp no nos está mostrando publicidad, y parece que a corto plazo no lo va a hacer, pero una manera que tiene de sacar dinero es permitir a empresas que nos ofrezcan servicios mediante WhatsApp», pone como ejemplo.
Otro factor que puede hacer que nos decantemos por una u otra aplicación es plantearse quién está detrás de ella. «En Telegram, es un magnate ruso llamado Pável Dúrov; en otros casos son grandes compañías como Facebook, y también están las aplicaciones como Signal, que mantienen distintas asociaciones relacionadas con la defensa de la libertad. Es importante saber si el modelo de negocio de la aplicación en cuestión es la venta de datos o no», aconseja Pierre Bourdin.