Convencidos de que el cambio de año era una especie de súper – mascarilla que impedía al virus pasar a 2021, muchos ilusos haters de 2020 se han encontrado con que las cosa sigue estando complicadita, en parte incluso más todavía, porque las cifras de la curva han subido debido a las fiestas (¡oh qué sorpresa!), y porque alguien está teniendo problemillas para vacunar a sus ciudadanos… Lo increíble es que las nieves de Filomena hayan conseguido que hablemos otra vez de la meteorología como si fuera un apocalipsis, lo que me lleva a pensar que para algunos lo de la pandemia no ha debido resultarles tan grave como ellos mismos han lamentado y pregonado tantas veces…
Y por si fuera poco, desde la maravillosa democracia más antigua del mundo nos llegan imágenes que parecen una versión de V de vendetta protagonizada por personajes de Muchachada Nui, más perdidos en el Capitolio que nuestro querido Pulpo en la nube. Las hordas lideradas por el bisonte fan de los Village People (curiosa paradoja, como la del ultraderechista húngaro) también han puesto de relieve que, o bien os habéis apresurado a decir que 2021 no podía ser peor que 2020, o bien deberíais aceptar que las divisiones temporales artificiales no sirven absolutamente para nada, que igual va a ser que es verdad.
Eso sí, la que sigue a su ritmo, totalmente impertérrita o incluso encantada de la vida gracias a la llegada del virus, es la tecnología, que cada vez que mueve un dedo, como reza el título de esta entrada, sube el pan. De hecho, el espectáculo perpetrado en los EEUU ha servido de muestra de cómo influye lo digital en la economía, en tiempo real, al menos aparentemente: Facebook cierra la cuenta de Donald Trump para evitar más posibles arengas a la violencia y la compañía de Marck Zuckerberg sube en bolsa; Twitter le vuelve a permitir al presidente saliente publicar y la red social del pajarito baja en bolsa. Aunque reconozcamos que, según expertos en economía, ni la subida de una ni la bajada de otra han sido tan notables como para pensar que estén fuera de fluctuaciones normales e independientes de los hechos que han copado los medios mundiales estos días. De hecho, la bolsa en general ha hecho como que en el Capitolio no pasaba absolutamente nada.
Hay un par de paradojas más en todo esto, al margen de la del bisonte humano que decíamos antes. Una ya la hemos anunciado sin explicarla: El habitualmente “malo” de la historia Zuckerberg ha sido esta vez el “bueno”. La otra es que la red que ha optado por la “excusa” de la libertad de expresión de Trump es la que ha permitido que hoy mismo, por primera vez, el todavía mandatario haya condenado el asalto al Capitolio: Una curiosa apostilla a este nuevo capítulo dentro del interminable debate entre la difusión del odio y la censura en las redes sociales.
Volviendo a lo del precio del pan y la tecnología, pero cambiando de protagonistas, ya se ha comentado muchas veces que precisamente uno de los que menos motivos tienen para quejarse de lo que empezó a pasar en 2020 (e insisto, sigue pasando en 2021) era Jeff Bezos. Bueno, pues a este sí parece que el cambio de año le podría haber activado un poco el karma, porque ya no es el hombre más rico del mundo (tampoco creo que esté muy afectado siendo el segundo, también te digo): Le acaba de superar otro gurú tecnológico, Elon Musk, que los últimos años parecía haber pasado por horas bajas… Pues que se lo digan al científico cuyo nombre puso marca a sus coches eléctricos, Nikola Tesla, que murió prácticamente en la misera…
Y luego está lo del Bitcoin, que no para de subir, y subir, y subir, y volver a subir… Me recuerda a Luis Aragonés. En el momento de redactar esta entrada, está por encima de los 41.000 dólares, y el año pasado ya flipaban mucho cuando llegó a la barrera de los 30.000. Que uno no sabe si publicar una noticia en ese momento, porque en el fondo sabes que la subida no va a dejar de ser noticia nunca, lo que a su vez te replantea si realmente es una noticia, o más bien lo sería que dejase de subir, o que se desplomase. Con los increíbles 40.000 ha vuelto a ser trending topic, pero yo igual me espero a que esté en 50.000, que es más redondo (otra chorrada sobrevalorada como lo de los cambios de año, lo de la redondez de los números, llamadme Sheldon Cooper…). Algún experto dice que no deberíamos sorprendernos si acaba alcanzando los 100.000 o más, incluso mucho más… Yo es que me imagino a los mercados con este asunto como si fueran unos jugadores de póker encabritados y envalentonados, a ver quién sube más la apuesta… y se supone que llevarán escaleras de color o cosas parecidas, pero como estén flipándose con tristes parejas, imagínate la que se podría estar liando…
En fin, que vivimos en la economía digital, y lo que antes significaba el petróleo ahora está representado por los datos almacenados en la nube… Y yo ahora mismo estoy flipando, porque, lo creáis o no, en este mismo momento, leyendo la anterior frase de este mismo párrafo, se me acaba de ocurrir la que podría ser la mejor metáfora de la historia de este blog: Si hasta mediados / finales del siglo pasado la bolsa de valores hubiese podido estar simbolizada por un calamar en su tinta (sustancia negra y viscosa semejante al crudo), ahora podría estar representada por nuestro querido Pulpo en la Nube… ¡BUUMMMM!