El cinéfilo tecnológico: Steve Jobs (2015)

El otro biopic sobre el gurú de Apple

Como ya dijimos con motivo de la reseña de la película Jobs de 2013, dirigida por Joshua Michael Stern y protagonizada por Ashton Kutcher, seguramente le dedicaríamos una entrada a la dos años posterior Steve Jobs, de Danny Boyle y con Michel Fashbender en el papel del icónico fundador de Apple. Así pues, a eso mismo nos disponemos.

Es tentador e incluso seguramente inevitable establecer comparaciones entre ambos films, así que no voy a tratar de evitarlo. Y es que no deja de ser curioso que dos trabajos que tratan sobre prácticamente la misma historia real dentro del sector IT, con varios contenidos en común, resulten tan sumamente diferentes. La primera “Jobs” hace el típico relato cronológico – biográfico al que estamos acostumbrados (con mejor o peor acierto) en el cine, mientras que la segunda “Steve Jobs” tiene una narrativa bastante alejada del biopic convencional, situando la acción en tres únicos momentos, que son los prolegómenos entre bastidores de tres de las presentaciones o keynotes históricas en la carrera profesional del gurú tecnológico: La del primer ordenador Macintosh en 1984, la del posterior PC de su empresa personal Next en 1988, y la del iMac que en 1998 escenificó el regreso de Jobs a Apple.

A lo largo de las escenas de preparativos de última hora para dichos eventos, las diversas conversaciones entre los personajes trazan, incluyendo algún que otro flash-back, las líneas generales de la historia personal y profesional del considerado genio de la informática (cosa que por cierto le cuestiona a la cara el personaje de Steve Wozniak en la película). Al huir de los clichés del biopic clásico en los que se basa en buena medida la “Jobs” de 2013, esta “Steve Jobs” de 2015 me parece que funciona bastante mejor, o al menos a mí me atrae más la atención, y desde luego creo que tiene más personalidad propia o autoral. Por otro lado, la personalidad del protagonista no cae tanto en los mensajes mindfulness simplistas de aquella, lo que la hace más realista e inteligente. No es que Fashbender lo haga mucho mejor que Kutcher (porque este también hizo un buen trabajo), pero sí te lo crees más, y eso que se parece mucho menos al propio Steve Jobs (salvo al final, en su etapa madura de gafas y jerséis negros de cuello alto). Junto a todo ello, hay otro personaje que aporta mucha fuerza al metraje, que no recuerdo en la otra película, que es el de la asesora de marketing interpretado por la siempre brillante Kate Winslett.

Entre las diferencias que mejor he percibido de lo que recuerdo de la otra película en cuanto al contenido del argumento, y centrándonos en la tecnología que es de lo que nos toca hablar aquí, voy a destacar dos. Por un lado, la diferente visión entre Jobs y Wozniak respecto a la manera de ofrecer tecnología a los consumidores: El primero quería un sistema cerrado, exclusivo de la propia marca Apple, y el segundo creía en la posibilidad de integrar componentes de hardware de todo tipo de manera libre. Esto, que dice tanto de la personalidad de uno y de otro, no está reflejado con la misma atención e intensidad en la primera película como en esta segunda. En segundo lugar, la razón del despido de Jobs de Apple, que en la primera (2013) parece tener más que ver con la escasa efectividad comercial del desarrollo del sistema operativo Macintosh en el que tanto estaban invirtiendo, y en la segunda (2015) se achaca más al fracaso comercial de la nueva máquina que al software, con el ordenador Apple II todavía siendo la principal fuente de ingresos de la compañía; Aunque en esencia el problema era muy parecido a la larga, los apasionados de la informática entenderán bien los matices (que conste que el Pulpo, como podéis imaginar, no es uno de esos fans).

Finalmente, para este que escribe, el entretenimiento ha sido claramente mayor con esta película de Danny Boyle, un director al fin y al cabo con capacidad para elaborar cintas de un nivel de calidad por encima de la medianía, como demostró sobre todo con la icónica Transpotting. Tampoco es que Steve Jobs sea una maravilla absoluta de film, pero al menos resulta más innovadora como planteamiento narrativo para hablar sobre un símbolo de la innovación tecnológica. Contar la historia de Steve Jobs como lo había hecho Joshua Michael Stern en 2013 era como si alguien fabricara en ese momento el Apple I, que es de 1976. Contarla como lo hizo Boyle en 2015, no te voy a decir que fuera como sacar el iPhone 7 (2016) -tampoco el director británico inventó la pólvora-, pero sí al menos como sacar, digamos, un iPhone 5 (2012).

 

Nota del Pulpo: 7 / 10