Aprovechamos que hace bien poco hemos vuelto a retomar nuestras reseñas sobre cine de temática tecnológica para abordar un film de reciente publicación. Por cierto, que yo recuerde, esta es la primera vez que en esta sección del blog se va a tratar una película o serie producida en España.
Al hilo de eso último, no es que los cambios disruptivos que nos han traído las nuevas tecnologías digitales o informáticas se puedan considerar particulares en cada país; más bien hemos vivido en las últimas décadas una transformación digital de la sociedad de características universales, comunes a nivel global. Eso no quita que, en determinados ámbitos locales, algunos de esos cambios tengan su propia idiosincrasia. Y el ámbito al que se aplica la tecnología en este film del director y guionista Simón Casal es uno muy en el candelero en nuestro país: La justicia (aunque posiblemente en otros territorios también cocerán habas…)
Si al controvertido estado actual de la justicia en España le añadimos el ingrediente de la también controvertida tecnología de moda, la inteligencia artificial, es inevitable que se produzca un cóctel muy jugoso para construir un argumento susceptible de llevar a la reflexión y al debate. Sabemos que la justicia en nuestro país es vista por muchos como demasiado lenta, hay polémicas acerca de su independencia y politización, etc., y es tentador aprovechar la idea de que un sistema de IA podría acelerar los procesos y despojarlos de los prejuicios humanos para implementarla en el sistema judicial.
Ahora bien, ¿se puede asegurar que la inteligencia artificial va a ser realmente objetiva e independiente? Ya vimos en un documental reseñado en esta misma sección, Sesgo codificado (2020), que los algoritmos llevan a cabo sus procesos de análisis partiendo de bases de datos que, lejos de ser puras e inocentes, reflejan los sesgos que han caracterizado la sociedad humana en todo momento previo al actual, lo cual difícilmente puede llevar a una justicia “ciega” e imparcial. Eso en el caso de que las compañías detrás de los sistemas de IA no tengan sus propios intereses, porque si estos entran en conflicto con la pretendida ecuanimidad, el tema es todavía más difícil de defender.
Bueno, pues aun así la película plantea un futuro aparentemente no muy lejano en el que la ciudadanía parece ampliamente partidaria de usar la IA en la justicia española con pleno poder de decisión, y el país va a decidir en un referéndum tal cuestión. En paralelo, una trama de intriga narra una serie de sucesos alrededor de los desarrolladores del software de IA que ya se está usando en la justicia como asesor pero sin tener todavía la última palabra. Una de las juezas más respetadas del país, interpretada por Verónica Echegui, protagoniza la historia y va descubriendo lo que hay detrás de la empresa del software.
El film tiene el acierto de buscar (y encontrar) el realismo frente a las tramas rompedoras de la ciencia ficción tipo Black Mirror, porque el tema está más cerca de ser real de lo que podría parecer: Los jueces creados con IA ya existen, como podemos ver en este artículo. No sólo por esto, la película hace bien en no pretender parecer ciencia ficción (aunque en parte lo sea). Es interesante y reflexiva, pero para gusto del Pulpo le falta ser menos fría, le falta emoción. Al margen de eso, desde aquí animamos a verla y a pensar en la posibilidad de que todo lo que cuenta el argumento pueda llegar a ser real. Como mínimo, ya por eso es oportuna.
Nota del Pulpo: 6,5 / 10