Si habéis soportado la vergüenza ajena de leeros la anterior entrada sobre el terrible sufrimiento de un administrados de contenidos web a la hora de desentrañar el galimatías de los formatos de imágenes digitales, puede que estéis en disposición de tragaros otra turra similar.
Ahora vamos a tocar el tema del tamaño de las imágenes, su peso y los bytes de almacenamiento que ocupan en base a ello. Y es que no hablamos de un tema menor, ya que de ello depende que la página de internet cargue más rápido o menos: Efectivamente, conviene que, sin perder la calidad de definición de las fotografías, infografías, dibujos y demás, ocupen el menor espacio posible en los servidores web, si no queremos desesperar al internauta que viene a visitarnos con ruedecitas dando vueltas, mientras él imagina lo propio con unos pedales conectados a su ordenador…
Lo primero de todo es la mala uva que tienen casi todos los que envían imágenes para acompañar a los artículos que quieren que les publiquen: ¿De verdad es necesario que sean tan grandes? ¿Imágenes de 6.000 x 4.000 píxeles? ¿Acaso pensáis que nuestra web está diseñada para ser proyectada en un cine IMAX, o en la pantalla de Times Square en Nueva York? ¡Venga ya!
Pero no os vayáis a creer que reduciendo ese tamaño a lo que necesitamos el peso en KB se queda siempre en cifras razonables, especialmente cuando se trata de imágenes en formato png. Por lo tanto, aquí viene la misión de comprimir eso todo lo que se pueda. Esto es como lo de empacar como dios manda una maleta, llenándola como si no hubiera un mañana, embutiéndola hasta alcanzar una presión que podría provocar un agujero negro, confiando siempre en que, con el cierre de la cremallera, ayudado por la infalible técnica – muy investigada por científicos de todo el mundo - de sentarse encima, no va haber ningún problema para sellar ese homenaje textil a la densidad.
Para ello, contamos con varios programas online, de los que no voy a hacer publicidad, pero que encontraréis fácilmente en los motores de búsqueda web, siendo muchos de ellos gratuitos (es decir, que usarán tus datos para lo que sea, ya tú sabes). Con ellos podemos conseguir algo parecido a lo que hacía la prensa aplastadora de vehículos con la camioneta – laboratorio de Beaking Bad para borrar pistas, con la diferencia de que nuestras imágenes seguirán siendo útiles (y con mejor aspecto que aquella tartana de Walt y Jesse).
Sin embargo, en el administrador web de nuestras páginas, nuestro informático, que es un crack, introdujo un simple botón con el que reducir automáticamente las imágenes una vez alojadas e incluso ya publicadas. No sólo eso, si se trata de png, se puede elegir cambiarla a jpg y comprimirla con un único click, lo que significa poder pasar de imágenes de más de 1 MB a unas pocas decenas de KB con un solo movimiento del dedo índice: Ahora es cuando vuestra indignación hacia mi persona por haberme quejado de los durísimos problemas de mi trabajo alcanza cotas insondables, lo sé.
No obstante, los problemas con las imágenes son algunos más. Podríamos hablar de la relación de aspecto de las fotos y cómo encajarlas en las noticias y en la propia home. Con los artículos de opinión, por ejemplo, ocurre que a veces solo nos envían una foto más o menos cuadrada (o incluso vertical) con el autor del artículo centrado, que viene muy bien para la home, pero que se adapta fatal al formato horizontal o apaisado de la cabecera de la noticia. Si el fondo es de color uniforme, pues bueno, la ensanchas y rellenas a los lados con ese mismo color, pero en caso contrario sólo queda una opción: recortarle el careto apenas por un poco por encima de las cejas y por debajo de la boca, con lo que te sale un primerísimo plano más propio de las películas de Sergio Leone; Como además esté un poco serio, te va a parecer que es Clint Eastwood apunto de desenfundar el revólver…
Lo de cuadrar las fotos en la home para que no queden huecos en blanco demasiado grandes y que eso no parezca la habitación de un niño antes de recoger, también tiene su enjundia (y sus largos minutos de recortar imágenes con un software de edición). Es más fácil cuando se trata de hacerla más horizontal, porque puedes medio calcular (más bien a ojo, eso sí) lo que te queda por quitar arriba y abajo hasta que la foto encaje bien. Pero al hacerlas verticales para rellenar huecos, el cálculo al recortar por los lados es más intuitivo y (más bien) azaroso, y es habitual pasarse. Al final, llegas a tener tal cantidad de imágenes alargadas, que si las pusieras todas seguidas se podrían ver desde el espacio como la Gran Muralla China, y una ardilla podría recorrer la Península Ibérica de extremo a extremo sin pisar el suelo.
En fin, creo que con todo esto ya podéis haceros una imagen mental de mis entretenimientos diarios combinatorios de tecnología, diseño y decoración. Ahora ya, comprimid esa imagen y dejad espacio para la siguiente ocasión en que me proponga daros la brasa con otra entrada de semejante desfachatez. Por no hablar de que, con la velocidad de las redes 5G, puede que nada de esto importe ya un carajo…