Hoy toca entrada típica de blog personal. Y es que los pequeños quebraderos de cabeza que puede llegar a sufrir un administrador de contenidos de una página web dan para anecdotario, en este caso en plena sintonía con la despistada desorientación tecnológica que trata de expresar el título de nuestro blog.
Efectivamente amigos, lo de los distintos formatos de imágenes digitales y su denominación o incluso tipo de letra (minúscula o mayúscula) en la extensión detrás del punto en el nombre de archivo, me parece comparable a lo de los enchufes cuando viajas a otros países: Como no tengas el adecuado, porque allí las dos clavijas van más juntas o más separadas, o porque incluso son tres clavijas, como pasa en USA (no olvidemos dónde escondía Water White el veneno en Breaking Bad), puedes sufrir una inutilidad del dispositivo electrónico que te hayas llevado que, a nivel anímico, te parecerá comparable a la de ciertos trenes que no iban a caber por ciertos túneles…
En el caso de las imágenes para un sitio de internet la cosa no es tan grave, ni muchísimo menos, porque se arregla fácilmente con un programa de edición de imágenes normalito, tipo Paint, para cambiar al formato que necesitas. Pero las veces que uno está actualizando la web a toda leche porque ese día está a full de trabajo, y en el momento de subir algo la imagen no carga, no es difícil desesperarse con el pequeño lío de nombres y letras.
Uno cuelga las imágenes en un servidor de imágenes con su extensión, que da por hecho saber cuál es, y esa es la que escribe en el administrador web, pero luego resulta que no se ve. Y entonces ya te hueles la tostada: No era un jpg, era un png. Lo cambias y sigue igual, ¿qué pasa? Pues que sí era un jpg, pero ha caído en la irritante costumbre de algunos (personas o programas de software) de escribirlo con mayúsculas, JPG. O eso, o faltaba la “e” que lleva a veces entre medias, que a estas alturas todavía no sé si lo convierte en otro tipo de archivo o es otra forma de denominarlo, que es el jpeg... el caso es complicarnos. El colmo fue una ocasión en que llegué a encontrarme con uno de estos últimos ¡en mayúsculas!, o sea JPEG.
A veces, cuando una de las imágenes, además de salir en la home, luego va incrustada en el cuerpo del texto, y con un comando del administrador web la cambio de png a jpg para que tenga menos peso, me olvido de que en el enlace en el interior del texto sigue llevando la extensión original, con lo que deja de verse ahí (aunque siga saliendo en la home, ya que para eso el mismo comando lo cambia automáticamente – si no fuera así, ya me dirás para qué querría ese comando…- ). Total que, entre unas tonterías y otras, uno va perdiendo minutos valiosos para acabar de trabajar a tiempo, y mientras los nervios van pidiendo tila, lexatín, ambiente zen, o lo que sea.
Así pues, uno añora algo que seguramente no tenga sentido, que sería un único formato de extensión de imágenes, y dejarse de batiburrillos de letras. Si se ha hecho con lo de los conectores de recarga de baterías de dispositivos móviles (del lado del dispositivo, porque con lo de los enchufes de la pared volvemos a estar como al principio, supongo), ¿por qué no se puede hacer con esto?
Y ahora tú dirás: ¡Pues vaya un problemita de ciudadano del primer mundo! Correcto, toda la razón, pero ¿y lo que me ha dado de sí para escribir este post y que tú le lo leas? Hala, hasta la próxima turra, amigos.