El Boyero tecnológico ha vuelto al cine para ver Matrix Resurrections

¿Mark Zuckerberg será el próximo Arquitecto…?

En medio de la nueva tendencia de la era digital que se ha rebautizado como metaverso, aunque esa palabra ya existiera hace mucho y, sobre todo, aunque el similar concepto de realidad virtual no sea precisamente nuevo, parecía muy apropiado ver y comentar por aquí la cuarta película de Matrix, cuyo legendario film original precisamente pone de manifiesto cómo esto de los universos recreados tecnológicamente como realidades alternativas ya estaba muy mascado hace décadas, y no sólo las dos que nos separan de aquel primer episodio.

Si a eso le sumamos la orientación que esta Matrix Resurrections tiene hacia el mundo de los videojuegos, en consonancia con el momento de auge del sector del gaming, como demuestra la reciente adquisición de Activision por parte de Microsoft, todavía tenemos más motivos para hacer esta reseña cinematográfica sin salirnos de nuestra temática informática habitual. De hecho, en nuestro querido blog estamos inmersos ahora mismo en una “utilísima” guía para hacerse gamer sin morir en el intento…

Bien es cierto que, aunque la temática tecnológica fundamenta buena parte del argumento de toda la saga Matrix, casi llega un momento en que acaba quedando como una excusa para hacer más bien una metáfora filosófica, y finalmente para dar pie a películas de acción, tiroteos, explosiones y efectos especiales, de manera que no acaba de ser el centro principal de atención, como también ocurría en algún episodio de Black Mirror, como Oso blanco. En cualquier caso, está claro que sin el componente informático, Matrix no sería nada.

Es curioso que la película que menos me gustó de las cuatro fue (tal vez por comparación y consecuente e inevitable decepción) la segunda, Matrix Reloaded (y sigue siéndolo), porque tal vez sea la que más está hecha precisamente para informáticos (ahora que lo pienso, puede que esa sea la razón de mi desagrado...): La parte inexplicable para mi cabeza de aquel film (que es casi todo su metraje) es como intentar desentrañar el funcionamiento de un software; no en vano, la infumable (y por otros admirada) conversación con El Arquitecto va sobre eso mismo, y no es casual que ese personaje sea llamado así, ya que en la realidad existe desde hace mucho tiempo un perfil profesional conocido como arquitecto de software.

En Matrix Resurrections, aunque haya referencias a estas cuestiones tecnológicas, creo que ocupan un lugar más anecdótico. Sólo durante la primera hora la temática va más en torno al mencionado sector de los videojuegos, pues resulta que el otrora programador de software Thomas Anderson ahora lo es de videojuegos, y resulta que es él quien programó el juego de Matrix, lo cual es una vuelta de tuerca ya que todo esto forma parte de Matrix y no de la realidad. La película tiene su mejor baza para mi gusto en esta parte, ya que en el fondo los videojuegos de Matrix sirven en realidad de paralelismo de la propia saga cinematográfica y la creación de la cuarta parte, describiendo con sarcasmo la industria del cine tan inflada en torno a las secuelas, remakes, reboots, etc. De paso, juega con la confusión entre realidad y ensoñaciones, tocando el tema de los trastornos mentales. Por lo tanto, lo digital queda como una excusa para estos otros asuntos.

Sin embargo, cuando Anderson (Neo) vuelve a decidirse por la famosa pastilla roja, la película vuelve a convertirse en otra más de Matrix, para mi gusto más digerible que la segunda y la tercera, pero más cerca de estas (con diferencia) que de la insuperable y brillante original. Al fin y al cabo, la sorpresa de descubrir que lo que parece la realidad no lo es en absoluto solo puede funcionar la primera vez en términos de explotarte la cabeza. Por otro lado, todo lo que parecía querer parodiar en esa primera hora aflora finalmente como en cualquier otra franquicia palomitera de Hollywood. Pasable, entretenida y poco más.

 

Nota del pulpo: 6 / 10 ; habida cuenta que:

  • Matrix (1999): 9
  • Matrix Reloaded (2003): 4
  • Matrix Revolutions (2003): 4,5