El Boyero Techie: El código que valía millones

La Bola del Mundo

En la Sierra de Guadarrama hay una montaña con el no muy bonito nombre del Alto de las Guarramillas, conocida por albergar en su cima, desde mediados del siglo XX, unas antenas que en tiempos servían para la retransmisión de Radio Televisión Española. Como también por aquella época los telediarios comenzaban con una imagen del globo terráqueo con una antena encima emitiendo rayos que simbolizaban la retransmisión, se popularizó el más conocido nombre de esa montaña, como La Bola del Mundo.

Ya en los años 90 del mismo siglo XX, otra organización de telecomunicaciones, en este caso privada y alemana, Deutsche Telekom, fue parte implicada en la creación de un innovador programa informático, Terra Vision, consistente en un vuelo interactivo del globo terráqueo. Actualmente, ese símbolo de la antena sobre nuestro planeta bien puede seguir sirviendo para plasmar el concepto de la interconexión a nivel global que se ha alcanzado en la era digital, y que no deja de crecer, a las puertas del nuevo paradigma, el 5G.

Lo curioso es que buena parte del funcionamiento de esta época tecnológica en la que vivimos, se basa en un concepto de navegación global, que incluye geolocalización, datos, algoritmos, Internet, etc., que ya estaban en el espíritu (y mucho más que el espíritu) de aquel proyecto de software con aspiraciones artísticas apadrinado por Telekom. Hablando en plata, la verdadera “bola” del mundo es que todo parece indicar que Google robó la idea de Terra Vision para crear el sistema de navegación global en el que se basan, directa, indirecta o conceptualmente tantas aplicaciones y plataformas hoy en día, Google Earth.

Así, con toda esta introducción rocambolesca que me he montado, doy pie a la entrada de esta sección del Boyero Techie en el mundo de las series, que hasta ahora sólo habíamos tratado un par de película desde que pusimos en marcha esta iniciativa. Vamos a hablar, por tanto, de la serie alemana escrita por Oliver Ziegenbalg y dirigida por Robert Thalheim, El código que valía millones. De paso, por una vez comentamos algo que ha sido estrenado más o menos recientemente, para que luego no digáis que se nos pasa el arroz o cosas por el estilo…

Son varios los puntos de interés de esta miniserie de cuatro capítulos. La propia historia del desarrollo de Terra Vision junto a la posterior explosión del éxito de Google Earth, por sí sola tiene mucha fuerza, pero es que al mismo tiempo sirve de ejemplo o de síntesis de cuánto ha cambiado el mundo a través de la informática en los últimos 25 ó 30 años. Cuando la empresa alemana ART + COM creo esta idea que a la postre sería tan revolucionaria, se adelantó tanto a su tiempo que no existían ordenadores personales a nivel doméstico capaces de soportar un programa así, pero ya entonces los informáticos sabían que si el Internet prehistórico que existía entonces acababa siendo accesible para cualquier persona, no haría falta que tantísimos miles de millones de datos estuvieran en los discos duros de cada PC, y esa navegación virtual del planeta, con toda la información posible contenida en él, sería más tarde o temprano posible (entonces no existía el concepto de “la nube”, por cierto). La serie plasma muy bien cómo ciertas empresas a las que quisieron vender la idea se reían de ellos (aerolíneas mofándose de lo de poner pantallas en los asientos para indicar a los viajeros por dónde va el avión en tiempo real).

En este punto, yo mismo recuerdo cómo, todavía en el año 2004, en un curso que hice de cartografía digital y modelos digitales del terreno, nos visitó un profesional de alguna empresa informática. Yo tenía un CD-ROM que contenía un vuelo interactivo de la Sierra de Guadarrama (las madrileñas montañas de La Bola del Mundo que comenté al principio), que funcionaba más o menos igual que lo que ahora es Google Earth, pero limitado a dicha sierra. Por ello, le pregunté si, a través de la conversión de los mapas a modelos informáticos tridimensionales como los que estábamos aprendiendo a hacer en aquel curso, llegaría a existir alguna vez algún programa similar al de aquel CD pero que abarcara todo el planeta. Su respuesta fue algo así como que se estaba trabajando en algo en ese sentido, pero que no podía decirnos más. Quedaban pocos meses para que se hiciera público Google Earth, pero lo realmente gracioso es que aquel señor estaba guardando un secreto… ¡acerca de algo que en realidad ya había sido creado diez años antes, e incluso presentado con éxito en un feria tecnológica!

Terra_Earth

La trama de la serie, con sus licencias de guion que cambian ligeramente la historia real para dramatizarla mejor, toca tantos aspectos de cómo ha evolucionado la tecnología desde principios de los 90, que podría valer como una lección de historia de la era digital. A nivel industrial, muestra las diferencias entre EEUU, con su muy avanzado desarrollo en Silicon Valley, y la pleistocénica situación de Europa, que daba pie a ese ostracismo al que los pocos informáticos emprendedores antes ejemplificado se veían abocados. Y la manera en que se trasluce ese aspecto de la historia en la serie me parece fascinante, porque uno tiene una edad, y ha visto ese cambio del mundo, y resulta muy revelador a la hora de entender esa pregunta que se hace todo pulpo perdido en la nube de “¿Pero qué es lo que ha pasado aquí de un tiempo a esta parte?”: Esta serie ayuda a abrir mejor los ojos para entender esta aparente locura digital.

Y en ese mismo sentido, también se mencionan aspectos como el valor de los datos, que es el petróleo de nuestros días, idea que es bastante más antigua de lo que parece, y que en los países históricamente punteros en tecnología supieron entender bien para invertir en informática antes que nadie. También, y relacionado con eso mismo, ideas confusas como la supuesta gratuidad o hipócrita altruismo falso de tantos servicios digitales, que en realidad se benefician de la publicidad mucho más efectiva y lucrativa que se ha hecho posible gracias a este entorno. Y de ahí las luchas sin cuartel entre compañías, las guerras de patentes, los conflictos desiguales entre gigantes y start-ups… Lo que cuenta El código que valía millones es increíblemente revelador en montones y montones de aspectos.

Paradojas de la vida, alguno podría decir que los creadores de la serie han hecho, en temática, estilo y recursos narrativos (emplear la preparación del juicio como hilo conductor de la historia en forma de flash-backs) con La red social de David Fincher, algo parecido o comparable a lo que Google hizo con Terra Vision. Bueno, dejando a un lado que esto parece el argumento manipulador del abogado de Google en la serie, en mi opinión el guion es prácticamente tan perfecto como el de aquella película, pero además tiene lo que para mi gusto le faltaba a la misma: la emoción. Además, considero que, robo o no, lo que ofrece Google al mundo es muchísimo más útil que lo que ofrece Facebook, y por lo tanto la temática me atrae bastante más.  Sólo me produce una cierta contradicción anímica el momento del giro especulativo que hay cerca del final del último capítulo, a punto de acabar el juicio, y que considero innecesario, porque lo que plantea se podría haber plasmado después de otra forma, y creo que me habría gustado más. Lo que sí agradezco es que la eterna y manida frase de “protesto, señoría” sólo se diga una única vez en todo el juicio…

Por cierto, no deja de ser curioso que, recientemente, el ínclito Mark Zuckerberg se haya puesto a evangelizar sobre el futuro mundo virtual del metaverso al que nos quiere llevar su compañía. Porque, al fin y al cabo, la idea de Terra Vision ya era la de una versión virtual del mundo, por la que cualquiera pudiera moverse libremente: Hace casi 30 años, los de ART + COM, al menos en la serie, ya hablaban de ese mundo en términos de “virtual”. Si la única diferencia es que ahora serás un personaje de Ready Player One gracias a dispositivos multisensoriales, entonces es sólo una cuestión de Interfaz: Del globo (físico) que presentaron los de Terra Vision en 1994 a las gafas de realidad virtual de ahora; gafas que, ojo cuidado, en versiones primitivas ya existían entonces y aparecen también en la serie, y de hecho yo las vi en aquella época o incluso antes en una feria de cuando IFEMA estaba en la Casa de Campo, como ya conté en otra entrada, y no es bola (del mundo)… Si es que al final van a tener razón los abuelos: ¡Ya está todo inventado!

 

Nota del Pulpo: 8,5 / 10