Borrar el historial

Los protas de esta peli sí que son pulpos en la nube, pero de libro…

Hoy al Pulpo le tocaba hacer la reseña del último capítulo de Black Mirror (sin contar la película interactiva Bandersnatch), pero resulta que ayer se pasó por el cine para ver un film relacionado con la tecnología que está ahora en cartelera, y ha preferido decantarse por la actualidad, para que por una vez no puedan decirle que lleva un poco de desfase cada vez que habla de la serie del Espejo Negro. Por muy Pulpo en la nube que sea, también le gusta disimular…

El caso es que la película Borrar el historial le viene que ni pintada para escribir una entrada al respecto, porque aúna los dos elementos principales de este blog, que son la tecnología y el humor, y además lo hace desde la perspectiva que define la esencia del Pulpo: Hacer una sátira de lo perdido que está el personal en medio del mundo de los smartphones, las aplicaciones, Internet, la nube, etc. Vamos, que a los creadores de la cinta les mueve a priori el mismo sentimiento que a nuestra mascota cefalópoda.

Ahora bien, no nos engañemos: La película es francesa, pero no francesa adaptada al cine comercial o convencional tipo Los chicos del coro, ni siquiera al estilo original pero medianamente accesible de Amelie, no. Es francesa, francesa. No es la mayor marcianada que hayáis visto, ni mucho menos, pero está lejos del estilo Hollywood. Así que lo de reírse hay que tomárselo con calma, y lo del ritmo narrativo, también. Por supuesto, para muchos todo eso será una bendición. A mí no me ha desagradado, pero tampoco me ha entusiasmado en exceso. Tampoco es que su estilo “indie” la lleve a un plano artístico vanguardista deslumbrante. Está bien, pero no para tirar cohetes.

Una vez que me he quitado de encima el juicio de valor, podemos entrar en materia. La cuestión principal de la historia que se cuenta es que los personajes protagonistas definen la esencia del título de este blog: Están más perdidos en medio del mundo digital que un pulpo en un garaje. Y cuando finalmente deciden rebelarse contra las nuevas tecnologías, todavía se muestran más perdidos si cabe, con unas ideas de bombero torero para hacer su “revolución” que es difícil considerar si causan más risa que pena o al revés. El resultado es que, en medio del tono cómico de la película, no queda claro si la parodia que hace es contra la tecnología, contra la tecnofilia, o incluso contra la tecnofobia. Posiblemente haya que concluir que de hecho es contra todo ello. Hablando de Black Mirror, funcionaba mejor (y tenía más gracia) la sátira claramente definida de Caída en Picado.

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Bueno, pues como esto va de humor y de tecnología, ahora ya toca contar un par de ejemplos de ello en este film, así que a partir de ahora vamos a hacer SPOILERS. En una comedia no es que los spoilers te destripen la historia, pero sí pueden hacer que los chistes luego no te hagan gracia cuando vayas a verla. Avisado queda.

Uno de los diálogos que más me gustaron de la película es ese en la que la protagonista va sentada en el autobús al lado de un chico que va leyendo, y ella se le queda mirando, por lo que él le dice “¿Pasa algo?”, a lo que ella responde: “Nada, solo que me agrada ver que todavía quedan jóvenes a los que les gusta leer libros… ¿Qué libro es?” Respuesta: “Cómo elegir el mejor smartphone”.

En la otra conversación TOP del film, otra de las protagonistas revela su adicción, en sus palabras peor que cualquier droga, y ya se ocupa tanto el guion como el tono como la dramática interpretación de la actriz de que parezca que la cosa va totalmente en serio: Está trágicamente enganchada a las series de plataformas de streaming. De verdad que el planteamiento de la escena no está hecho desde el tono humorístico, lo cual hace que sea más hilarante, claro.

Luego son destacables detalles como las tropecientas contraseñas digitales que la protagonista tiene escritas, ojo, ¡en el interior del congelador!, el efectivo gag -aunque se acaba reiterando demasiado- del dispositivo de traducción simultánea (convertido en el equivalente a un personaje cómico robot de Star Wars), el amor platónico - telefónico del protagonista masculino que luego resulta ser una inteligencia artificial, o la surrealista idea de ir a un centro de datos para sacar de ahí el vídeo que querríamos borrar de Internet, como quien va al trastero a deshacerse de cacharros viejos…

En fin, la peli se deja ver, pero también le deja a uno con la impresión de que no va a servir para hacer pedagogía. También es verdad que precisamente podría ser eso lo que trata de transmitir, por pesimista que suene: que contra los males de la tecnología no se puede hacer gran cosa, salvo unirte a ella. El Pulpo no salió del cine reflexionando, sino resignado. Y sin haberse desternillado demasiado, la verdad.

 

Nota del Pulpo: 6 / 10