Espejo Negro: USS Callister: Empiezo a ver la cuarta temporada, y esto no decae…

Trekkies virtuales

Cuando aún me estoy reponiendo del nivelazo de la tercera temporada de Black Mirror, resulta que comienzo la cuarta y me encuentro con un episodio que se vuelve a colar en mi podio personal, y bien pegadito a la cima… ¡Así da gusto!

Y la cosa tiene enjundia, porque ahora resulta que los dos capítulos que más me han gustado por el momento son los que más se alejan del negativismo y la distopía habituales de la serie (sin que por eso sean 100% optimistas), que son este USS Callister y mi todavía favorito San Junípero. En este caso además, la historia rompe completamente con el estilo de Black Mirror y se convierte prácticamente en un blockbuster de entretenimiento, y muy conseguido en su género.

A ver, no nos volvamos locos, tampoco es que mearan fuera del tiesto, porque los elementos propios del Espejo negro siguen estando ahí, y ese es uno de los méritos del episodio: Por un lado, en un 40%, tenemos un homenaje – parodia a la ciencia ficción clásica del espacio y las navecitas, concretado en la serie Star Trek, por otro (en otro 40%) está la tecnología de la realidad virtual aplicada a los videojuegos, muy en plan Ready Player One, la peli de Spielberg de la que en su día hablamos por aquí (tampoco podemos dejar de mencionar el precedente del ya clásico Tron de los años 80), y luego queda un 20% de toque sombrío e inquietante típicamente Black Mirror, sin llegar a distopía general pero sí con consecuencias negativas sobre algunos de los personajes.

Así pues, es un episodio narrado en tres planos, del que la parte realista queda relegada a un nivel sutil pero suficientemente significativo para dar el trasfondo que se espera de todo episodio de Black Mirror. Pero a la larga es el capítulo menos realista, más puramente de ciencia ficción de la serie (de los que he visto), y eso rompe totalmente con mi idea previa de que los mejores episodios eran los más realistas.

Sin embargo, el arranque, en esa recreación de Star Trek usando calidad de imagen propia de los años 60 del siglo pasado, no empieza convenciéndome, porque tiene un tono paródico cuyo significado en la historia aún no podemos comprender, y por lo tanto ni me hace gracia ni sé a dónde pretende llevarme. Luego, los primeros minutos de la parte “real” de la historia siguen manteniéndome un poco indiferente a la espera de empezar a sacarle jugo… Pero cuando el jugo empieza a fluir, sencillamente me peta la cabeza. De repente, las partes dentro del videojuego trekkie, ahora rodadas con calidad de imagen actual (aunque con vestuario y en escenarios igualmente acartonados -intencionalmente y muy logrado-), funcionan de maravilla, con el mejor sentido del humor que he disfrutado hasta ahora en Black Mirror: Los gestos de estupefacción de la actriz protagonista, Cristin Milioti, viéndose a sí misma participando del paripé de sus compañeros para seguirle el juego (y nunca mejor dicho) al jefe, son más que hilarantes.

Más adelante, cuando la historia se convierte en acción espacial clásica, los efectos especiales son la bomba, y la aventura es adrenalítica, como nunca habría imaginado en esta serie. De repente, el paripé forzado del videojuego se ha transformado en una aventura real (dentro de que es virtual), en la que los personajes se la están jugando de verdad dentro de ese software. Y para llegar a ello, las distintas capas del episodio fluyen en distintos escenarios (real, informático y trekkie) con perfecta sincronía. Sólo me deja un poco falto de información ese final, que en sí mismo está muy bien, pero me quedo con las ganas de saber cómo le ha ido a los demás personajes en la vida real, si se han enterado de lo que el jefe chungo había montado en sus ratos libres, y cómo reaccionan, si finalmente acuden a buscarle a su casa, etc. Acepto que pueda gustar como final abierto, pero creo que se podría haber redondeado un poquito más, para mi gusto.

Mención aparte merece el hecho de que el psicópata de Breaking Bad (o mejor dicho, uno de los muchos que salen en esa genialidad de serie) sea aquí el Capitán Kirk… y que vuelva a quedar encasillado como auténtico zumbado misántropo. Y por cierto, nueva coincidencia en un episodio de esta serie con la actualidad de varios años después de estrenarse: En la semana del Día de la Mujer, resulta que otra de las características de ese angelito interpretado por Jesse Plemons es precisamente su acoso a las mujeres…

psicopata

La cuestión tecnológica del episodio que me ha petado la cabeza

Antes de entrar en materia con lo dicho arriba, un inciso sobre una curiosa metáfora cibernética: Los personajes virtuales desencadenan el fin de su loco dueño a través de una operación que podría considerarse como auténtica ingeniería social. Teniendo en cuenta que son "bots" dentro de un videojuego, en este episodio podríamos estar viendo una versión humana de malware inteligente. Ahí lo dejo.

Lo que más me fascina del episodio es que plasma como nunca una idea sobre la que ya he hablado antes en este blog, y que siempre me ha flipado e inquietado a partes iguales: Las recreaciones virtuales o clones de seres humanos en entornos digitales, por ejemplo en forma de memorias informáticas de nuestros propios recuerdos almacenados en el cerebro, lo cual por cierto también se trata en el antes mencionado episodio San Junípero. Y la cuestión que me vuela la cabeza es el pensar que esas versiones tecnológicas de nosotros mismos percibirían y sentirían como nosotros mismos, creyéndose de hecho que son nosotros mismos, pero ni lo son, ni afectarían en principio a nuestra versión original: las experiencias de los clones no las viviríamos nosotros. Si el “yo original” desapareciese y quedase sustituido por el virtual, pasaría lo que plantea ese otro ejemplo que suelo usar para explicar esto, que es el teletransporte: viaja “el otro” igual a tí, no tú.

Cuando se trata de la vida digital después de la muerte de San Junípero, en la transición previa si nos dan a entender que la versión virtual y la real son mutuamente conscientes la una de la otra y de hecho comparten sus experiencias en las dos versiones que se van alternado (en esto va más en la línea de la antes mencionada Ready Player One), pero ese episodio no aclaraba qué parte del original quedaba viva para poder seguir sintiendo a través de su réplica informática (era para mi gusto el único y mínimo defecto de ese capítulo). En USS Callister sí queda claro que ambas versiones, real y digital, son independientes, y al final el episodio se centra más en contarnos lo que les pasa a los clones virtuales, que además sufren y luchan por liberarse, pero antes sobreviven, en una genial paradoja del guion, gracias a la autoconsciencia de no ser los reales ni los originales (ellos sí la tienen, los originales no). Por eso digo que creo que al episodio le falta cerrar mejor la parte que debería ser más importante: la humana, la real. Porque, como bien dice uno de los personajes de Ready Player One al final, la parte real es mejor porque es real. Y punto.

Pero insisto, para pasarlo bien con unas palomitas, el episodio es inmejorable.

 

Nota del pulpo: 8 / 10