Espejito, espejito, dime, ¿quién es la más divina de la muerte en Instagram? Esta sería sin duda la frase favorita de la bruja del cuento de Blancanieves si se hubiera desarrollado en la actualidad. Y es que el espejo en el que nos reflejamos en el siglo XXI no es de pared, ni de lavabo, ni de bolso, es de pantalla táctil, cámara frontal y muchos megas para almacenar fotos.
Sobre los selfies y su ridícula denominación, que parece sacada de un manual de onanismo para post-millenials, ya hablamos en su día. Hoy vamos a hacer un breve comentario acerca de un estudio sobre el por qué de ese narcisismo, que ni mucho menos es nuevo en la historia de la humanidad, pero que los black mirrors han elevado a la categoría de cultura popular digitalizada.
La cuestión es que un pequeño experimento llevado a cabo en el laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la Universidad Autónoma de Madrid, y explicado en este artículo de Tecnovedosos, ha revelado la importancia del reconocimiento de nosotros mismos, en concreto nuestro rostro, a nivel mental y por tanto evolutivo.
Y lo han hecho midiendo la actividad neuronal del cerebro mediante un dispositivo de electroencefalogramas, al tiempo que los voluntarios veían imágenes de varios rostros, incluido el suyo propio. El resultado era un procesamiento más eficiente al ver el rostro propio que uno ajeno, debido a una mayor atención hacia nuestra cara que la de otros.
No quiero yo poner en duda este experimento ni sus conclusiones, pero no me importaría que me lo hicieran a mí, aunque con un condicionante: Poner, junto a la imagen de mi cara, la de Scarlett Johansson, Angelina Jolie, Megan Fox o Jessica Alba… Si se sigue cumpliendo el experimento y pongo más atención en mi rostro, realmente me sorprendería mucho más, y hasta me preocuparía seriamente…
Bueno, el artículo explica bien por qué nos interesa evolutivamente darnos tanta importancia a nosotros mismos, y no deja de tener su lógica. Ahora bien, que nos hagamos tantos selfies y los subamos a las Redes Sociales, ya no sé si es algo que nos interese tanto, pero seguro que ni de lejos nos beneficia al nivel que lo hace a los gigantes de Silicon Valley, que viven tan bien de nuestro uso de esas aplicaciones y plataformas.
Conclusión, que en esta época, la bruja del bosque no le habría dado la manzana a Blancanieves sino a su madrastra, que la habría deseado mucho más… Por supuesto, con la manzana me estoy refiriendo al logotipo más famoso del sector de los smartphones…