Una loca historia con el futuro tráfico caótico de drones tripulados

¿Y si ese futuro prometido no fuera tan idílico…?

Ya han pasado más de tres meses desde la última vez que tiramos de ChatGPT para crear contenido en este blog. Más que suficiente para que siga quedando claro que nuestra pereza no nos lleva a abusar en exceso de la inteligencia artificial. Pero como esta sigue estando de moda -la IA, no la pereza, aunque también- (y parece que no pasará), tampoco vamos a ser tan rarunos de no hacerlo nunca.

Al igual que en aquella ocasión imaginamos una situación caótica en una empresa entre directivos de tecnología e informática, también hoy vamos a contar una loca historia relacionada con la era digital, en este caso futura, y por eso el título del post empieza igual (puede que lo tomemos como costumbre). Esta vez nos ha inspirado la noticia del anuncio del alcalde de Madrid acerca de los futuros drones que transportarán ciudadanos por los cielos de la capital de España.

Como todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, a mucha gente estas innovaciones les parecen maravillosas, y les hacen imaginar un mundo futuro ideal, mientras que a nuestro Pulpo le ponen de los nervios, porque cree que tanta cacharrería cibernética no puede llevar a nada bueno. Para nuestra mascota molusca, un cielo lleno de drones es en realidad un infierno de caos, una traslación a las alturas del desconcierto habitual del tráfico de ciudades como Madrid, un paso de la jungla de asfalto en dos dimensiones a una jungla peor en tres dimensiones.

Con esta idea en mente, hemos pedido al chatbot de Open AI que desarrollara una historia en tono jocoso (propio de este nuestro querido blog) imaginando esa pesadilla futura de drones que quita el sueño al octópodo que nos representa. Os dejamos con el resultado de la IA generativa. Esperemos que lo disfrutéis, porque a partir de la próxima semana volvemos a ser nosotros mismos los que desarrollemos nuestro propio contenido, y vosotros veréis que es peor…

 

"¡Señaliza, pedazo de dron!"

 

Año 2147. Ciudad de Neo-Madrid

En la era de los drones tripulados, la movilidad es más rápida, más eficiente, más ecológica... y absolutamente insoportable. Porque aunque los coches vuelen, el conductor sigue siendo humano.

El cielo ya no es azul. Es un mosaico de luces LED parpadeantes, hélices zumbantes y gritos furibundos que rebotan entre rascacielos como en una partida eterna de Pong. La humanidad, por fin, ha conquistado el cielo... para convertirlo en un atasco flotante.

En la intersección aérea de la Calle Gran Vía con la Quinta Plataforma Flotante de Lavapiés, el tráfico matinal es una pesadilla vertical.

 

Interior del dron personal de Ernesto (Dron-Seat León Aéreo 3000)

Ernesto, 52 años, oficinista veterano y orgulloso hater del progreso tecnológico, intenta incorporarse al carril 3B (Subida a Azca, vía aérea baja), pero un dron-taxi se le cuela por la izquierda sin intermitente.

Ernesto (golpeando el panel de control):

—¡Pero pon el intermitente, pedazo de dron! ¿¡Dónde aprendiste a volar, en un simulador de TikTok!?

El dron de Ernesto lanza una alerta:

[ALERTA: Ritmo cardíaco elevado. Activando el difusor de tila.]

Un pequeño vaporizador emite una suave nube de té de tila. Ernesto lo aparta de un manotazo.

Ernesto:

—¡Tila, tus narices! Lo que necesito es un rayo láser anticolados.

 

dron_2

 

Canal de comunicación público 3B (chat abierto entre conductores)

Voz femenina robótica:

—Usuario "DronitaBipBip" se ha unido al canal.

DronitaBipBip:

—¿De verdad que este atasco es por un repartidor de GlovoSky que ha aterrizado en medio del carril a recoger una empanada galáctica?

Usuario "CamionetaVoladora87":

—Sí, y encima con luces de emergencia. ¡Se ha puesto a discutir con un perro robot de vigilancia!

DronitaBipBip:

—No puedo con esto, me voy a desmaterializar.

 

Ernesto intenta esquivar a un dron-camión de basura

Ernesto hace una pirula aérea bajando dos carriles en diagonal. Su dron emite un pitido agudo. Por la ventanilla, un jubilado en un dron descapotable le hace un gesto ofensivo con un brazo robótico extensible.

Jubilado:

—¡Mira por dónde vuelas, licenciado del aire! ¡Esto no es el Mario Kart!

Ernesto:

—¡Pues frena, chatarra con GPS!

 

Cruce complicado entre tráfico aéreo y terrestre

La ciudad tiene tres niveles de circulación: drones a baja y media altitud, y coches terrestres aún circulando por necesidad (y cabezonería).

Desde abajo, un coche eléctrico autónomo pita de forma insistente mientras un dron intenta aterrizar en la plaza de aparcamiento marcada con un holograma.

Coche (voz AI):

"Este espacio ha sido reservado por la aplicación PARKnSYNC. Su infracción será reportada a la Agencia de Espacio y Urbanismo."

Dron (voz de señora indignada):

—¡Mira, guapo, que llevo a mi nieta al médico! ¿Quieres salir tú del maletero y empujar mi cadera también?

 

Cabina de control de Tráfico Aéreo Urbano de Madrid (TAUM)

Un grupo de operadores humanos y androides monitorea los cielos en una sala llena de pantallas y cafés mal recalentados.

Operador humano:

—Se nos ha formado otro tapón en la rotonda aérea de Plaza Castilla. Hay un dron de bodas que ha perdido el rumbo y va en dirección contraria.

Androide:

—¿Activamos el protocolo "Churro Congelado"?

Humano:

—No. Espera. Vamos a lanzar primero una notificación sonora: “Estimado usuario: su dron es la vergüenza de su estirpe. Corrija la trayectoria o será desactivado con sarcasmo.”

 

Epílogo: Diario de Ernesto

"Hoy he llegado tarde al trabajo porque un dron de recogida de basuras bloqueó el paso. Un dron de policía me multó por insultar a otro conductor vía Bluetooth, y una paloma mutante me hizo caca en el parabrisas. La caca era corrosiva. He pedido traslado a Marte. O a Segovia."

Así vuela la humanidad. Entre avances y atascos, insultos aéreos y drones que reparten sushi. El futuro es brillante... pero no lo suficiente como para poner intermitente.