Ayer tuvo lugar la habitual presentación anual de nuevos iPhone y demás productos de Apple. Independientemente de la diferencia entre la expectación causada actualmente en estas keynotes por la compañía de la manzana respecto a los históricos eventos del pasado con Steve Jobs, (de lo que ya hablamos por aquí hace bastante), ¿es posible que haya un cierto hastío o relativo menor interés en los terminales nuevos que se acentúa con los años? ¿O no queda más remedio que renovarse?
Dejando a un lado los múltiples memes sobre las tres cámaras traseras de los nuevos smartphones, e intentando no unirnos a las tendencias haters que seguramente exageran todo esto (y reconociendo que, más o menos de cachondeíto, en este blog ya sabéis que nos gusta divertirnos con ello), aprovechamos la ocasión para aportar los datos, conclusiones y perspectivas de un artículo que pueden arrojar algo de luz acerca del asunto, tratando de paso cuestiones como la obsolescencia programada y el reacondicionamiento de móviles.
La empresa de Cupertino que ha visto cómo sus ventas llevan estancadas desde hace varios trimestres. Y es que a pesar de que la empresa americana no deja de inundar los escaparates de productos nuevos cada año, los usuarios tardan cada vez más en renovar sus teléfonos móviles. Según los últimos datos de HYLA Mobile, si en el caso del resto de terminales, los consumidores cambian de terminal de media cada 2,83 años, en el caso del iPhone este tiempo es incluso aún mayor, hasta llegar a los 2,92 años.
El auge del negocio de los teléfonos reacondicionados es uno de los principales factores que explica este cambio de tendencia en la forma de consumir teléfonos móviles. Un mercado emergente en el que ya han puesto el ojo las grandes marcas de telefonía, incluido el propio Apple. De hecho, la compañía americana trabaja desde 2017 con nuevas formas de consumir su tecnología, como prueba la colección oficial “Reacondicionado por Apple” que lanzaron en la plataforma Back Market, especializada en la venta de reacondicionado electrónico. Además, hoy en día ya dispone de dispositivos reacondicionados a la venta en su propia web.
Esto sumado a que el usuario observa cada vez menos novedades entre los nuevos modelos que salen al mercado y su actual dispositivo, lleva a que prolongue cada más la vida útil de su teléfono. “Los gigantes tecnológicos aprovechan la excusa de la innovación y los avances de la tecnología para que compremos sus productos, aunque no nos hagan falta. Todos tenemos en casa algún teléfono móvil que no utilizamos, aunque todavía funcione, porque lo hemos sustituido por uno nuevo, aunque estamos convencidos de que cada vez se verán más productos reacondicionados por la calle y menos teléfonos en nuestros cajones. Nuestro objetivo es dar una segunda vida a esa tecnología que no usamos pero que todavía funciona, previo paso por un taller especializado en el que se revisa y repara si fuera necesario. Cada vez que esto sucede, encima, se contribuye a evitar toneladas de residuos tecnológicos al planeta”, explica Thibaud Hugh de Larauze, CEO y cofundador de Back Market.
Desde esta compañía argumentan que el mercado de telefonía no debe limitarse sólo a la producción masiva de nuevos modelos, sino también a la gestión de la segunda vida de estos productos, algo de lo que los grandes fabricantes también son cada vez más conscientes.
“El problema es que cada vez que Apple lanza un nuevo dispositivo, sus usuarios ven como sus terminales se ralentizan. A este fenómeno se le conoce con el nombre de obsolescencia programada. Da igual el tiempo que haya pasado desde la compra del último iPhone o el uso que se le haya dado. El rendimiento del terminal empezará a bajar y funcionará cada vez más despacio debido al lanzamiento de una nueva versión del sistema operativo por parte de la compañía. Esas versiones ocupan más espacio y consumen más recursos del sistema, que hacen que nuestro “viejo” móvil funcione cada vez peor y al final tengamos que cambiarlo”, concluye Hugh de Larauze.