Este último tramo del año, como viene siendo costumbre (ya casi al estilo de la vendimia o la berrea) desde que vivimos sin escapatoria en la era digital, se están produciendo las presentaciones de los nuevos smartphones desarrollados por los sacrosantos gigantes tecnológicos. En septiembre Apple dió a conocer sus nuevos niños bonitos, los iPhone 8 y X (de los que nos habló Rachel), Samsung lanzó el Galaxy Note 8, y ya en octubre Huawei presentó el Mate 10. Pero una cosa es cierta, en lo que respecta a las keynotes: Hay que reconocer que, salvo para los más geeks, esto ya no es el espectáculo que era.
La verdad es que nuestro blog ha llegado un poco tarde en ese sentido, y nuestro querido pulpo se ha perdido la era dorada de los lanzamientos tecnológicos. Aquellas presentaciones en las que el gurú de los gurúes, Steve Jobs, lo petaba en todos los medios de comunicación generalistas. No es que los telediarios de todas las cadenas televisivas hayan dejado de añadir las correspondientes noticias sobre las actuales keynotes, pero antes había una especie de magia, una expectación ante las posibles sorpresas, y ahora ya ha quedado como una especie de inercia asumida, a imagen y semejanza de unos dispositivos que han pasado de maravillarnos a ser una rutina diaria. En parte se debe al efecto “hype” (exceso de expectativas previas que deviene en decepción), y el paralelismo con el mundo del cine -donde se suele usar el término- se extiende, usando el caso “Star Wars VII”, a la sensación de remake encubierto que tienen la mayoría de los nuevos modelos de smartphones.
Hubo un momento, hace pocos años todavía, en que el mundo digital estaba tan mediatizado (lo sigue, pero en otro sentido) que se llegaba a colocar en portada cualquier noticia que incluyera nombres de famosas compañías informáticas, aunque el asunto no fuera de tecnología de consumo o incluso fuese demasiado técnico. Podías ver un acuerdo de innovación sobre infraestructuras de almacenamiento empresarial entre IBM y Microsoft (por ejemplo -inventado-) al lado de la detención de la Pantoja o de la típica exclusiva bomba sobre el calor que hace en verano o el frío que hace en invierno.
En unos años en que cualquier asunto relacionado con algo que genere mucha pasta se convierte en acontecimiento mediático (¿alguien recuerda que antes se siguieran en directo los sorteos para las eliminatorias futboleras, cuando ahora ya sólo falta que incluyan en los mismos una actuación de Lady Gaga, tipo Superbowl, o que instalen pantallas gigantes en las plazas para ver en masa cómo sacan las “bolas de la suerte”?), la tecnología no podía ser menos. Pero ahora la cosa está un poco de capa caída, como decía antes, y comparar aquellos speechs de Steve Jobs o Mark Zuckerberg con lo de ahora empieza a recordar a cuando nuestros ídolos de la música dejan de molar; como cuando te preguntas: ¿pero de verdad ese señor tan “hermosote” es Axl Rose...?
La verdad es que buena parte del “glamour”, o de la pérdida del mismo, de muchos de los negocios que lo petan hoy se deben a la sobrevaloración por los medios, y al aura de “especial” con que consiguen revestirlo, o a todo lo contrario cuando aparece un analista “hater” (volviendo al paralelismo del cine, las críticas de Carlos Boyero). Todo eso sin negar la revolución que ha supuesto la llegada de los smartphones al mundo, entre otras innovaciones tecnológicas. Alguna vez me da por fantasear cómo se habrían difundido en estos tiempos ciertos inventos si hubiesen aparecido ahora: La rueda, el paraguas, la olla exprés, etc... Esos equivalentes a Steve Jobs o Bill Gates recitando frases filosóficas con cara de interesantes y música new age de fondo mientras muestran una plancha, un sacapuntas, o una fregona, al asombrado respetable... lo que nos hemos perdido, amigo pulpo...
Post by Albert