Cuando un pulpo en la nube característico, de libro, asume el entorno digitalizado en que se ha convertido el mundo y su vida, no percibe en sus carnes estar en un metaverso, sino que más bien normaliza toda esa tecnología como si hubiera existido siempre. Y es en ese momento cuando surgen los errores de sistema, propios o ajenos.
Por ejemplo, qué tecnófobo (consciente o no de ello) no se ha visto ante la tele, tras haber estado viendo algo en una plataforma de streaming, conectado después a alguna cadena de televisión convencional (de toda la vida), y cuando por ejemplo le han entrado ganas de ir al baño, ha intentado poner en pausa la emisión en directo del programa de turno… incluso llegando al clásico cabreo de “¡este mando no funciona!”, cayendo entonces en la versión actualizada de las pilas gastadas (“si aprieto más fuerte el botón lo pararé”)…
Estos fallos de inspiración steampunk, en los que se mezcla pasado y presente tecnológico, sin duda endulzan la vida. Por ejemplo, ¿quién dice que la tecnología digital, tan sofisticada, virtual y metavérsica ella, no tiene su lado físico? ¿No os parece mágico estar descargando un archivo de mucho peso en la habitación más alejada del router, indicando que quedan dos horas para la descarga completa, y coger el portátil, desplazarte a diez centímetros del router, y que de repente sólo queden 20 minutos? Ay, amigos, qué maravilloso es modificar Matrix con una cuchara de palo… Y luego quieren que llegue el 5G, para romper toda esta fantasía…
Porque claro, todo avance tecnológico es sin duda un aumento de la calidad, sin duda ninguna y que nadie rechiste… Ya en su día me chirriaba que, con la llegada de la televisión digital terrestre (TDT), al ver un partido de fútbol con la radio “analógica” puesta al mismo tiempo, de repente los goles, en vez de ocurrir prácticamente al mismo tiempo en la tele y en la radio como antes, ahora en esa fantástica y vanguardista tecnología de la TDT el gol lo veías tres o cuatro segundos después de que el locutor de radio hubiera empezado a desgañitarse con su habitual cántico del tanto, en lo que puede considerarse un mini-spóiler futbolístico. En definitiva, que de repente el directo era en realidad tres o cuatro segundos menos directo y más pasado… Pues vaya avance…
Algo parecido sigue ocurriendo ahora con las entrevistas telemáticas en programas de televisión: ¿Cuándo se había visto antes que hubiera esos silencios desde que el periodista termina la pregunta hasta que el entrevistado responde? Ejem, ejem, un poco cutre me parece, amigos. Por no hablar de la calidad de imagen de las videocámaras de los entrevistados o tertulianos telemáticos: Os parecerá muy moderno todo, pero mejor no se ve, estéticamente. Y ya si pensamos en la cantidad de reportajes o noticias en las que los informativos delegan en videos de usuarios con su smartphone… Que sí, que vale, que si la cercanía y el realismo y tal, pero no son cámaras profesionales, suelen grabar en vertical, que por mucho que insistáis queda horrible en la pantalla de la tele, los comentarios de los propios usuarios mientras graban suelen ser de bar (“hay tiempo p`a comeeeeer”), etc. … Pues quien crea que estas consecuencias de la tecnología nos están llevando a un mundo mejor y más sofisticado, lo siento, pero no van a tener mi acuerdo.
Por lo tanto, si ahora la confianza en la tecnología se va a empezar a depositar más a menudo en la Inteligencia Artificial, en la creencia de que esta va a ser mejor que lo que había antes, vayámonos preparando para múltiples recopilaciones de tomas falsas y epic fails en el futuro, amigos. Procuraremos estar atentos para dar cuenta de ello por aquí. De momento, ya lo hemos visto, por ejemplo, con lo de los dedos en las imágenes generadas automáticamente…