Niños consumiendo pantallas como chocolatinas

El Walking Dead infantil de la tecnología

Cómo están de preocupados los padres, amigos. No duermen por las noches pensando en la adicción que tienen sus retoños a los teléfonos móviles. Eso no puede ser bueno.

“¿Cuántas horas llevas ya hoy mirando el smartphone, Manolito?”, dice preocupado el padre o la madre a su zagal. “¿No has subido suficientes selfies todavía a tus redes sociales?”. Y mientras Manolito se queja por enésima vez de la reprimenda a su consumo habitual de droga digital, el progenitor se va a otra habitación… a echarle un ojo por centésima vez a su propio móvil.

Es la vieja historia de querer que nuestros pequeños hablen bien sin saber evitar nuestros propios tacos delante de ellos. O de esperar que no se interesen por el alcohol cuando en todas las visitas de amigos siempre están presentes, como mínimo, las cervezas. Porque claro, al fin y al cabo, nada de eso es malo… salvo si se hace desde demasiado pequeño.

A lo mejor es que lo malo o lo bueno depende de si lo hacemos nosotros o los demás. Estar como un zombie en el metro con el teléfono móvil produce una percepción muy distinta cuando es uno quien se entretiene en su burbuja digital, que cuando alza la vista y ve a todo el vagón con el cuello torcido hacia sus dispositivos. Con lo cual, si ya es a nuestros hijos a quienes vemos en esa actitud, el rechazo que nos produce entonces la dichosa tecnología es absoluto.

Así pues, a este Pulpo en la nube le parece estupendo que haya mucha gente que se queje amargamente de cómo nos está abduciendo la era digital, y del futuro de yonkis tecnológicos que les espera a las nuevas y venideras generaciones, pero le parecería más coherente que, si es tan sincera la alarma, de verdad se hiciera algo al respecto, en vez de esa preocupación de “huy, qué problema tenemos” y luego a otra cosa mariposa, como pasa con las décadas de supuesta concienciación medioambiental que ya me dirás tú qué efectividad está teniendo, visto lo visto (y lo que quedará por ver…)

Si mientras tanto sirve de algo hacernos eco del estudio aquí abajo mostrado, ni tan mal, pero que conste que es la enésima es que hablamos de ello en el blog, así que a la mayoría le sonará a cantinela repetida. En fin…

 

Un tercio de los padres está preocupado por que sus hijos se conviertan en 'zombies de las pantallas'

Uno de cada tres progenitores está preocupado por que sus hijos sean 'zombies de las pantallas' o adictos a las mismas y el 65% considera excesivo el tiempo que le dedican, aunque muchos confiesan que deberían predicar con el ejemplo. Estas son algunas de las conclusiones del estudio* global realizado por Lingokids, la aplicación de contenidos digitales para niños en inglés.

El informe busca desmitificar las ideas equivocadas que aún prevalecen en relación con el uso de las pantallas, y tiene como finalidad promover un uso de calidad, beneficioso para el desarrollo, saludable y educativo. Para lograr esto, el informe combina datos oficiales sobre el uso de pantallas entre los más pequeños, junto con una encuesta a nivel global en la que han participado 1.800 progenitores de niños entre 2 y 8 años, y también incorpora las opiniones de expertos en la materia.

Sin embargo, aunque el 70% de los padres muestra preocupación por la cantidad de tiempo que sus hijos pasan frente a una pantalla -según estudios internacionales, los menores de 5 años podrían dedicar hasta 3 horas al día a esta actividad-, solo la mitad de ellos afirma estar realmente involucrado en supervisar y regular este uso.

De acuerdo con la encuesta, aunque la mayoría de los progenitores (un 60%) opina que sus hijos no son adictos a la pantallas, la preocupación de que puedan llegar a serlo es una realidad para ellos (un 35% está preocupado al respecto). Y esta inquietud tiene fundamento: diversos artículos, indican que una exposición excesiva a las pantallas desencadena la producción de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor vinculado a la sensación de deseo y que puede contribuir al desarrollo de la adicción.

"La dopamina a través de las pantallas ocurre especialmente mediante factores como la validación en redes sociales y las interminables recomendaciones de sus algoritmos, las recompensas instantáneas y los estándares irreales de belleza", explica Regina Ascencio, pedagoga y neuropsicóloga.

¿Cuándo empezar con las pantallas?

En términos generales se aconseja evitar la introducción de pantallas antes de los 2 años -la Organización Mundial de la Salud no las recomienda en los niños menores de 1 año-, para evitar los riesgos que podrían producirse cuando los niños aún se encuentran en un estado temprano de desarrollo cognitivo y físico. Sin embargo, también se sostiene que retrasar su introducción en exceso no es favorable, para evitar que se queden atrás en esta era tecnológica en la que viven.

En la práctica, hasta un 9% de los encuestados considera apropiado iniciar el uso de pantallas para sus hijos entre 0 y 3 años; un 25% cree que lo sería a partir de los 3 años,  y un 22,6% entre los 5 y los 6 años. Solo uno de cada cinco prefiere esperar hasta que sus hijos tengan ocho años o más para introducir las pantallas en sus vidas.

En cuanto al tiempo de exposición, según la encuesta, el 80% de los niños y niñas de 2 a 8 años se exponen a las pantallas durante un rango de 30 minutos a tres horas al día. En muchos casos, por la comodidad de los padres: según los resultados, un 23,7% permite el uso de las pantallas cuando necesitan centrarse en otras tareas, y un 19% durante los viajes, en ambos casos sin supervisión directa.

"La clave para lograr un uso de las pantallas que sea de calidad, con un valor educativo y que no convierta a los pequeños de la casa en zombies de pantalla está en supervisar, más allá del tiempo, el tipo de contenido al que están expuestos. Debe ser apropiado para su edad, seguro y sin anuncios. Además es fundamental establecer momentos específicos del día en los que las pantallas no se utilicen, como durante las comidas y antes de ir a dormir", resalta Ascencio.

En línea con los resultados de la encuesta, los padres son conscientes de esto, y precisamente sitúan a las aplicaciones educativas en el primer lugar como aquéllas con las que se sienten más seguros cuando sus hijos las utilizan con o sin supervisión. Por el contrario, plataformas como YouTube o TikTok son las aplicaciones con las que se sienten menos cómodos.

La principal preocupación de los padres: la naturaleza del contenido

Regina Ascencio argumenta que la cuestión no radica tanto en la cantidad de tiempo frente a las pantallas como en la calidad o tipo de contenido: "el tiempo de pantalla debería estar siempre bajo moderación parental, siguiendo pautas familiares y personales". Fernando Valenzuela y Rhona Anne Dick, miembros de la Junta Educativa de Lingokids, comparten esta opinión: "El equilibrio y la moderación son esenciales. La tecnología debe enriquecer nuestra percepción del mundo, pero no reemplazarlo", añaden.

Según los resultados de la encuesta, la mayor preocupación (74,7%) de los padres se centra en exponer a sus hijos a contenidos que fomenten la violencia. También les preocupa no ofrecerles contenido adecuado para su edad (69,4%) o que este contenido no sea educativo (41,5%).

Por otro lado, el uso pasivo e inadecuado de pantallas puede tener otras consecuencias, como la falta de fomento de la actividad física y efectos negativos en las interacciones y habilidades sociales de los niños. Asimismo, el 36% de los padres se preocupa por la disminución del interés en otras actividades, como jugar al aire libre o leer, mientras que el 40,4% teme los posibles efectos negativos en esas interacciones sociales. Sin embargo, independientemente del escenario, es vital predicar con el ejemplo: el 64.4% de los padres admiten que ellos mismos pasan más tiempo del necesario frente a las pantallas. "Es crucial mantener la consistencia, ser modelos a seguir y establecer límites y correcciones para nuestros hijos", aclara Ascencio.

Por todas estas razones, cobra gran importancia que los padres apuesten por plataformas 100% seguras, que no muestren publicidad y que salvaguarden ante todo la privacidad de los niños. En el caso de Lingokids, su certificado KidsSAFE respalda su compromiso con estas medidas de seguridad  para los más pequeños, dado que su contenido es adecuado para los niños y carece de anuncios publicitarios.