A la vuelta de las vacaciones del verano del año pasado, publicamos una entrada en el blog que ponía de relieve el extremo al que se había llegado en cuanto a la glorificación de la imagen personal a través de plataformas tecnológicas e internet. Hasta tal punto era así que ya se hablaba de una especie de nueva patología, llamada dismorfia del selfie.
Apenas cinco meses después, empieza a dar la sensación de que la llegada a ese punto álgido estaba dando el cante lo suficiente como para provocar un cambio de tendencia respecto a la asentada costumbre del postureo en las redes sociales. Digamos que cada vez hay más gente que piensa “igual se nos estaba yendo un poco la olla con lo de hacernos operaciones de cirugía estética para parecernos a nuestros perfiles con filtros de Instagram, llamadme loco”.
Esto se está manifestando en el éxito de alguna nueva aplicación social cuyo objetivo es justamente el contrario, es decir, fomentar la naturalidad entre sus usuarios. Especialmente notorio está siendo el éxito de BeReal, cuyo propio nombre ya indica lo que busca. Esta app ofrece tan solo dos minutos para publicar dos fotografías (una con la cámara frontal del smartphone y, la otra, con la trasera) que muestren qué se está haciendo en ese instante. La alerta de publicación para subir las imágenes salta a una hora aleatoria y no hay posibilidad de utilizar filtros ni retoques.
La nueva tendencia pretende ofrecer a los usuarios un lugar en el que compartir sentimientos de una manera honesta y sin filtros, lo que promueve la conexión y la empatía con los seguidores. Y parece que está funcionando, no es una utopía, vaya: BeReal ha crecido un 315% desde su lanzamiento, en 2020, y actualmente tiene más de 100 millones de usuarios en todo el mundo. Si, vale, queda muchísimo para que estas cifras estén cerca de ser mayoritarias (si es que llegan alguna vez a serlo), pero tampoco se puede decir que sean marginales, o propias de los que están como un pulpo en la nube.
¿Podría ser este un hipotético principio del fin del postureo en internet? No sé yo si ese fin llegará alguna vez, pero sí que se empieza hablar de cierto hartazgo, de cierto apego al ahora llamado “antipostureo”. Ahora bien, ojo cuidado con lo de inventar la trinchera equivalente enemiga, que eso también se nos da muy bien. Porque un antipostureo llevado al extremo podría crear otro tipo de postureo inverso. Esto me recordaría un poco a los que celebran las “no – bodas”… Pues hombre, muy a favor de tu libertad de que no quieras casarte, pero entonces no celebres nada y punto, ¿no?
En cualquier caso, esta nueva perspectiva de las redes sociales naturales parece tan adecuada a ciertos ámbitos, que desde algunos de ellos aseguran que podría tener aplicación más allá de lo personal o de usuarios particulares, pasando a formar parte de las herramentas digitales de las empresas y de las marcas. Así lo explica Francisco Javier Saborit, docente en el grado de Marketing de la Universidad Internacional de Valencia (VIU): "Las compañías deben tener 'infiltrados' para conocer cómo conversan los usuarios, las conexiones que establecen entre ellos, el lenguaje que utilizan, el tono... También deben empezar a testear qué publicaciones pueden beneficiar a su comunidad, recordando que la publicación está limitada y alejada de aspectos puramente comerciales, lo que propicia conexiones más reales y cercanas que generan mayor confianza en la marca".
En definitiva, concluyen desde la VIU, BeReal es la prueba fehaciente de que las redes sociales se encuentran en un contexto de cambio de paradigma en pro de nuevas formas de transmitir pensamientos y realidades de manera más honesta, real y sin filtros, algo que debería poner en alerta a las compañías para llegar a su público objetivo y adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores. Personalmente, y entendiendo el inevitable interés comercial de las marcas en esto, creo que los usuarios podrían llegar a apreciar una cierta paradoja que parece darse aquí, ya que lo de la naturalidad y el realismo, una vez que se instrumentalizan, corren el riesgo de empezar a no ser tan naturales y realistas. Me sirve otra vez el ejemplo de las "no - bodas".
Supongo que para muchos que comparten nuestra filosofía de desconfianza (que no de rechazo) a las nuevas tecnologías, o más bien a los usos de las mismas que se ponen de moda por adopción irreflexiva más propia de un rebaño que de una sociedad inteligente y madura, no haría falta explicar las razones profundas del empacho al que se ha llegado en este asunto. Más bien habría que explicar cómo no se ha producido antes la indigestión, cuando nosotros llevamos sufriendo arcadas de vergüenza ajena desde hace unos cuantos años. Sin embargo, como no siempre salen las palabras de manera fluida para expresar lo absurdo del abuso de los “espejos negros” en que se han convertido los dispositivos móviles, aprovecharemos declaraciones expertas para plasmarlo mejor.
Es el caso de Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta Catalunya, UOC, que afirma que "la perfección ajena nos genera sentimientos negativos: envidia, frustración y, llevado al extremo, incluso depresión. Acabamos convencidos de que todo el mundo tiene una vida fantástica, menos nosotros. En este sentido, unas dosis de realismo resultan, sin duda, bastante reconfortantes". Por su parte, Silvia Martínez, directora del máster de Social Media: Gestión y Estrategia de la UOC, da la razón al anterior argumento con este otro: "Si solo encontramos espacios aspiracionales que muestran una imagen distorsionada, lo que se genera es frustración, ya que nunca podrá llegarse a la representación que se ofrece", explica Martínez. "Queremos encontrarnos identificados y hablar con iguales".
Ahora bien, ¿hasta dónde va a llegar la nueva tendencia, y cuánto va a durar? ¿Surgirá después el anti – antipostureo, o el recontra antirepostureo? Teniendo en cuenta lo que lo ha impulsado, como indica Silvia Martínez: "En las redes sociales nos resulta atractivo lo nuevo, lo que no estamos acostumbrados a encontrar: esta ha sido la clave del éxito fulgurante de BeReal”, ¿habrá que temer su futuro desinterés (cuando ya no sea nuevo)?: “La gran pregunta ahora es hasta cuándo este tipo de contenidos van a seguir resultándonos atractivos”.
Mientras dejamos que pase el tiempo para ver qué nuevas sorpresas nos deparan las modas sociales de la era digital, yo animo a que los gurús de las plataformas online tradicionales preparen la contraofensiva con un mensaje tan pro – postureo como el de siempre, pero siendo honestos en su filosofía, de paso haciendo frente a esa nueva red social. Para ello, les propongo que nombren a sus nuevas aplicaciones de formas tan directas como BeFalse, BeFake, o BePlastic.