Soy consciente de que la mala costumbre periodística de anticiparse a hacer una crítica de una serie recién estrenada, habiendo visto apenas dos capítulos, es una buena costumbre a nivel de seguimiento en Internet, pero como no somos amantes del clickbait ni creemos que en nuestro caso vaya a haber mucha diferencia, he preferido esperar al todavía reciente final de la serie The Peripheral para hablar de ella por aquí. Y creo que he hecho bien, porque lo mejor y más jugoso para este blog a nivel tecnológico está cerca del final, cosa que luego explicaré, y que me lleva a advertir de un pequeño pero importante SPOILER.
A priori, esta producción estadounidense creada por Scott B. Smith parece versar (y lo hace) sobre realidad virtual y videojuegos, lo que nos remitiría en un primer momento a referentes como Tron, Matrix o Ready Player One. Paralelamente, hay otros aspectos relacionados con la tecnología que en un primer momento parecen más accesorios, aparentemente utilizados como recursos narrativos y poco más, como los implantes tecnológicos en el cuerpo humano, y que luego se revelarán más importantes de lo sospechado de cara a la trama principal. También hará aparición como foco de interés la Inteligencia Artificial, y en algún momento veremos a programadores informáticos tecleando infinitas líneas de software para interactuar con la realidad paralela o futura en plan hackers, que eso queda muy bien siempre en las pelis estas de los mundos digitales.
Con todo esto formando parte de los ingredientes que conforman la trama, junto a otros, la tecnología parece quedar no en un segundo plano, pero sí más como un escenario para la historia que viven sus personajes, y no para una reflexión sobre la propia tecnología que sugería sin ir más lejos Black Mirror. Y cuando al principio todo eso queda puesto sobre la mesa en los primeros capítulos, posiblemente la sensación de que ya nos han contado cosas parecidas anteriormente (como en las películas mencionadas en el anterior párrafo) haga que no resulte tan alucinante como en su día sí nos provocaron aquellas. Porque, sobre todo en el caso de Matrix, la fuerza de la trama reside precisamente en la fascinación por lo inesperado y novedoso que resulta que te vuelen la cabeza con una reinterpretación tan brillante del mito de la caverna, que en sí mismo es una “voladura de cabeza”. Cuando se juega en la liga de lo que ahora se da en llamar el metaverso, o sorprendes muchísimo o te quedas corto, no puede haber término medio. Mola y parece más o menos original lo de viajar en el tiempo con la tecnología RV en vez de con un DeLorean, aunque sólo sea una transferencia de datos, pero si ya está explotado desde muy pronto, la sorpresa inicial se desvanece antes de la cuenta.
De ahí que en esas críticas precipitadas por el ansia viva de la inmediatez de lograr el éxito viral online, lo normal es que las opiniones sobre The Peripheral hayan sido más bien frías. Y en el fondo yo lo comparto (en general), incluso una vez vista la serie completa: La historia es bastante interesante, ignoro pero intuyo el mérito que tiene el libro original de William Gibson, pero en cualquier caso el guion es bueno, más o menos complejo pero coherente, con diálogos inteligentes, buena narrativa, buen ritmo, funciona bien visualmente, es entretenida; en definitiva es difícil sacarle defectos… pero me quedo muy, muy lejos de flipar viéndola. Porque, salvo “cosas concretas”, casi todo lo flipante queda revelado desde muy pronto, asumiéndose entonces como parte de la rutina narrativa. Sin embargo, esas críticas anticipadas se pierden lo mejor, que para mi gusto está en la segunda mitad del penúltimo episodio, donde están esas “cosas concretas” (aquí vendrán los SPOILERS).
En ese séptimo capítulo se terminan de atar los pocos cabos sueltos que había. Para empezar, en un diálogo tras alcanzar el minuto 30, hay un detalle simplemente de alivio cómico (por cierto, ausente o poco eficiente en el resto de la serie) que funciona bastante bien, cuando nos explican a través de una robot humanoide cómo asume la Inteligencia Artificial un proceso de inicio de enamoramiento. Es el primer momento de toda la serie en el que percibo un verdadero toque de genialidad narrativa (sin negar que anteriormente hubiera bastantes cosas interesantes, pero solo eso, interesantes). Poco después, se nos revela la clave más trascendente, que es la muy sugestiva idea – aunque pueda ser fantasiosa- de que cuando se descargan datos informáticos en un humano que no tiene implantes tecnológicos (ahora sí estos últimos toman relevancia), se almacenan en la propia memoria biológica, o sea en el cerebro. Un poco como cuando no tienes tarjeta de memoria en la cámara de fotos digital, y las imágenes van a parar a la poca memoria que tiene el propio dispositivo. Todo esto enlaza con la idea, revelada demasiado pronto (otra vez) de que la protagonista es utilizada como lo que el propio título de la serie indica (un periférico), aunque al principio fuera con otro sentido.
Y eso último nos lleva a pensar que, tal vez, esta historia no pueda contarse de otra forma, o tal vez habría que haberla titulado de otra forma para contarla de otra forma, o quizá esa otra forma más misteriosa se habría parecido mucho más aún a Matrix y la hubiésemos puesto realmente a caldo… Que sé yo. No descarto leer la novela para ver si le saco más jugo. Y ya veremos lo que nos cuentan futuras temporadas que tal vez la mejoren (al final va a resultar que yo también la he juzgado demasiado pronto, además de juzgar a los que la juzgaron antes que yo… no pidáis coherencia a un pulpo).
Nota del pulpo: 6,5 / 10