Hace pocas semanas publicamos una entrada que hacía alusión, desde la tecnología, a un tema del que se habla bastante actualmente, como es la salud mental, afectada por estos tiempos tan extraños que nos ha tocado vivir desde el año pasado. Sin embargo, ese post apenas hacía eso mismo que hemos dicho; hacer alusión, pero casi sin profundizar.
Por otro lado, era un artículo que trataba el lado negativo de la tecnología en este asunto; es decir, aquello de lo digital (en este caso los deportes electrónicos) que puede perjudicar al estado anímico de la gente, que no es poco. Pero por una vez (aunque tampoco es que sea la única) nos vamos a guardar nuestra tecnofobia satírica para mostrar en este caso ejemplos de tecnología aplicada con la buena intención de ayudar a la salud mental.
Os dejamos para ello con tres artículos que suponen tress ejemplos de uso de lo digital en sentido positivo, o al menos ese es el propósito. El primero tiene que ver con la Inteligencia Artificial, el segundo con la Realidad Aumentada, y el tercero con las Redes Solciales. Esperemos que funcionen para bien.
Inteligencia artificial para mejorar la salud mental de los niños con enfermedades crónicas graves
Edgar Jorba, estudiante del grado de Ingeniería de Tecnologías y Servicios de Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), fundó la empresa emergente Aimentia con el objetivo de mejorar el diagnóstico y la atención a las personas con problemas de salud mental. "Me generaba un fuerte enojo ver cómo grandes profesionales no tenían recursos para mejorar su rendimiento y la atención a los pacientes, en un entorno en que la subjetividad no podía ser contrastada y los manuales quedaban anticuados". El objetivo de la empresa emergente es llevar la atención a la salud mental hacia un entorno moderno y digital, en el que los diagnósticos y los tratamientos se basen en datos objetivos: "el 50 % de los pacientes reciben un diagnóstico o tratamiento erróneo. No hay herramientas que permitan una intervención de calidad y validada fuera del escenario presencial", explica Jorba.
Aimentia propone un modelo en el que se recogen datos de los pacientes (síntomas, situación familiar, etc.) con la ayuda de la tecnología. Con los datos —disociados y anónimos—, un sistema inteligente genera hipótesis que hacen posible reconocer el estado del paciente, las diferencias entre tratamientos en personas con el mismo trastorno y otros patrones que permiten, con la aplicación de técnicas de inteligencia artificial (IA), personalizar la terapia y prever tendencias de evolución. "Creamos un lenguaje de programación que permite transformar los datos de los pacientes a un mismo lenguaje de síntomas, de forma que se convierte en un estándar que pueden utilizar todos los profesionales de la salud mental. Además, todas las actuaciones de la IA son dirigidas y supervisadas por los profesionales médicos que trabajan en la clínica virtual. La información y las sugerencias de tratamientos llegan a los profesionales, que son los que hacen la última interpretación e intervienen a partir de estas contribuciones".
Un instrumento para medir el sufrimiento en niños y adolescentes en cuidados paliativos
La empresa emergente participa en un estudio del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona para diseñar y validar un instrumento que ayude a evaluar el sufrimiento de niños y adolescentes con enfermedades crónicas o avanzadas y necesidades paliativas. Este estudio está liderado por Daniel Toro, psicólogo adjunto en el Área de Salud Mental del Servicio de Atención Paliativa y Paciente Crónico Complejo del hospital. "Trabajamos para disminuir el sufrimiento de los niños y que se adapten, junto con su familia, a la nueva situación. Se trata de intentar que la comunicación sea lo más eficaz posible, porque se ha visto que se obtienen mejores resultados en la salud, tanto de los niños como de los padres". Toro explica que las líneas de innovación del servicio se enfocan a "la evaluación del uso de tecnologías digitales en salud mental. Las herramientas de Aimentia nos permiten poder detectar precozmente situaciones provocadas por la enfermedad —y que a menudo no detectamos a tiempo— para poder intervenir. En un futuro también nos puede ayudar a tener una visión de cómo influye la salud mental de cada miembro de la familia en la salud de los otros".
En el estudio han participado diecisiete niños y adolescentes de más de ocho años con necesidad de cuidados paliativos y sus familias, con previsión de que aumente la participación hasta cien menores. A diferencia de los adultos, actualmente no hay herramientas suficientes para medir el sufrimiento de los niños en esta situación, y se han hecho pocas investigaciones para examinar el impacto de la enfermedad, el tratamiento y la muerte próxima en el bienestar psicológico de los niños y sus familias. Los niños con enfermedades potencialmente mortales experimentan síntomas de depresión y ansiedad, nerviosismo e irritabilidad, que a menudo no se diferencian de los síntomas físicos provocados por la enfermedad. Según Toro, "se trata de una situación cambiante a medida que evoluciona la enfermedad y en la que hacen falta instrumentos fiables y no invasivos que detecten y monitoricen los cambios para que los profesionales podamos actuar de manera adecuada".
Salud mental y pandemia
"El potencial de las herramientas de la empresa emergente ha quedado demostrado en un proyecto que se ha llevado a cabo durante la pandemia de la COVID-19", asegura el emprendedor Edgar Jorba. "Hemos registrado una media de tres síntomas nuevos en pacientes durante el confinamiento. Estos datos fueron integrados en el sistema en menos de tres meses, mientras que tradicionalmente se tarda hasta seis años en publicarlos en los manuales clínicos. Nuestra sociedad evoluciona muy rápido, y debemos tener la misma agilidad para poder dar la ayuda en el momento en que se necesita".
En el estudio del Hospital Sant Joan de Déu, Aimentia colabora con asociaciones de pacientes en salud mental, como la Asociación por la Innovación en Salud Mental y Educación a través del proyecto PerspectivaMente, para adecuar las herramientas tecnológicas a las diferentes franjas de edad de los niños y sus necesidades. El objetivo es mejorar la adhesión al proyecto, utilizando herramientas como la ludificación y, sobre todo, creando un espacio confortable para ellos. La tecnología también ofrece una clínica virtual para que los profesionales del Hospital Sant Joan de Déu puedan hacer el seguimiento a las familias.
ITI trabaja en una nueva plataforma de Realidad Aumentada para mejorar la salud mental
Una de cada diez personas mayores de quince años ha sido diagnosticada con algún tipo de problema de salud mental en España, según datos del Ministerio de Sanidad.
Para dar solución a esta problemática, que supone una de las mayores causas de morbilidad y mortalidad en todo el mundo, el centro tecnológico ITI especializado en TIC está investigando y desarrollando nuevos sistemas y dispositivos informáticos que estudian el comportamiento humano de manera no intrusiva para mejorar la salud mental y el bienestar de las personas a través de la tecnología.
Para ello, el centro tecnológico trabaja en un diseño centrado en el usuario, que utiliza interfaces naturales como la realidad aumentada para que la persona tenga una experiencia más cómoda e intuitiva, y esté más motivada a participar.
“Nos aseguramos de que el sistema no sea intrusivo para que las personas no se sientan incómodas, observadas ni evaluadas, y así puedan utilizarlo de manera natural y habitual, es decir, tanto en sesiones de terapia como en entornos cotidianos, como el hogar, el trabajo o la escuela”, asegura la técnica de soporte a proyectos de I+D de ITI, Patricia Pons.
Y es que el hecho de que los usuarios puedan introducir estos dispositivos informáticos en su día a día permite obtener unos datos más representativos de la realidad. Asimismo, entre las principales novedades que incorpora esta investigación y que suponen “todo un reto”, en palabras de Pons, es el estudio de trastornos que son habitualmente menos tratados y la posibilidad de que los terapeutas puedan personalizar de forma sencilla el sistema para adecuarlo a cada caso.
Tecnología de personas para personas
ITI está realizando esta investigación en el marco del proyecto HCIHEALTH, financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
El objetivo de esta iniciativa es trasladar los avances que se han implementado durante los últimos años en el ámbito de la salud física también al área de la salud mental para facilitar la labor del personal sanitario y conseguir una atención médica más personalizada al paciente. “Se trata de desarrollar tecnología de personas para personas, siguiendo la filosofía de ITI para el desarrollo de todos sus proyectos”, asegura Patricia Pons.
Este proyecto se fundamenta en tres ejes: el primero de ellos consiste en la investigación de dispositivos IoT para el área de salud mental, donde se están investigando diferentes sensores y dispositivos que permiten extraer información relevante de la interacción del usuario con el sistema. “Un ejemplo son los wearables, como relojes o pulseras, que la persona lleva encima, o los sensores de profundidad, que llevan cámaras que permiten detectar los movimientos”, ha explicado Pons.
Con los datos extraídos se busca identificar biomarcadores digitales para ayudar en el diagnóstico o tratamiento de la problemática definida, así como para evaluar y medir de manera cuantitativa la mejora de la persona al usar este sistema. Una vez llevado a cabo este proceso de análisis y definición, se diseña y desarrolla un prototipo de sistema interactivo para el que el ITI colabora “estrechamente con especialistas en diferentes problemáticas y trastornos”, según ha señalado la investigadora de ITI.
Tecnología que llega a empresas
“Queremos que nuestra tecnología llegue a hospitales, clínicas de psicología, asociaciones, residencias de mayores o empresas del sector TIC. Estamos creando un prototipo que nos permita adecuarnos mejor a las necesidades reales de las distintas empresas a la hora de implantarlo, desde lo que es la distribución del sistema completo con toda la sensorización y los diferentes componentes asociados, hasta la distribución individual y modularizada de elementos”, ha detallado Pons.
Por último, ITI trabaja junto a entidades y empresas colaboradoras del sector TIC y del ámbito del bienestar y la salud mental con la finalidad de identificar problemáticas y necesidades de profesionales, pacientes o determinados colectivos en la sociedad. De esta manera, el centro está diseñando soluciones tecnológicas de aplicación real.
La salud mental del futuro, en manos de la educación emocional y la tecnología
Habitualmente, cuando se habla de tecnología en relación con la salud mental, es considerado un agente negativo. Así se ha visto recientemente tras la publicación en el Wall Street Journal de los llamados "Facebook Files", donde se exponen los resultados de estudios internos de la compañía Meta, que demuestran que las redes sociales pueden acentuar algunos problemas mentales.
Sin embargo, como toda herramienta, las redes sociales también tienen su lado positivo y pueden contribuir a compensar la falta de recursos en salud mental a través de campañas de ayuda dirigidas a usuarios con necesidad de apoyo emocional. Es el caso del proyecto STOP ("Suicide prevenTion in sOcial Platforms"), dirigido desde la UPF Barcelona School of Management y en el que colaboran expertos y expertas en análisis de datos, psicología y psiquiatría pertenecientes a siete instituciones de nivel internacional.
STOP estudia las redes sociales analizando, mediante técnicas computacionales y de inteligencia artificial, texto, imagen y actividad de usuarios anónimos para descubrir los patrones comunes entre personas con tendencias suicidas, depresión o trastornos de la conducta alimentaria. Por ejemplo, se ha observado que en redes sociales, los usuarios que demuestran sufrir anorexia suelen ser mujeres de hasta 29 años (el 60%, de menos de 19 años) y con interés en dietas veganas o vegetarianas, pérdida de calorías muy rápida y rutinas de ejercicios muy exigentes.
Esta información permitió lanzar una campaña las pasadas navidades dirigida a usuarios anónimos que encajaban en perfiles asociados a diferentes problemas mentales. En estos casos, los usuarios podían ver anuncios con el Teléfono de la Esperanza o el Teléfono de Prevención del Suicidio, teléfonos de apoyo emocional gratuitos activos las 24 horas del día. La campaña se ejecutó durante 24 días, llegó a más de 660.000 personas de todo el territorio estatal e incrementó en más de un 60% el número de llamadas al Teléfono de la Esperanza provenientes de redes sociales. En ese 60% se incluían personas que, muy probablemente, no habían podido acudir a una consulta, pero que pudieron encontrar ayuda en estas líneas telefónicas mientras utilizaban sus redes sociales. Este proyecto abre nuevas vías de acción adaptadas al siglo XXI para contribuir a una mejor salud mental.