Hace unos meses nos pusimos a hablar de la famosa teoría de la conspiración judeo – masónica de los smartphones escuchando conversaciones sin tener activado el asistente de voz y luego enviando publicidad sobre los temas hablados. En aquella entrada, reflejamos un estudio según el cual más del 85% de los españoles aseguraba que le pasaba esto.
Yo no acababa de tener claro si este fenómeno es fruto de la casualidad, de razones que van más allá de lo consciente (una especie de efecto subliminal pero a priori, como si ya recibiéramos esa publicidad sin haberlo memorizado y sea luego cuando hablemos de ello), si realmente los dispositivos siguen en escucha y registrando lo que decimos sin nuestro consentimiento (o tal vez no sepamos que en realidad sí les hemos dado el consentimiento), o si todo esto entra en el terreno de lo que sólo Íker Jiménez podría explicarnos en su nave del misterio…
El caso es que estas vacaciones tuve una discusión con familiares acerca de los parecidos y las diferencias entre Coca-Cola y Pepsi, y al cabo de unas horas me llegó un artículo por Google sobre la historia de la rivalidad entre ambas marcas de refrescos. Fue en ese momento cuando me propuse hacer un experimento: Hacer una lista de temas de los que hablarle al móvil, sin tener habilitado ningún asistente de voz, y esperar a ver si en las siguientes horas aparecía algún tipo de publicidad o artículos relacionados con esos temas. Procuré que fueran temas de los que no suelo hablar ni recibir notificaciones, incluso en algún caso algo rebuscados, con alguna excepción para hacer de contraste. Pues bien, de la lista de 10 temas que hice, sólo la excepción en la que sí suelo estar interesado (cine y películas a estrenarse próximamente) provocó la llegada de artículos relacionados.
Los diez temas fueron los siguientes: Para empezar, y tratándose de un blog de tecnología, quise que los tres primeros fuesen “ordenadores”, “móviles” y “discos duros externos”: Ni siquiera 24 horas después me llegó nada al respecto. Luego mencioné productos como “zapatillas”, “lavadoras” y “adaptadores de enchufes tipo Jack”: De nuevo agua. Hablé de algo de lo que no suelo hablar nunca, “coches” (que en principio podría haber sido algo tan obvio que lo habríamos considerado normal en publicidad), pues ni con esas, el efecto fue el mismo. Tampoco pasó nada al mencionar la palabra “restaurantes”. Incluí algo rebuscado, al pronunciar la palabra “ventosas”, diciendo que nuestro Pulpo las necesitaba nuevas para sus tentáculos; tanto si “los espías” se volvieron locos con esto como si no, tampoco hubo efecto. Y lo dicho, lo único que me llegó fueron artículos sobre las recientemente estrenadas “Dune” y “Cry Macho”, de las cuales ya me estaban llegando cosas las semanas anteriores, así que esto podría confirmar, en mi caso, la teoría de que igual somos nosotros los que alimentamos la leyenda urbana (sin que sea tan obvio ni consciente como en este ejemplo, claro).
A ver, que tampoco es mi intención desmentir la teoría. Si vuelvo a hacer otra prueba y ocurre lo contrario, informaré al respecto en otra nueva entrada, pero de momento es lo que hay. Sí, ya sé que en El Hormiguero sí les funcionó el experimento, pero en fin, yo animaría a la gente a que haga la prueba por sí mismos y no que se fíen de lo que les cuenten por la tele.
Lo que sí he hecho es buscar información por Internet acerca de si este asunto tiene sentido o no, y al parecer hay dos cuestiones que podrían dejar abierta la posibilidad a que se trate de algo más que una simple leyenda urbana. Uno es que los asistentes de voz, aunque no estén activados, necesitan captar el sonido ambiente para poder escuchar el “OK Google” que tenemos que decir precisamente para activarlos, así que cada pocos segundos “escuchan” algo de ese sonido ambiente, y algunos especulan con que si lo escuchan podrían almacenarlo perfectamente para luego usarlo, lo cual sería ilegal (fíate tú de esta gente, aunque Google lo desmintió). Otro es que la propia Google reconoce que expertos lingüistas escuchan las conversaciones de los usuarios con Google Assistant para mejorar la tecnología de reconocimiento de voz, algo que ocurre en un 0,2% de las ocasiones, pero que luego no lo usan para otro fin (otra vez lo de fiarse o no). Y luego está la posibilidad de que en los ajustes de privacidad alguno no se haya dado cuenta de que le permite al asistente estar todo el rato atento, y luego se flipa con lo de la conspiración…
Sobre estos temas me remito a los interesantes artículos enlazados abajo, y luego ya que cada uno crea lo que quiera. Que conste que aquí no somos conspiranoicos, aunque nuestro Pulpo sí es verdad que tiene algo más que la mosca detrás de la oreja…
Publicidad misteriosa: ¿nuestros móviles nos escuchan?